Como sucede cada final de temporada, los futbolistas que terminan contrato el 30 de junio, si finalmente no renuevan, se convertirán en agentes libres y podrán fichar a coste cero por cualquier otro club. El parón indefinido, en caso de que la temporada se prolongue más allá de junio, impediría que futbolistas como David Silva pudiesen despedirse de su afición, puesto que podrían haber jugado ya su último partido con su equipo.
La FIFA ha propuesto que, como los contratos finalizan normalmente al acabar la temporada, “se amplíen hasta el momento en el que realmente finalice”. La ventana de traspasos se moverá, por lo que los jugadores podrán firmar por un nuevo club, pero no fichar hasta que el mercado se abra. Sin embargo, en un escenario tan cambiante nada está definido ni se puede dar por hecho. La FIFA puede proponer, pero el trato deberán cerrarlo jugadores, liga y federación.
Sea cual sea la decisión final, varios jugadores de la Premier League están a punto de terminar su contrato. Es el caso de, además del mencionado Silva, Willian, Pedro, Jan Vertonghen o Adam Lallana. A muchos de ellos se les presenta la oportunidad de firmar un último gran contrato, a otros, como Ryan Fraser, la posibilidad de fichar por un equipo puntero.
El jugador más apetecible es David Silva, aunque también será el más complicado de convencer. Es uno de los mejores futbolistas españoles que ha jugado en la Premier League, llegó a Manchester hace una década. Con más de 400 partidos a sus espaldas, ha levantado cuatro Premier Leagues, dos FA Cups y cinco Copas de la Liga. Con Roberto Mancini, Manuel Pellegrini o Pep Guardiola, Silva siempre ha sido uno de los centrocampistas más dominantes de los cityzens. En las últimas temporadas, Guardiola lo acercó al área para que fuese más decisivo en el último pase -ha repartido más de un centenar de asistencias en Manchester- y su relación con Kevin De Bruyne fue espectacular. En la presente campaña, Silva ha ido perdiendo peso en el equipo en favor de Bernardo Silva y de su teórico sucesor, Phil Foden. Sin embargo, Silva ha conseguido lo que todo español sueña: triunfar en el extranjero sin hablar el idioma. Ahora le espera un último destino tentador como China o los Estados Unidos o una vida contemplativa en Las Palmas.
El Chelsea es el equipo que podría perder a más jugadores. Depende de cómo se mire, una oportunidad para cambiar cromos con varios años en el club o una ocasión perdida para sacar algún rédito económico. Willian recaló en Stamford Bridge cuando huía de Rusia, llegó procedente del Anzhi. Escribir el apellido del club, que surgió de un puñetazo al teclado, está al alcance de muy pocos -consultando a internet, Makhachkala-, pronunciarlo, al de nadie. Dos veranos más tarde, en 2015, llegaría Pedro Rodríguez, que escapaba de Messi, Neymar y Luis Suárez. El canario siempre ha sido un comodín para los blues, mientras que el brasileño llegó a su pico con Antonio Conte y terminó heredando el diez de Hazard.
Normalmente, cuando un futbolista divisa la retirada en el horizonte, se encuentra ante tres opciones: volver a casa, jugar donde le dejen y hacer un último gran atraco en alguna liga que funcione como cementerio de futbolistas. Esto es, China, Japón o Arabia Saudí, entre otros. Uno de los pioneros fue, precisamente, un brasileño que pasó por el Chelsea. Oscar fichó por el Shanghai SIPG cuando se le presuponía un potencial de estrella mundial. Ahora comparte vestuario con Arnautovic. El blue que escapa a la teoría es Olivier Giroud. En un ejercicio de imaginación que rechaza verle de regreso a Francia o visitando Turquía, veo cierto encaje en un Giroud motero. Recorriendo, con una chupa de cuero y habiéndose dejado larga la barba, Utah, Colorado y Oklahoma. El final más poético e imprevisible, tanto como Olivier ante un portero, para un campeón del mundo.
De entre los futbolistas que quedan libres a final de temporada, hay algunos que aún les queda cuerda y otros que simplemente esperan dar el último gran golpe. Dos de los de mayor nivel son Jan Vertonghen y Ryan Fraser. El Tottenham ya se demoró con la renovación de Toby Alderweireld y ahora podría perder al que ha sido parte de la columna vertebral de los Spurs durante tantos años. También a Japhet Tanganga, aunque la prensa inglesa explica que el Tottenham estaría trabajando en su renovación. Por otro lado, Ryan Fraser podría terminar al norte de Londres, en el Emirates Stadium. El atacante termina contrato con el Bournemouth y podría dar el salto a un equipo con mayores aspiraciones.
Dos campeones de la Premier League podrían estar viviendo sus últimos días en el King Power Stadium: Wes Morgan y Christian Fuchs. De aquel once inmortal de la temporada 2015-16, solo quedarán los intocables Kasper Schemichel, Jamie Vardy y un Marc Albrighton, el gran olvidado del año del campeonato, cada vez más efervescente. Fuchs podría dejar el fútbol, pero no el mundo del deporte. Hace algunos días, el alemán reconoció que le gustaría probar en algún equipo de fútbol americano. Quién sabe si en un futuro le veremos en la Super Bowl, la noche en la que nacen -y mueren al día siguiente para renacer al cabo de un año- millones de seguidores de este deporte. Morgan, sin embargo, es más posible que termine pivotando en el Staples Center.
También son varios los porteros que están a punto de finalizar sus contratos. Todos ellos han cumplido el sueño de todo guardameta. Y no es ni debutar con la selección, ganar una Premier League o levantar la Champions League. Es ser segundo portero, porque ser el tercero está al alcance de solo unos pocos elegidos. Es hacer un acto de presencia en los entrenamientos y ver gratis, y en primera línea, partidos de fútbol cada fin de semana. Y es que después de probar tal experiencia, como Joe Hart, Claudio Bravo o Heurelho Gomes -los tres terminan contrato-, es difícil aspirar a más. Los segundos porteros o porteros vividores son los funcionarios del fútbol, aunque en Inglaterra las copas abundan y el esfuerzo es mayor. Después está el terrible caso de Willy Caballero, que incluso tuvo que afrontar la titularidad, y ahora se debate entre jugar un año más o retirarse.
Adam Lallana podría abandonar Anfield. En un universo paralelo en el que las lesiones no existen, es uno de los mejores atacantes del mundo. En este, sin embargo, ya no le queda ni la esperanza de convertirse en el duodécimo hombre del Liverpool. También podría hacerlo Nathaniel Clyne, que llegó tardísimo al despegue de Trent Alexander-Arnold. Al otro lado de Stanley Park, Baines confía en una última renovación.
A Andy Carroll, a la espera de lo que pasa en Newcastle, se le está poniendo cara de sucedáneos como Bafétimbi Gomis, en el Al Hilal, Willfried Bony, en el Al Ittihad, o de Emmanuel Adebayor, en el Olimpia paraguayo, donde lleva más expulsiones que goles. Siempre quedará el sueño formar un reducto de exfutbolistas de la Premier League, como el Istanbul Basaksehir, que rescató las reliquias de Clichy, Skrtel, Robinho y Demba Ba.
¿Y ahora qué?, pensarán estos futbolistas. Jack Rodwell nunca se lo preguntó y la vida no le fue mal. Finaliza contrato en Sheffield tras mucho tiempo chupando sangre en Sunderland. Nos lleva años de ventaja en esto del confinamiento. Sea cual sea el destino de estos futbolistas, el mejor consejo es llegar y decir la mentira más legitimada: “Jugar aquí era mi sueño desde pequeño”.