Nacho González

Un juego de dados

Hace dos semanas, la Champions League vio en la misma jornada cómo Daniel Sturridge marcaba en un Liverpool – PSG que también jugaron Xherdan Shaqiri y Eric Maxim Choupo-Moting. Un día después, Renato Sanches fue titular y brilló con el Bayern. Lo cual no tiene otra explicación que Dios divirtiéndose jugando al azar mientras ve fútbol.

Un día te levantas, vas a comprobar si ha salido premiado el boleto que compraste ayer y te acuestas millonario. Del mismo modo que en el camino a la administración de lotería puede caerte una maceta y mandarte al cementerio. Eso sí, con un entierro a todo lujo. El caso es que, teorías de Albert Einstein aparte, hasta un ateo como quien escribe cree que Dios sí juega a los dados. Y, además, que le encanta tirarlos mientras ve fútbol. No hay otra justificación sino un capricho celestial que explique lo que ha sucedido en las dos últimas semanas.

Una de las peculiaridades del curso 2017-2018 de la Premier League fue su paupérrima lucha por no descender, y es que se salvaron los menos malos: apenas 34 puntos habrían bastado para mantenerse en la élite. Swansea City, Stoke City y West Bromwich Albion rebajaron las cotas de dignidad futbolística a unos niveles tan subterráneos que ni en un año de permanencia barata valieron para mantenerse. Es en ese momento de regreso al barro de la segunda categoría inglesa cuando te entretienes pronosticando el futuro de los que han vivido ese drama: los jugadores de renombre huirán del barco para seguir flotando en otro equipo de primer orden y los de medio pelo tendrán que aprender a nadar en el lodo. Pero los hay que sólo meses después son capaces de colarse en tu noche de Champions o en el partido más importante de lo que va de liga cuando parece que fue ayer cuando cambiabas de canal para no torturarte más con su fútbol.

Para cualquiera que haya realizado un mínimo seguimiento de la carrera de Daniel Sturridge, ver su nombre en el once titular del Liverpool para enfrentarse al PSG en la máxima competición continental era un hito para marcar en el calendario. No por falta de calidad, sino porque buscar su historial de lesiones en Google pone en serio peligro la salud del disco de arranque del ordenador. El delantero inglés fue cedido al West Brom en enero de 2018 con la esperanza de recuperar ritmo de competición y aquello terminó como una historia de cabecera para los aficionados al drama: los Baggies descendieron como colistas y Sturridge sufrió múltiples lesiones que apenas le permitieron disputar 116 minutos. Por eso ver a Daniel abrir el marcador contra el gigante parisino y escuchar a Jürgen Klopp definiendo su actuación como «un súperpartido» fue algo que no hace mucho era inimaginable.


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Shaqiri y Choupo-Moting, durante el Liverpool-PSG. Foto: PA vía SportBible.com


Lo de Sturridge es una de esas carambolas que conceden la enésima oportunidad a una carrera en bache continuo. Roberto Firmino no tenía un sustituto de garantías, el inglés quedó como la opción natural más factible tras el cierre de mercado y los caprichos del azar quisieron que al brasileño casi le sacaran un ojo en la jornada de Premier previa al duelo contra el PSG. Son estas casualidades las que hacen que, quizás, a la enésima vaya la vencida. Es un giro en su vida que ya no parecía que tomaría, pero la suya no es la única carambola improbable que vivió Anfield esa noche.

Ser testigo de cómo la carrera Sturridge recuperaba de golpe sus mejores momentos en una noche de Champions fue un hito para contar a los nietos. Pero asistir en el mismo partido al enfrentamiento entre Xherdan Shaqiri y Eric Maxim Choupo-Moting mereció escribir unas memorias. Dos tipos que hacía sólo unos meses habían descendido con un Stoke más parecido a una temporada de Jackass que a un club de fútbol estaban ahí, disputando balones como revulsivos de dos de los equipos más grandes del mundo. Y es que ya uno se cree cualquier cosa en este deporte después de ver los acuerdos entre PSG y Stoke: la cesión de Jesé Rodríguez a los Potters y el traspaso de Choupo-Moting a París sólo se explican con una mesa de negociación llena de cerveza.

Sturridge, Shaqiri y Choupo-Moting en un Liverpool – PSG ya es por sí mismo un complicado desafío a la lógica, pero quiso unirse una cuarta pieza al puzzle de la incoherencia. Renato Sanches llegó cedido al Swansea en el verano de 2017 como uno de los mayores nombres que había atraído el club galés en los últimos años. Nada más aterrizar eligió el dorsal 85 para vestir el blanco de los Swans, y la Premier League lo rechazó por ser un número demasiado alto, así que tuvo que portar el 35. Algo parecido pasó con su etapa allí: las expectativas fueron demasiado altas, así que acabó viendo casi toda la temporada del descenso de la entidad desde el banquillo. Y, meses después, ahí estaba él, en la misma jornada de Champions League, jugando como titular en el Bayern de Múnich y marcando un gol contra el Benfica. Un gigante de Europa celebrando un tanto de un descartado del Swansea. Ya no queda nada por ver en este mundo.

Han pasado dos semanas desde aquella jornada en la que el mundo se puso del revés. Desde entonces, Sanches se ha asentado en el once del Bayern, Choupo-Moting se ha estrenado como goleador en el PSG, Shaqiri juega regularmente en el Liverpool y Sturridge empató hace unos días el mejor partido de lo que va de Premier con uno de los goles de su carrera contra el Chelsea, el equipo que no confió en su talento antes de que explotase en Anfield. No hace falta mirar hacia arriba y preguntar a quienquiera que ande por ahí si se está divirtiendo con su juego de mesa. Es evidente que lo está pasando como un enano.

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Nacho González