Ilie Oleart

Una década de luces y sombras

El Stoke ha dicho adiós a la Premier League después de diez años y se enfrentará ahora a su partido más difícil: una imprescindible reconstrucción que será de todo menos fácil, sobre todo si el club quiere volver a corto plazo a la élite futbolística o evitar que la dramática situación actual les lleve más allá de la Championship.

Tras caer por 1-2 ante el Crystal Palace, el Stoke dijo adiós a una década en la Premier League. Diez años a lo largo de los cuales los Potters han pasado a formar parte del folclore de la liga gracias a su peculiar idiosincrasia y la de algunos de los profesionales que han pasado por el club en este tiempo.

Hablar del Stoke en Premier League es hacerlo de Rory Delap y sus saques de banda; del fútbol directo de Tony Pulis y el humor de los aficionados de los Potters cuando les acusaban de jugar a rugby en lugar de a fútbol (“We are Stoke City and we play what we want”); de cómo visitar Stoke se convirtió en la prueba definitiva para medir el valor de un equipo o jugador (¿podrías hacerlo una fría noche de martes en Stoke-on-Trent?); una final de Copa y la posterior aventura europea que acabó en Valencia; y, también, por supuesto, de otros momentos menos agradables como la grave lesión de Aaron Ramsey y la agria relación entre Stoke y Arsenal que se derivó.

El Stoke ascendió a la Premier League por primera vez en su historia de la mano de un técnico fácilmente reconocible por su gorra y su fútbol directo. Tony Pulis condujo a los Potters a la élite y allí los estabilizó, finalizando cinco temporadas consecutivas entre el 11º y el 14º lugar. Fue entonces cuando el propietario del club, Peter Coates, dueño de la casa de apuestas Bet365, decidió que el equipo necesitaba cambiar de estilo para progresar. Coates consideró que el fútbol antediluviano de Pulis había llevado al club lo más lejos que podía y que necesitaba adaptarse a los nuevos tiempos del fútbol de posición para entrar en la mitad alta de la tabla. Y aquí es donde entra Mark Hughes.

El técnico galés llegó a Stoke con el firme propósito de reparar su dañada reputación tras el fracaso en el Queens Park Rangers, donde dilapidó una fortuna y no fue capaz de mantener al club en la élite. Sus primeras tres temporadas condujeron al club a tres novenos puestos consecutivos. El técnico realizó una transición suave y tranquila que contó con el respaldo de los pesos pesados del vestuario y el beneplácito de la directiva. Pero la falta de inversión y una política de fichajes digna de un niño de 12 años jugando al Football Manager marcaron el principio del fin.


En los últimos años, el Stoke se ha convertido en un cementerio de elefantes para futbolistas que un día creyeron destinados al cielo y acabaron en el infierno por culpa de sus pecados.


En su primera temporada en la élite, 2008-09, Pulis invirtió casi 30 millones de libras netos en los fichajes de futbolistas como Dave Kitson, James Beattie, Seyi Olofinjana, Danny Higginbotham o Adoulaye Fayé. A partir de ahí, la inversión en refuerzos fue cayendo progresivamente. El gasto neto de las últimas cinco temporadas asciende a 83,48 millones de libras, por debajo de clubes como Watford, Crystal Palace, West Brom, Bournemouth, Everton o West Ham. Pero el principal problema no ha sido la falta de inversión sino en qué futbolistas se ha invertido ese dinero.

En los últimos años, el Stoke se ha convertido en un cementerio de elefantes para futbolistas que un día creyeron destinados al cielo y acabaron en el infierno por culpa de sus pecados. La dirección deportiva del club se ha dejado engatusar por el aura de estrellas de futbolistas procedentes de grandes clubes europeos como Oporto (Bruno Martins Indi y Giannelli Imbula), Inter de Milán (Xherdan Shaqiri), Tottenham (Kevin Wimmer), PSG (Jesé), Schalke 04 (Eric Choupo-Moting), Liverpool (Joe Allen, Glen Johnson y Charlie Adam), Barcelona (Bojan Krkic, Marc Muniesa e Ihrahim Afellay), Manchester City (Wilfried Bony), Werder Bremen (Marko Arnautovic, otro exjugador del Inter), Bayer Leverkusen (Philipp Wollscheid) o Chelsea (Victor Moses, Kurt Zouma, Marko van Ginkel).

