La Premier League es, por derecho propio, una de las mejores ligas deportivas del mundo. Su buen hacer desde su creación a principios de la década de los 90 ha conseguido crear una constelación de futbolistas donde se encuentran algunos de los mejores del planeta. Y como no podía ser de otra manera, también ha conseguido reunir en una misma competición a algunos de los entrenadores más influyentes de la actualidad. Estrategas tan destacados como Pep Guardiola, Jürgen Klopp, Mauricio Pochettino o el recién incorporado Maurizio Sarri son algunos ejemplos del grandísimo elenco que tiene la Premier. Todos ellos, en mayor o menor medida, han aportado una gran riqueza táctica al campeonato, dando cada uno su peculiar visión de algo tan complejo como el fútbol. Esa forma particular de afrontar este deporte ha generado auténticas legiones de fans acérrimos al entrenador en cuestión, defendiendo hasta límites insospechados la visión de su míster favorito. Fans, que por su visión hooligan de algo tan genial como la táctica, están dando lecciones de cómo se debe jugar a un deporte tan sumamente amplio.
El fútbol inglés se ha caracterizado siempre por ser directo. Balonazo arriba y Dios dirá. Podrá parecer más o menos estético, pero ha demostrado ser efectivo a la hora de marcar goles. Porque sí, amigos. El fútbol no va de hacer más regates, pases o tiros que el equipo contrario. Va de meter más goles que tu rival. La posesión y el acierto en los pases importan un carajo si te han metido tres tantos en contra. ¿Puede llegar a ser injusto? Sí ¿Puede provocar que se aburra toda persona en un radio de cinco kilómetros? También. Pero esto seguirá yendo de meter más goles que el contrario.
Pese a que parezca lo contrario, no defiendo el hecho de jugar así. Como aficionado me encantaría que todos los partidos acabasen con un abultado número de goles y jugadas destacadas. Pero es bastante pedante ver como aparecen gurús de cualquier entrenador importante restregando al personal como se debe jugar y como no. De entrada, el fútbol es como vivir la vida. Hay muchas formas de hacerlo y posiblemente ninguna sea correcta. O más bien, ninguna sea más correcta que la demás. Para mí jugar bien implica jugar directo y rápido, mientras que para otra persona el hacer un buen fútbol implique un ritmo más pausado. En definitiva, poco importa como construyas tu camino a la meta si llegas a ella.
Uno de los entrenadores más criticados en este inicio de temporada por su forma de construir el camino al éxito de su equipo es Rafa Benítez. El español ha mostrado en estos primeros partidos de temporada su visión más pragmática del fútbol. En dos de esos tres partidos, los Magpies se enfrentaron a Tottenham y Chelsea, dos equipos que aspiran como mínimo a los puestos que dan acceso a la Champions League. El Newcastle, por la gracia de Mike Ashley, tiene una de las plantillas más limitadas de la Premier League. Salvarse en medio de la crisis institucional que vive el club es ya un milagro en sí mismo. Por tanto, Benítez apuesta por sacar el máximo provecho a sus defensas e intentar sacar petróleo arriba. No es vistoso, pero sí efectivo viendo lo que tiene el Newcastle. Y este estilo de juego no es mejor ni peor que el que muestran los equipos de Sarri.
En un juego con tantas posibilidades como el fútbol, no debería estar tan mal visto jugar de una u otra manera. Cada equipo con su correspondiente entrenador juega a lo que puede, ya que difícilmente se puede jugar a lo que quiere. Cierto es que el aficionado medio va a preferir ver a Sarri antes qué a Benítez, pero de ahí a imponer un único estilo de juego hay un trecho lleno de estupidez y malas ideas. Además, no hay más que ver como se antepone el éxito a la estética en el mundo del fútbol. Primero se exige ganar, después viene aquello de jugar bien. Y dentro de un término tan amplio y subjetivo como “jugar bien” cada individuo tendrá sus preferencias. En resumen, los tiempos de imponer algo porque sí acabaron hace bastante. Todos los estilos están recogidos y son válidos mientras no se lastime a nadie. Aunque sea más bonito, Sarri no es mejor que Benítez. Y menos porque lo digas tú.