Juan Corellano

Un buen final

Andy Carroll volvió a vestir este fin de semana el blanquinegro del equipo de su vida. Tras dos etapas para olvidar en Liverpool y West Ham, el delantero ha vuelto a casa con la treintena cumplida y la esperanza de recuperar su mejor versión.

La historia de Andy Carroll podría encajar en el argumento de muchas películas. Good bye Lenin, porque un Magpie que despertara este sábado de un coma de más de ocho años podría pensar que todo sigue igual al ver vestir al delantero el blanquinegro de las hurracas. El último samurai por su distintivo moño que corona su cabeza y ser uno de los pocos supervivientes de un perfil de delantero que antaño dominó Inglaterra. La vida de Brian, o en este caso de Andy, porque los azarosos contratiempos sufridos le han convertido por momentos en una versión casi paródica del mesías que un día fue en Newcastle.

El regreso de Carroll no fue todo lo épico que podría esperarse de un guion hollywoodiense, pero sí emotivo a su manera. Minuto ochenta y dos de un trepidante y esperado 0-0 del Newcastle frente al Brighton en St. James’s Park. El número ‘7’ de las Hurracas, que antaño lucía el ‘9’ a su espalda, saltaba al campo como sustituto de Jetro Willems en un improbable movimiento a la ofensiva de Steve Bruce. Una afición con escasos motivos para el aplauso se ponía en pie para ofrecer una cerrada ovación al hijo pródigo que volvía a casa.

Este gesto bien podría interpretarse como una desmesurada inyección nostálgica de una afición necesitada de rememorar los buenos tiempos pasados ante las pobres perspectivas de futuro. Sin embargo, se trataba más bien del merecido reconocimiento al jugador que fue, un gran delantero cuya trayectoria tortuosa y complicada ha relegado al olvido.

Una ovación bastante más tímida se escuchó el dos de noviembre de 2006. Tímida, sobre todo, porque Andy debutaba como jugador del Newcastle fuera de casa. Con tan solo 17 años saltaba al césped en el minuto 90 por Nolberto Solano. Los Magpies vencían 0-1 al Palermo en su casa en la fase preliminar de la Copa de la UEFA. Lo mejor estaba por venir.

Los aplausos para celebrar su primer gol tuvieron que esperar hasta enero de 2009.De por medio, un tanto anotado en el verano de 2007 a la Juventus y un supuesto elogio de Buffon, que lo calificó como “delantero de pincel”. No valió ese gol una plaza en el primer equipo, por lo que Carroll acabó marchándose esa temporada cedido al Preston North End, por aquel entonces en Championship. Por lo tanto, no fue hasta mediados de la 2008/09 cuando se estrenó como goleador en Premier. Como no, lo hizo de cabeza.


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Carroll se hizo un hueco en el Newcastle cuando el equipo estaba en Championship en la 2009/10. / Getty Images


Con 24 tantos, Carroll es el cuarto máximo goleador de cabeza de la historia de la Premier solo por detrás de Benteke, Giroud y, como no podía ser de otra manera, el recientemente retirado Crouch. Estos goles suponen algo más del 45% de los totales marcados por el delantero inglés durante toda su carrera en la competición nacional. Ese dato y sus acompañantes en esta testaruda tabla hablan por sí solos del delantero en peligro de extinción que Carroll representa.

A base de tertarazos y aprovechándose de la mala situación de un Newcastle que volvió a Championship en la 2009/10, Carroll se hizo indiscutible en el equipo. En la temporada siguiente tocó techo, culminando con trece goles en liga, su mejor marca hasta la fecha en Premier. Sin embargo, a mediados de la misma, estando en la cresta de la ola, llegaron tres contratiempos que frenarían en seco la carrera del delantero.

El primero y más importante fueron las lesiones. Ese mismo año se perdió hasta once partidos de liga por molestias en el muslo. Era su primera lesión de cierta gravedad. La primera de muchas. Posteriormente, en su etapa en el West Ham, entre la temporada 2012/13 y la pasada, llegó a sufrir hasta trece lesiones que le hicieron estar en el dique seco hasta 1.274 días y perderse un total de 151 partidos. Rodilla, talón, ligamento, zona inguinal y más recientemente tobillo. El cuerpo de Andy dijo basta cuando su fútbol estaba en lo más alto.

