La crisis sanitaria que está padeciendo el mundo vaticinaba un mercado “veraniego” menos agitado de lo normal en el planeta fútbol. Supuestamente, según los expertos en la materia, los millonarios traspasos iban a dejar paso a agentes libres, cedidos y fichajes a bajo coste. Y, bueno, dentro de lo que cabe, esta teoría se ha respetado en casi todo el mundo. Sólo la Premier League ha roto de manera significativa con esta idea que parecía inamovible. Los clubes ingleses han vuelto a hacer, una vez más, un desembolso económico al alcance de casi nadie. Dos de estos fichajes han sido claves para sus nuevos equipos y, además, ha vuelto a juntar en el mismo suelo a dos íntimos amigos a los que se le confunde como primos. Thiago y Rodrigo deben ser piezas fundamentales para el Liverpool y el Leeds.
El centrocampista debe ser el encargado de cambiar el estilo de juego de Klopp y el delantero tendrá que marcar la diferencia en la estructura montada por Bielsa en Elland Road. Dos internacionales españoles con ascendencia brasileña jugando en Inglaterra. Lo que podía parecer el comienzo de un chiste es la historia de dos amigos que triunfaron en el fútbol. Dos primos que no lo son que se unieron por el balón.
Situémonos: Río de Janeiro, Brasil, inicios de siglo, dos chicos con un balón. Hasta aquí todo normal. Nada que se salga de lo común. La primera anomalía de esta historia son los progenitores de cada chavalín. Uno de ellos campeón del mundo pocos años antes, el otro, jugador profesional allá en Brasil. Hasta en esto han sido peculiares las vidas de estos dos niños que un día se conocieron en el colegio en Barra de Tijuana. El mayor de ellos por 36 días, Rodrigo, era el mejor de la escuela con el esférico en los pies que, a la postre, es la clasificación que importa en esas edades. Un día, recién regresados desde España, apareció Thiago. Nacido en Italia porque su padre andaba por allí jugando en el Lecce, con acento extranjero pero con una habilidad especial para manejar el balón. Con este contexto, no es de extrañar que su primer contacto fuese con el fútbol como canal. Dos niños brasileños y una pelota, no hace falta más.
El equipo del colegio fue el primer vestuario que compartieron Rodrigo y Thiago. Delantero y centrocampista que destacaban por encima del resto y que, rápidamente, instauraron una sociedad la cual, a día de hoy, sigue uniéndoles tanto dentro como fuera del campo. En una de esas sesiones de entrenamiento en Río, se conocieron Adalberto Moreno y Mazinho Alcántara, los padres de las criaturas que conectaron instantáneamente por su amor al fútbol. De nuevo el balompié. O futebol. Esta amistad hizo que las dos familias se convirtieran en inseparables: los Moreno y los Alcántara.
Una vez demostraron su calidad, dieron el salto, juntos, al Flamengo donde, de nuevo, eran los mejores. Su idilio en O Mengão terminó pronto ya que Mazinho decidió retornar a España para continuar con sus vidas al otro lado del Atlántico. Lo que podría haber terminado con esta relación tan especial, el campeón del mundo convenció a Adalberto para unirse a él en esta aventura. Así, los Alcántara aterrizaron en Galicia para allanarles el camino a los Moreno, que los imitarían poco después.
Un día de inicios de siglo, apareció un chico pequeñito, moreno y brasileño en A Madroa, las instalaciones deportivas del Celta en Vigo. Un niño con edad infantil que supera por poco la decena de años. Su periplo celtinha fue fugaz: el conjunto celeste tenía la plantilla cerrada y no contempló la opción de fichar al mayor de los Alcántara. Ante esta situación, Mazinho decidió llevarse a sus hijos a Nigrán, al Ureca. Allí, en una escuela de fútbol que recién daba sus primeros pasos, los recibió Javier Lago, el entrenador del equipo Infantil, quien recuerda con nostalgia aquella época: “Thiago llegó primero, a la temporada siguiente, vino Rodrigo y cuando los vimos jugar, no dudamos en ficharlos”. Mazinho fue a parar al Ureca (actualmente, Val Miñor) que, hoy en día, es considerada una de las mejores canteras de Galicia. “En el año que jugaron aquí, ganamos la liga por delante del Celta. Ellos dos eran los mejores de un equipo con grandes futbolistas”, recuerda Lago de aquel periodo a cargo de los dos cracks.

