El tiempo pasa muy rápido. Prueba de ello es que, sin comerlo ni beberlo, mi etapa universitaria ha llegado a su fin y la incertidumbre del futuro laboral hace que el vaso de optimismo esté siempre medio vacío. Algo parecido le ocurre al Southampton. El reloj no da tregua a nadie y los Saints, que hace un par de años veían los toros desde la barrera, se enfrentan ahora a la pelea por evitar el descenso. Tan imprevisible como inexplicable es la situación actual del club que solo podemos preguntarnos, ¿qué le pasa al Southampton?
Estas fueron las palabras del delantero del Southampton Charlie Austin cuando le preguntaron por la posibilidad de que su equipo descendiera. Si permanecer unidos es haber ganado cinco partidos en las 28 jornadas que llevamos de Premier, la tarea va a ser más complicada de lo previsto. Solo el West Bromwich Albion ha ganado menos, tres para ser más exactos, y tras sus descaradas aventuras en Barcelona suponemos que ese número se va a mantener prácticamente estable.
Desde que ascendiera a la Premier en 2012, el Southampton ha obtenido magníficos resultados. En sus dos primeras temporadas, lideradas por Mauricio Pochettino, acabaron decimocuartos y octavos, respectivamente. Tras la mudanza del argentino al norte de Londres, los Saints se pusieron bajo el mando de Ronald Koeman, que mejoró los números del club: séptima y sexta plaza, la más alta en la historia del club, así como entrar en Europa League tanto por fase previa como directamente. La temporada pasada, con Claude Puel, el club ocupó la octava plaza y consiguió llegar a la final de la Copa de la Liga, que perdió frente al Manchester United.
Pero el Southampton quería más. ¿Champions quizá? ¿Una copa? ¿Conseguir llegar más lejos en la Europa League? El club destituyó a Puel, que fue reemplazado por Mauricio Pellegrino. Una vez más, un argentino cogía las riendas del club, y más allá de tener un nombre muy similar al de Pochettino, las comparaciones comenzaron a dar rienda suelta a las aspiraciones de los Saints. Además de nuevo entrenador, el club cambió de dueño el verano pasado. Gao Jisheng lo compró por 230 millones de euros, quedándose así con un 80% de las acciones, siendo el 20% restante para su antigua propietaria, la suiza Katharina Liebherr.
Pero la avaricia rompe el saco. El Southampton ha tirado de la cuerda hasta que ha podido, y claro, ésta se ha roto. El club, irreconocible, ha tirado la flecha sin saber dónde estaba la diana, ha apuntado a un objetivo imaginario y ha acabado consiguiendo el efecto contrario al deseado. Porque si a principio de temporada nos hubiesen preguntado sobre los posibles candidatos al descenso, los Saints no figurarían en ninguna de nuestras quinielas. Una victoria en las últimas quince jornadas son números dignos de un club que no se encuentra a sí mismo.
El Southampton siempre ha sido un club admirable, que jugaba de tú a tú a los rivales independientemente de cuál fuera su tamaño. St.Mary’s era una fortaleza, uno de los viajes más difíciles más allá de los seis grandes de Inglaterra y a los Saints no les bastaba con conseguir buenos resultados, también querían jugar con personalidad y estilo. Muy mal deben ir las cosas cuando el club solo ha conseguido tres victorias en casa y acarrea unos números poco esperanzadores: 29 tantos anotados en lo que llevamos de Premier League, y 41 recibidos, por lo que su diferencia de goles esta campaña es negativa. Su máximo goleador es Austin, con seis de ellos en su cuenta personal, seguido de Manolo Gabbiadini con cuatro. El Burnley, un equipo con más carácter que pegada, lleva 22, un número no tan distante.

En la temporada en la que el Southampton ascendió, la 2012/13, los Saints consiguieron anotar 49 tantos, convirtiéndose en el décimo club más goleador de la temporada. En las siguientes, anotarían 54, 54, 59 y 41, respectivamente, siendo la última la menos prolífica. Mucho tiene que espabilar el club para intentar llegar a esos 41 tantos en lo que queda de Premier.
Si tuviésemos que explicar las razones por las que el Southampton ha sufrido un espectacular bajón de forma, no encontraríamos nada esclarecedor. ¿Culpa de los fichajes? Puede ser. Los Saints siempre han vendido a sus grandes estrellas a equipos rivales, sobre todo al Liverpool, que ya considera al club como su cantera particular. Vender para reponer no siempre es mala táctica, pero si el club no es capaz de reemplazar la calidad, el nivel de la plantilla cae drásticamente. ¿Puede ser el cambio de dueño? ¿El nuevo entrenador? Los jugadores han defendido a Pellegrino, exculpándole de la actual situación. Quizá esta es una de esas situaciones en las que no hay medicina que valga para curar la herida.
Pasando página en la liga, en la FA Cup el Southampton ha avanzado a cuartos de final y se enfrentará al Wigan, que eliminó en su día al Manchester City. Sin embargo, la prioridad del club es la salvación. El Wigan consiguió alzar el trofeo en 2013 pero descendió a segunda división unos días después. El Southampton podría repetir la historia de los Latics con una única diferencia, salvarse está más caro que de costumbre. Los Saints, a pesar de tener los mismos puntos que el Swansea y que el Crystal Palace, 27, se encuentra fuera de la zona de descenso gracias a una diferencia de goles menor que la de sus rivales. Un partido podría cambiarlo todo. El Southampton se enfrenta este fin de semana al Stoke City, con 26 puntos y en números rojos, un encuentro que será un auténtico choque de titanes.
Como en Hundir la flota, el Southampton está tocado y hundido. La única diferencia es que no se trata de un pasatiempo, sino de una lucha hacia mares más tranquilos. Quedan diez jornadas, treinta puntos por repartir, y una plantilla capaz de evitar un descenso. Hará falta algo más que una charla motivacional para que el Southampton levante la cabeza, pero solo en sus manos se encuentra la solución para sortear las aguas del descenso o hundirse en ellas.