Más allá de las lesiones, el segundo contratiempo para Carroll llegó de la mano de una inestable vida privada. “La única vez que recuerdo que se metiera en problemas fue cuando fue descubierto con una botella de whisky” declaraba sobre el Andy responsable de la infancia que describe Geoff Wilson, su antiguo entrenador a principios de milenio, en un artículo en The Athletic. La botella era un regalo de sus padres al propio técnico, pero este malentendido resulta ilustrativo y  premonitorio de la fama de bebedor que el futbolista ha arrastrado durante toda su carrera.

Una fama que, pese a ser conocida en sus inicios en Newcastle, no pasó a primera plana hasta marzo de 2011, cuando el entonces seleccionador inglés Fabio Capello reprobó públicamente las malas costumbres de Carroll. “Necesita mejorar, beber menos. He hablado con él en privado. Es joven, su comportamiento es importante”, sentenciaba el italiano. Desde entonces, la vida privada del inglés siempre estuvo en entredicho. Con frecuencia, el hizo lo necesario para que así fuera.


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Carroll llegó a Liverpool para hacer olvidar a Fernando Torres, pero finalmente fue Luis Suárez quien ocupó esa vacante por delante de él. / Getty Images


El tercer y último revés definitivo para la carrera de Carroll fue su fichaje por el Liverpool en enero de 2011. El gigantón dejó Newcastle para asumir el difícil reto de hacer olvidar a Fernando Torres. Treinta de los cincuenta millones de libras que el Chelsea pagó por el niño fueron destinadas a su fichaje, convirtiéndolo en el inglés más caro de la historia en ese momento. Un gol definitivo en los últimos minutos en semis de FA Cup ante el Everton es el mejor recuerdo de Carroll en Liverpool. De poco sirvió, pues los Reds cayeron ante el Chelsea en la final posterior en la que Andy volvió a marcar. Su fiasco en Anfield, por el dinero invertido y las expectativas puestas en él, fue uno de esos que marcan la reputación de un futbolista para siempre. Nadie puede culparle por intentarlo, pero Carroll ya nunca volvió a ser el mismo.

De su paso por el West Ham quedan casi más cicatrices en sus piernas que goles. Algún destello puntual que recordaba al jugador que pudo ser e insuflaba infructuosamente esperanzas en los seguidores Hammers. Pese a su progresiva devaluación, en Newcastle ha sido recibido con un entusiasmo sorprendente tras su fichaje en el Deadline day del último mercado veraniego. La euforia general no ha llegado solo por parte de la afición que guarda un grato recuerdo de un delantero formado en su ciudad, sino también desde dentro del vestuario.

“Ojalá pueda dar un empujón a los aficionados. Es el chico de aquí que ha vuelto a casa, es genial verle involucrado otra vez” aseguraba su entrenador Steve Bruce en la rueda de prensa previa al partido en la que anunciaba su posible vuelta. Quizás con su actual técnico pueda gozar de más oportunidades. De momento, lo ha empleado en el primer partido que ha podido disponer de él e incluso ha asegurado que podría jugar sin problemas junto a Joelinton, que para ello debería escorarse a la izquierda como ya hizo alguna vez en el Hoffenheim. 

El líder y capitán del equipo, Jamaal Lascelles, también se mostraba optimista la vuelta de Carroll. “Es un líder de verdad. Él sabe que tiene asuntos sin terminar aquí, estuvo cuatro años y va a querer jugar muchos minutos esta temporada para ayudarnos todo lo que pueda”, aseguraba tras el empate sin goles el central.

Como vemos, Newcastle aplaude con unanimidad la vuelta del hijo pródigo pese a no haber llegado en su mejor momento. Quién sabe, quizás la vuelta a casa nos permita disfrutar de su mejor versión en los compases finales de su carrera. No hay duda de que Andy Carroll ha tenido una vida de película. Ahora ha vuelto a Newcastle en busca de un buen final.

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Juan Corellano