Álvaro Morata es un tipo con una carrera con la que soñaría cualquier jugador y que al mismo tiempo nadie querría. Con solo 24 años, ha jugado en grandes equipos de Europa, tiene en su palmarés dos Champions League y el placer de haber compartido vestuario con leyendas vivas del fútbol como Cristiano Ronaldo o Gianluigi Buffon. Además, fuera de los terrenos de juego, su idílica relación con Alice Campello es la versión en carne y hueso de los osos amorosos. Aún así, Morata nunca fue considerado como alguien importante en sus equipos y estaba empezando a entrar en la lista de “eternas promesas”.
Tras una temporada en la que el Real Madrid hizo doblete con Morata formando parte del Plan B del equipo, el Chelsea llamó a su puerta con una oferta irrechazable. En Londres le esperaba Antonio Conte, el entrenador que más había confiado en él a lo largo de su carrera, y un equipo que había arrasado en Inglaterra pero que se quedaba huérfano en la delantera, ya que a Diego Costa no le apetecía vestir más la camiseta Blue. El momento de explotar y de llegar al nivel que se le preveía cuando era juvenil ya había llegado. O eso pensaba él.

El inicio de Morata en la Premier League fue arrollador. En sus seis primeras jornadas había metido seis goles y además, consiguió dar dos asistencias. Todo iba como se esperaba hasta que volvió a pasar lo que ya viene siendo costumbre en su carrera: desaparecer cuando no se lo espera. En la Juventus los problemas llegaron por su vida personal, en el Real Madrid por la feroz competencia que hay en la delantera, y en Stamford Bridge los problemas físicos aparecieron cuando todo iba rodado.
Con los problemas físicos, se vio al Morata que no muestran los focos. Un delantero que es un animal del área, capaz de rematar un balón colgado desde el London Eye, pero incapaz de definir con el balón en los pies. Un jugador que tiene un físico privilegiado pero que a su vez tiene la estabilidad de un percebe. En definitiva, un jugador que parece capaz de comerse el mundo pero que en ocasiones da la sensación de no saber como ha sido capaz de llegar tan lejos.
Las lesiones minaron su confianza, provocando que Morata entrase en una espiral negativa de la que a día de hoy no ha conseguido salir, ya que lleva siete jornadas consecutivas sin anotar. Además, la inquebrantable fe de Conte en él parece irse diluyendo cada jornada. Ante el Arsenal, el español tocó fondo en uno de los espectáculos más dantescos en lo que llevamos de temporada. Su partido se podría resumir en pases que parecían piedras, caídas ridículas y un par de ocasiones erradas que ni Tiémoué Bakayoko en estado de embriaguez firmaría.
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Morata llegó para sustituir a Diego Costa, pero su historia se parece cada vez más a la de otro delantero español en Stamford Bridge. La estancia de Torres en el Chelsea, pese a ser protagonista en la consecución de la Champions League y Europa League, estuvo marcada por los fallos y unos números absurdos para un delantero que costó tanto dinero. Por ello, la situación de Morata es un Déjá Vu para los Blues. De hecho, encontrar paralelismos entre el actual nueve del Chelsea y el delantero del Atlético de Madrid es tremendamente sencillo.
Respecto a su llegada a la entidad londinense, Torres llegó como el traspaso más caro de la historia del Chelsea y rompió el récord de millones gastados en el fichaje de un jugador español, datos que quedaron obsoletos con la llegada de Morata a Stamford Bridge. En los aspectos relacionados con el juego, ambos jugadores destacan por vivir de su explosividad, viéndose ésta mermada por los problemas físicos. A su vez, son dos delanteros tan propensos al fallo que es común ver vídeos que recopilan sus “mejores” jugadas.
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El Álvaro Morata que copaba los titulares y que hacía tirarse a Zidane de los pocos pelos que le quedaban por sus problemas en la delantera ya queda lejos. Y con él, parece que se quedó esa confianza en sí mismo que tanto le costó conseguir. Pese a ello y a que el Chelsea no se juegue nada más que entrar en Champions League directamente, aún quedan jornadas para que Morata le de la vuelta a un partido que se le ha puesto demasiado cuesta arriba. De él depende que su historia en Stamford Bridge sea más parecida a la de Diego Costa (sin violencia, evidentemente) o a la de Fernando Torres. O lo que es lo mismo para Morata: acabar adaptándose o seguir dando vueltas por distintas ligas esperando encontrar algún día su lugar en el mundo del fútbol.