Actualmente los futbolistas parecen dioses bajados del cielo. Gente que ha sido devorada por su ego y por la cantidad ingente de dinero que reciben a una edad tan joven, aspectos que suelen impedir tener los pies en la tierra. Pese a ello, aún existen jugadores que solamente son futbolistas, pero cada vez quedan menos. Uno de esta especie en extinción es Michael Carrick, un tipo normal que tuvo una carrera en la que tocó el cielo ganando la Champions y fue parte vital del último gran Manchester United sin necesidad de llamar la atención con cosas que poco o nada tienen que ver con el balón.
Sus inicios en esto del fútbol fueron en el Wallsend Boys Club, equipo de la localidad en la que nació y que es conocido por formar un considerable número de jugadores profesionales entre los que se encuentran nombres tan ilustres como Alan Shearer. Tras conseguir despuntar en este conjunto de Tyne and Wear, consiguió dar el salto al West Ham United, club en el que aprendió que ser futbolista no era sencillo. En sus años como juvenil tuvo una mala racha, ya que sus numerosas lesiones y un par de cesiones a Birmingham y Swindon Town provocaron que Carrick tuviese que esperar hasta la temporada 2000/2001 para disputar una campaña completa en Upton Park tras haber debutado con el primer equipo un par de años antes.

Pese a ello, la espera mereció la pena. En las dos primeras temporadas que formó parte del primer equipo del West Ham United, el inglés fue parte vital del equipo y fue nominado a Mejor Jugador Joven de la temporada, premio que se llevó un tal Steven Gerrard. Además, consiguió debutar con los Three Lions en mayo de 2001 con Sven-Göran Eriksson en el banquillo. Pero cuando todo parecía que podía mejorar aún más, el destino le tenía preparado un nuevo revés a Carrick. El West Ham descendió en la temporada 2002/2003 y los mejores jugadores de la plantilla abandonaron Upton Park. Aunque la situación del equipo era muy mala y tenía ofertas equipos de la Premier, el centrocampista a sus 22 años mostró algo que sería una constante en su carrera: el compromiso con su club.
La temporada en Championship -en aquellos años First Division- de Carrick fue excelente a nivel individual. Fue nombrado mejor jugador de la competición y fue clave en un West Ham que acabó en una cuarta posición que clasificaba al equipo a los play-offs. Aún así, los Hammers cayeron en la final ante el Crystal Palace, dejando así a los de East End otro año más en segunda. Una sentencia demasiado grande para un jugador como Carrick, al que le llovían las ofertas de equipos de la Premier. Finalmente, el West Ham aceptó la oferta de algo más de tres millones de libras por parte del Tottenham, provocando que el inglés diese un más que merecido paso adelante en su carrera.
Sus inicios en el norte de Londres volvieron a recordarle a Carrick que, pese a regresar con éxito de su año en la First Division, el camino no sería sencillo. Tras un inicio lleno de dudas, lesiones y desconfianza por parte de Jacques Santini, entrenador del Tottenham por aquel entonces, llegó su momento. El cambio de entrenador hizo que el inglés se hiciese dueño y señor de la medular de los Spurs, situación que se mantendría en las dos temporadas que estaría en White Hart Lane. Su segunda temporada en el Tottenham fue bastante más especial que la primera, ya que su rendimiento en partidos como el derbi ante el Arsenal, la vuelta a la selección tras unos años de ausencia y sus números individuales hicieron que llamase la atención de Sir Alex Ferguson sustituyese a una leyenda como Roy Keane en su Manchester United.

Pese a que el Tottenham se opuso a la venta del mediocentro por su gran rendimiento, Carrick acabó haciendo las maletas rumbo a Mánchester casi un mes después de caer eliminado con la selección inglesa en los cuartos de final del Mundial de Alemania. Con los Red Devils, el inglés empezó llenar de trofeos su palmarés. El año que llegó a Old Trafford, los muchachos de Ferguson consiguieron volver a ganar la Premier League, el primer título liguero desde 2003 para los Red Devils y primer título de la carrera de Carrick. Con 26 años recién cumplidos, su carrera comenzaba a subir más y más tras años bastante duros. Cuatro Premier League más, una FA Cup, tres EFL Cup y unas cuantas Community Shield hicieron que en su palmarés no faltase ningún título nacional, mientras que lejos de las fronteras de Inglaterra también consiguió reinar, ganando todo título intercontinental a excepción de la Supercopa de Europa. Mandando en silencio desde el centro del campo, el temible Manchester United de Alex Ferguson consiguió ganar su única Champions League en 2008, número que sería más grande de no ser por las dos derrotas ante el Barcelona de Guardiola en años posteriores.

Gracias a su comportamiento y liderazgo, fue siempre una pieza importante en el vestuario que dirigió Ferguson en sus últimos años como entrenador, siendo considerado por este como uno de los capitantes de la plantilla. Ese reconocimiento que tenía por parte de los suyos se vio reflejado también en sus rivales, ya que recibió halagos de Wenger, Guardiola o Xavi Hernández. Además, en la temporada 2012/2013, Carrick estuvo nominado a Mejor Jugador del Año en Inglaterra.
Tras la salida de Ferguson del Manchester United, el club inició un proceso de reestructuración en el que aún se encuentra sumergido. Al mismo tiempo que su equipo se iba perdiendo más y más en busca de la estabilidad de la que gozaba años atrás, Carrick también vivió su “descenso” particular. Ya sea por las lesiones o porque los años no pasan en balde, el inglés fue perdiendo progresivamente protagonismo. Aún así, fue relativamente importante con David Moyes y Louis Van Gaal en el banquillo, llegando su bajón más notable en cuanto a los partidos disputados con José Mourinho. De hecho, a fecha de este artículo solo ha disputado 24 minutos en la actual edición de la Premier League.
Para cuando cuelgue las botas, Carrick formará parte del cuerpo técnico del Manchester United. Viendo la cantidad de talentos jóvenes que tiene el club mancuniano, tener cerca a alguien como el veterano centrocampista es un alivio, ya que su carrera es todo un ejemplo. Sin hacer ruido, su carrera ha estado marcada por el éxito y el saber estar, mientras que fuera del terreno de juego, no ha necesitado crear escándalos ni salir con una modelo para que los focos le apunten a él. Una trayectoria que ha destacado, por encima de sus numerosos títulos, por ser la de una especie de futbolista que está en peligro de extinción: el tipo normal que solo se dedicaba a hacer su trabajo.