El buen funcionamiento del equipo liderado por Thiago y Rodrigo no pasó inadvertido para nadie y acudieron a varios torneos tanto a nivel nacional como internacional a pesar de ser un club tan pequeño. En uno de ellos, “a pesar de quedar 5os, a Thiago le dieron el trofeo al Mejor Jugador compartido con Gai Assulin (prometedor canterano israelí del Barça)”. El equipo también sumó victorias de impacto como una en Lugo ante el Real Madrid en la que Thiago se lesionó o la victoria decisiva para ganar la liga ante el Celta en A Madroa en la que Alcántara cuajó un soberbio partido según rememora su entrenador por aquel entonces y que definió el título a su favor.
En aquella época ya eran superiores al resto de jugadores de la categoría, “eran un espectáculo, en 25 años que llevo en el fútbol, nunca vi nada igual” recuerda Lago. Las habilidades de los pequeños futbolistas no pasaron desapercibidas para los grandes clubes españoles que enviaban a sus ojeadores cada fin de semana para seguir a los futuros prodigios. En cada partido marcaban la diferencia: “Thiago era técnica pura, hacía cosas con balón impresionantes y Rodrigo era muy difícil que fallase un gol, era un rematador nato con izquierda sobre todo pero también con la derecha y de cabeza”, asegura Lago. Olían a estrella desde la infancia.
La estructura del equipo estaba clara con sus dos miembros brasileños como piezas clave: “Rodrigo era el delantero y Thiago enlazaba al centro del campo y a los delanteros en un 4-4-2, le dejaba mucha libertad para tener el balón pero me gustaba que jugase cerca del área porque desequilibraba con gran facilidad”. La carrera de Thiago ha dado muchas vueltas, ha desempeñado distintas posiciones pero siempre entorno al balón y en el centro del campo. Klopp tendrá la posibilidad de colocarle en cualquier puesto del medio del campo, no será nuevo. Por su parte, Rodrigo siempre ha sido delantero pero también ha partido desde banda o, desde que llegó a Leeds, en una posición más cercana al centro del campo.
El atacante se está adaptando a Marcelo Bielsa y su peculiar estilo de juego. Thiago no está siendo un fijo para el técnico alemán por lesiones, adaptaciones y demás ralentizaciones. Eso sí, poco se puede dudar de ellos. Después de tantos años, su calidad ya está más que contrastada. Aunque su entrenador en Ureca lo veía venir: “Tenían todas las papeletas de ser futbolistas después, evidentemente, hay circunstancias difíciles que superar”. En su primera experiencia en la élite del fútbol inglés real (Rodrigo tuvo un paso fugaz por el Bolton) se espera mucho de ellos. Lago tiene claro que acabarán triunfando en la Premier porque “a Rodrigo le costará más, pero le viene bien el juego más vertical y Thiago es tan bueno que se puede adaptar a cualquier estilo”, comenta Lago sobre los que un día fueron sus pupilos.
A pesar del paso de los años, Thiago y Rodrigo no olvidan sus orígenes y han mencionado a la escuela gallega donde se criaron futbolísticamente en diversas entrevistas. Además, Javier Lago, uno de sus primeros padres deportivos, reconoce que sigue manteniendo el contacto con los dos internacionales con la selección española. De esta forma, Rodrigo y Thiago demuestran no haber sido “cambiados” por culpa del estrellato con la misma brillantez con la que lucen calidad en el césped.
Thiago y Rodrigo, Rodrigo y Thiago. Dos brasileños que eligieron defender a España en el terreno de juego. Dos estrellas criadas en Val Miñor. Dos fuera de serie que buscan demostrarlo también en Inglaterra. Dos primos que no lo son pero que se conocen como si lo fueran. Samba brasileña a ritmo de muiñeira con acento inglés.