Ilie Oleart

Un examen final que no podrá paliar un curso para el olvido

Este sábado, Chelsea y Manchester United se enfrentan en Wembley en la final de la FA Cup. Ambos tratarán de conquistar el título para evitar concluir la temporada en blanco.

Alumnos por lo general aplicados, José Mourinho y Antonio Conte encaran el último examen del año, la final de la Copa inglesa, sabedores de que ni siquiera un sobresaliente ocultará el hecho de que ha sido un curso decepcionante que les abocará a tener que recuperar el terreno perdido durante el verano. E incluso, en el caso de Conte, es posible que tenga que repetir curso en otra escuela diferente al Chelsea.

El fracaso del club de Stamford Bridge ha sido tan notorio como innegable. Y, además, ha sido todavía más patento cuanto venía de conquistar la liga con brillantez. La hecatombe comenzó a labrarse nada más acabar la temporada pasada, cuando Diego Costa reveló que Conte le había informado vía SMS de que no continuaría en el club. Eso redujo el valor del delantero hispanobrasileño en el  mercado de la noche a la mañana y creó una brecha entre la directiva del club, con Marina Granovskaia al frente, y el entrenador. La situación se alargó hasta finales de septiembre, después de que Costa se declarara en rebeldía y se marchara a Brasil. Lo cual dañó incluso la credibilidad de Conte en el vestuario.

En noviembre, Conte sufrió otro revés cuando el director deportivo Michael Emenalo abandonó el club y fichó por el Mónaco. El nigeriano era uno de los pocos aliados con los que contaba en los despachos y su marcha aumentó el poder de Granovskaia con la que no se habla desde hace meses si hacemos caso a las informaciones de algunos medios bien informados sobre lo que se cuece en los intestinos del club propiedad de Roman Abramovich.

Una política de fichajes errática y poco fructífera puso el último clavo en el ataúd de Conte. Morata no logró escapar de la alargada sombra de Costa, Tiémoué Bakayoko es una imitación torpe, desgarbada y sin carisma de N’Golo Kanté, Olivier Giroud es la versión invernal de Morata, y los carrileros Davide Zappacosta y Emerson Palmieri están a años luz de los titulares Victor Moses y Marcos Alonso a los que debían dar relevo. De Danny Drinkwater y Ross Barkley poco se puede decir porque apenas les hemos visto enfundados en la camiseta del Chelsea. Solo Antonio Rüdiger ha jugado con asiduidad este curso, hurtándole el puesto a Gary Cahill.

A pesar de llegar con opciones a la última jornada, el Chelsea ha quedado fuera de la Champions League tras unos meses de febrero y marzo desastrosos en que perdió siete de trece partidos, incluido uno contra el Barcelona que selló su eliminación en octavos de la máxima competición continental. En enero, los Blues cayeron en las semifinales de la Copa de la Liga ante el Arsenal. Así que el alumno Conte llega a este examen final con un puñado de suspensos y pocas opciones de poder seguir en la misma escuela el próximo curso.

No mucho mejor le ha ido a su compañero de pupitre José Mourinho. El portugués ha llevado al Manchester United al subcampeonato de liga que, después de la última reforma de la UEFA que permite incluso al cuarto acceder directamente a la fase de grupos de la Champions League, tiene un valor residual respecto a la tercera o la cuarta plaza. Y más todavía cuando el campeón es el rival ciudadano y te ha aventajado en 19 puntos.

Pero el peor momento del curso para el Manchester United se produjo en la Champions League, cuando quedó apeado por un alumno procedente de una familia con menos recursos pero más aplicado. La eliminación ante el Sevilla y las posteriores justificaciones de Mourinho aludiendo a la historia europea del club fueron no solo el punto más bajo de la temporada sino de toda la etapa de Mourinho en Mánchester.

A pesar de realizar una inversión casi cuatro veces más elevada que la del Chelsea desde que Mourinho y Conte ocuparon sus respectivos banquillos (el gasto neto de los Blues ha sido de 70 millones de libras por 260 del United), el United también ha fracasado con su política de fichajes. La propuesta de Mourinho fue apostar por la calidad en lugar de la cantidad pero ni siquiera eso ha impedido que algunos de sus fichajes estrella fueran cuestionados. Paul Pogba sigue sin exhibir la versión que mostró en Turín con la Juventus y su conexión con Alexis Sánchez todavía deja mucho que desear. Romelu Lukaku y Nemanja Matic han cumplido pero Victor Lindelöf ha resultado de momento un fiasco.

Chelsea y Manchester United llegan a la final de Wembley más igualados de lo que sus posiciones en la tabla indican. Mourinho y Conte se han enfrentado cinco veces en Inglaterra, con tres triunfos para el italiano y dos para el portugués. El United se quedó sin marcar en tres de esos cinco choques y su único enfrentamiento en Copa finalizó con expulsión de Ander Herrera y un solitario gol de N’Golo Kanté. La historia reciente y el énfasis defensivo de ambos equipos permiten entrever un duelo táctico con pocos goles y una pelea encarnizada en el centro del campo.

En las últimas semanas, Mourinho ha recuperado el 4-3-3 (o 4-5-1) que tan buenos resultados le dio en su primera temporada en Old Trafford, con Matic, Herrera y Pogba en la medular. Los tres medios del United se toparán en la parcela medular con Bakayoko, Kanté y Fàbregas. A partir de esa lucha comenzará a dilucidarse el desenlace de un encuentro que difícilmente permitirá al vencedor justificar una mediocre temporada. Respecto al perdedor, solo añadirá un escarnio más a una temporada decepcionante.

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Ilie Oleart