No creo que le importe demasiado a James Ward-Prowse, ni a Ralph Hasenhüttl, que las portadas y los titulares se los esté llevando Danny Ings. La falta de gol era un signo preocupante -o eso parecía- justo antes del inicio de la temporada. Y goles son amores. Pero el delantero se ha propuesto callar bocas y eso beneficia a todo el equipo. Y, aunque no es la intención de estas palabras enfrentarse al ego del delantero (por aquello de acabar con un ojo morado), hoy sirven para hablar de su compañero. Del futbolista comodín que hace mejores a los Saints.
La llegada de Hasenhüttl cambió la propia percepción de Ward-Prowse en sí mismo y el cómo quería que le vieran los aficionados a partir de entonces. Empezó a ser consciente de sus fortalezas y sus debilidades y mudó de piel, abandonando su estatus de canterano del club para empezar a consolidarse como pieza importante del proyecto. Se convirtió en la figura más representativa de la idea de juego de su entrenador y, enseguida, abrazó la capitanía tras su mejor acompañante, Pierre-Emile Højbjerg.
La polivalencia del inglés no solo se confirma comprobando todas las posiciones que ha ocupado sobre el terreno de juego, sino cerciorándose de la cantidad de espacio que es capaz de abarcar en un solo partido, de la cantidad de tareas que es capaz de cumplir y de la cantidad de roles que es capaz de asumir en tan solo noventa minutos. El sistema lo dibujan los técnicos y lo ejecutan los jugadores y Ward-Prowse ha conseguido poder encajar en cualquiera de ellos, incluso como lateral diestro. Él forma parte de ese grupo de jugadores que tanto gustan al técnico austríaco y a los que denomina “de mente abierta”.
Sin duda, destaca por su excelente papel como centrocampista, junto a Højbjerg. Desde ahí puede desplegar todo su potencial. Sus 4 goles y 3 asistencias, en los 29 partidos de Premier League disputados hasta el parón, hablan de un jugador con cierta incidencia en los últimos metros. Pero no solo con balón. La filosofía de Hasenhüttl ante la pérdida de la posesión se ve reflejada en su centro del campo. Højbjerg promedia 1’5 intercepciones por partido y Ward-Prowse, 1’2. Su intensidad se traduce en las 1’5 faltas -cada uno- por partido. Los Saints son, tras Leicester y Liverpool, el tercer equipo más rápido en recuperar el balón. La presión la marcan ellos y la ejecutan junto al resto de equipo.
Además, de entre todos los datos, para medir la relevancia de un jugador en el Southampton, contamos con la unidad de medida más precisa que existe: los elogios de Matt Le Tissier. Y, efectivamente, la leyenda de los Saints también ha sucumbido a los encantos de Ward-Prowse. Más concretamente a los de sus lanzamientos de falta. “Consigue ritmo y descenso al mismo tiempo. Su técnica para hacerlo es brillante”. Porque esta es la cualidad que más reflejan sus highlights. El centrocampista es letal a balón parado. Ya sea desde los once metros o desde cualquier punto del campo que le permita un lanzamiento directo. Esta temporada solo ha marcado un gol de falta y otro de penalti, los tambores de guerra suenan cada vez que Ward-Prowse se dispone a tirar, pero su relevancia parece ser inversamente proporcional a sus highlights.
Y -como de ‘Le God’- de Ward-Prowse también se ha dicho que es demasiado bueno para estar ahí. Incomprendidos de la clase media con ambición de élites. A sus 25 años, es el jugador con mayor antiguedad en el club. Desde 2012 vestido de rojiblanco como profesional. Su importancia ha ido creciendo exponencialmente con el paso de los años y esto se refleja en los minutos disputados. Esta temporada, a falta de 9 jornadas, ya había conseguido jugar más minutos que en cualquier otra temporada anterior (2.610 minutos). Afianzado en el once y pilar fundamental del plan trazado por el joven entrenador de los Saints.
Además, el centrocampista se ha convertido, gracias a su capitanía, en uno de los portavoces de la plantilla. Se erigió como una de las voces que luchó en favor de la comunidad mediante la rebaja de salarios de los jugadores y se mostró orgulloso de pertenecer al primer club de la Premier League en comunicar dicha decisión de forma oficial. Y su papel en favor de la salud del fútbol no termina ahí. Fue una donación de Ward-Prowse la que ayudó East Lodge FC, un club de Portsmouth en el que empezó a ensayar sus primeras faltas, a no desaparecer. Esto ha hecho posible lo que parecía imposible, que un jugador del Southampton cuente con un mural en su honor en la ciudad que le vio nacer y de la que se fue para recalar en el eterno rival.
En el St Mary’s Stadium, Ward-Prowse y toda su parroquia respiran tranquilidad. Ni la mayor goleada de la historia de la primera división del fútbol inglés fue capaz de derrumbar el sólido proyecto de Hasenhüttl. El técnico ha sabido aportar frescura a un club que en los últimos años venía siendo un vaivén de emociones para sus aficionados. Es por ello que cuando pensamos en el Southampton del futuro, lo hacemos con el austríaco sentado en el banco. Y -si el dinero y la ambición lo permiten- seguro que, este, querrá mantener la figura que mejor representa su fútbol sobre el verde. Todo está preparada para que Ward-Prowse lidere uno de los proyectos más atractivos de la clase media de la Premier League. Con el permiso de Danny Ings.