Podríamos dedicar un puñado de párrafos a regodearnos en el paso de cada uno de estos futbolistas por Stoke-on-Trent pero servirá a modo de ejemplo el caso de tres delanteros. Wilfried Bony llegó cedido del Manchester City en 2016 para ser titular en la punta de ataque. Los Citizens lo habían fichado en enero de 2015 tras un prolífico año y medio en Swansea, donde marcó 25 goles en Premier League. En el Manchester City apenas tuvo oportunidades y el Stoke cerró su cesión esperando que el marfileño se redimiera en los Potters. El balance de su temporada en Stoke-on-Trent fue de diez partidos de liga, dos goles y un jugoso sueldo que corrió íntegramente a cargo de los Potters.

 


Se avecinan tiempos difíciles para el club que deberá deshacerse de esa colección de egos sobrevalorados que acumula en el vestuario y sustituirles por jugadores de fútbol.


Hubo una época (ya remota) en que Saido Berahino parecía destinado a convertirse en el nuevo Wayne Rooney (está bien, o al menos el nuevo Theo Walcott). Clubes como Tottenham o Manchester United siguieron sus pasos de cerca pero el desorden de su vida personal acabó condenándole al ostracismo en el West Brom y su posterior traspaso al Stoke. Meses después de fichar, supimos que su extraña ausencia de los terrenos de juego durante meses se debió a una sanción de ocho semanas impuesta por la federación tras dar positivo por una droga a base de éxtasis. No ha sido precisamente éxtasis lo que ha generado Berahino en las gradas del Bet365 desde que llegó a Stoke-on-Trent. Su último gol se remonta más de dos años. En este tiempo, tuvo incluso la posibilidad de acabar con su sequía desde el punto de penalti. No hubo suerte.

El español Jesé llegó a Stoke el pasado mes de agosto al son del reguetón como si fuera una estrella mundial. Comparado alguna vez con Cristiano Ronaldo (“el bichito” le llamaban en el vestuario del Real Madrid por sus supuestas similitudes con el astro portugués), fue fichado en 2016 por el PSG por casi 30 millones de euros. Su estancia en París fue más breve que la de los nazis en la Segunda Guerra Mundial y acabó igual de mal. Así que, como Bony, Berahino y otra docena de futbolistas, fue a Stoke para tratar de enderezar su carrera. Como todos sus predecesores, fracasó en el intento. Y eso que su paso por el club no pudo comenzar mejor: marcó el gol de la victoria ante el Arsenal en su debut. Ese fue su primer y último gol con la camiseta de los Potters. En la temporada, se ha mostrado más activo en las redes sociales tirándose trastos a la cabeza con su exnovia que sobre los terrenos de juego. Lo cual tampoco era difícil porque ha pasado la mitad del año entre Madrid y Canarias.

El menos culpable de este sonado fracaso es sin duda Paul Lambert. Llegó con el equipo en caída libre y heredó una plantilla desequilibrada y carente de talento en todas las líneas. Lo cual no quiere decir que fuera el técnico idóneo para sustituir a Hughes ni que lo sea para devolver al club a la Premier League. Se avecinan tiempos difíciles para el club que, en primer lugar, deberá deshacerse de esa colección de egos sobrevalorados que acumula en el vestuario y sustituirles por jugadores de fútbol, reduciendo la nómina por el camino. Será un ajuste arduo y, en última instancia, doloroso. Pero imprescindible si el club quiere volver a corto plazo a la Premier League o, al menos, evitar seguir los pasos del Sunderland y seguir cayendo.

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Ilie Oleart