En los salones del Salvaje Oeste el pianista tocaba con cierta gracia y ritmo mientras los clientes, normalmente forajidos adictos al juego y al agua con misterio, precisamente, jugaban y bebían agua con misterio. Pero siempre llegaba un momento en que la música dejaba de sonar de golpe. Era justo cuando el tipo con más mala reputación de las praderas americanas entraba en la sala mientras las dos tablas de la puerta hacían el clásico vaiven y todo el mundo se giraba cuidadosamente para observar al tipo que iba a iniciar una pelea multitudinaria a los pocos minutos.
La agradable melodía del Tottenham también se ha cortado de golpe. Y todos se han girado a la vez con una expresión de horror en el rostro. Harry Kane se ha lesionado y no volverá a estar disponible hasta marzo. Moussa Sissoko también se ha lesionado y Lucas Moura está en pleno proceso de recuperación, igual que Victor Wanyama. Eric Dier no está para ser titular. Heung-min Son está en la Copa Asiática con Corea del Sur y no se sabe cuándo volverá. Mousa Dembelé ha sido traspasado al Guangzhou R&F. La diferencia entre el salón del Salvaje Oeste y el Salón Spur es evidente: en el club londinense no van a volar sillas ni se van a romper botellas contra la mesa para ocupar el puesto del ariete inglés. En este salón solamente está Fernando Llorente, que, además, es el pianista.
Una plaga de lesiones de proporciones bíblicas ha dado un giro de 180º a la situación del Tottenham y ha sembrado la incertidumbre en el club, que veían en esta temporada una gran ocasión para dar un golpe en la mesa del panorama futbolístico europeo. Mauricio Pochettino ha perdido a media plantilla, incluidos dos de sus mejores hombres ofensivos, y está obligado a hacer algo a lo que no está acostumbrado: recurrir a Fernando Llorente.
Llorente, por su perfil, es el único recambio natural para Harry Kane. La diferencia entre ambos es abismal, sí; pero no deja de ser un delantero referencia alrededor del cual orbitan sus compañeros. El navarro, delantero de la vieja escuela, no participará tanto en el juego como Kane pero un centro siempre puede cazar. En su etapa en el Swansea ya lo demostró.
El técnico argentino está obligado a apostar por el delantero navarro para cubrir la baja de Kane en un tramo de la temporada crucial. La carrera por la Premier League parecer ser cosa de Liverpool y Manchester City; no obstante, el Tottenham puede alcanzar la final de la Carabao Cup y tendrá que afrontar una dura eliminatoria de Champions League contra el Borussia Dortmund. El papel residual de Llorente, que a sus 33 años tenía más de pie y medio fuera del club, tendrá que evolucionar forzosamente para convertirse en la punta de lanza del Tottenham.
El veterano delantero no ha tenido oportunidades debido al rendimiento hiperbólico de Kane, quizás el mejor ‘9’ de la actualidad. Coincidir con un monstruo del gol ha mermado las opciones de un Llorente que desde agosto de 2017 solamente ha disputado 1226 minutos repartidos en varias competiciones. Sus números, sin contexto, son realmente buenos: nueve goles, dos asistencias y dos hat-tricks en el equivalente a catorce encuentros. Nada mal para un tipo que no juega nunca. No obstante, estas cifras las consiguió contra el Tranmere Rovers de la League Two, el Rochdale de la League One y el APOEL en un partido intrascendente de Champions League.

El Tottenham se caracteriza por tener un dominio de la posesión abrumador, jugar en estático para cambiar el ritmo y generar superioridades. El rival, si no tiene las piezas adecuadas para contrarrestar los efectivos londinenses, acaba encerrado en su propia área tratando de inutilizar a una de las plantillas más completas del fútbol inglés. Todos tienen movilidad, toque y favorecen la harmonía colectiva. También Kane, que ha redefinido las funciones del delantero moderno. Pero Llorente no. El Tottenham deja de ganar sin Kane pero definitivamente pierde con el español en el campo. El adonis de ojos azules no encaja en las reglas de juego impuestas por los Spurs. Movimiento constante a diferentes velocidades. Llorente solamente tiene la velocidad lenta y sus únicos movimientos son dentro del área. Entorpece la fluidez del equipo y solamente tiene impacto en el juego yendo al remate de los centros londinenses, que por otra parte son numerosos.
A tu madre le encanta Llorente pero Pochettino, que al fin y al cabo es quien toma las decisiones, no tiene demasiada confianza en él pese a que le dio algunos minutos contra el Manchester United, en los que convivió con Kane, en la gran noche de David de Gea. El técnico argentino ha preferido siempre a Lucas Moura en el rol de único hombre en ataque por delante del cabeceador español. De hecho, con todo a favor para que Llorente vuelva a tener cierta regularidad, no sería extraño, una vez más, ver al brasileño como la referencia del Tottenham si se recupera pronto. Lucas no es delantero centro pero es un jugador moderno, de los que entienden los contextos y ofrecen nuevos registros y alternativas al equipo. Y Pochettino es de los que priorizan la capacidad del jugador para generar escenarios favorables por encima de su posición. Sin tanta envergadura y con la banda como zona de confort, Lucas, cuando le ha tocado ser la punta de lanza, ha sabido adaptarse y hacer útiles para los Spurs sus capacidades de extremo, generando espacios y atrayendo defensores en el último tercio.
En Craven Cottage no estará Harry Kane. Ni Son. Probablemente Lucas tampoco. Moussa Sissoko y Victor Wanyama también serán baja. El Tottenham no tiene fondo de armario. Solamente queda Llorente. Es como cuando el camarero del salón no tiene una escopeta debajo de la barra y el pianista continua tocando mientras vuelan sillas y se rompen botellas contra la mesa.