Jordi Cardero

Una derrota para reflexionar

A pesar de pelearle con medio equipo en la enfermería, al Tottenham se le complica su estancia en la Champions League con más dudas que nunca.

El proyecto de Mauricio Pochettino en el Tottenham está en un punto indeterminado. Las últimas temporadas han servido para fomentar una base y establecer una columna vertebral en relación a un estilo de juego definido. Aunque ahora el contexto ha cambiado; se piden resultados. Sin embargo, los Spurs no comen aún en la mesa de los mayores. Juventus de Turín, y ahora Barcelona, se han encargado de mantenerlos alejados. Al menos unos metros más allá. El Tottenham está ahí, pero no asusta.

Repetir vestido nunca luce igual que en la primera ocasión. Pochettino siempre se ha mostrado reacio a jugar en Wembley. Incluso el estadio perdió el atractivo visual de las grandes ocasiones, el verde de Hyde Park está más cuidado que el césped que anoche presentó Wembley, mermado por un combate de boxeo. El técnico argentino espera el nuevo White Hart Lane, por el que, de momento, se ha visto más cocaína que fútbol. Las bajas de Mousa Dembelé, Dele Alli o Christian Eriksen desnudaron las carencias del equipo. Harry Kane se disfrazó de todos los ausentes para comunicar al equipo: construía como el belga y conectaba como los mediapuntas. Pero Harry también fue Kane, capaz de generarse un gol de la nada. No obstante, Hugo Lloris quiso recordarnos que, pese a coronarse campeón del Mundo, sigue cometiendo atrocidades eventualmente, y además, capaz de repetirlas en el mismo partido, haciéndose un autopase fuera del área ante Luis Suárez, tras regalar un gol minutos antes.

El joven argentino que estuvo a punto de compartir vestuario con Pochettino en el Espanyol, Leo Messi, destrozó el encuentro. Fusiló al doble pivote londinense, formado por Harry Winks y Victor Wanyama. Domó el centro del campo, omnipresente y de la mano de Arthur, que se presentó ante Europa. El Tottenham pudo conectar muy pocas veces con sus atacantes, la presión de los catalanes les asfixiaba, el balón quemaba. Aun así, los Spurs estuvieron muy cerca de sumar un punto ante el Barça. En la forma, se quedaron a las puertas, pero en el fondo la diferencia fue abismal. Si bien es cierto que, por las bajas, no fue el mejor partido para medir la altura del equipo. Y por si fuera poco, a las lesiones se le sumaron los mejores minutos de la temporada de los culés. Aferrarse a la ilusión del nuevo estadio no es compatible ni justifica el hecho de no fichar. Terminó el Tottenham apostando por Fernando Llorente, que entró con el rol que también emplea Marouane Fellaini en el Manchester United en momentos especiales: versión de armario empotrado en busca de balones que sobrevolaban el suelo inglés.

En la segunda mitad, los hombres de Pochettino le perdieron el respeto al Barcelona. Recortaron la diferencia hasta en dos ocasiones, pero resultó insuficiente. La inercia no culminó en empate. El Tottenham aún está por definirse. Cuando parece enderezar el rumbo, falla. Pasó en la estrepitosa eliminación en Champions ante la Juventus y también en el pasado mercado de fichajes -otro punto de inflexión-. Sus jugadores franquicia crecen y -de momento- esperan. La distancia futbolística que ha recortado el Tottenham durante los últimos años es enorme, pero la exigencia ha aumentado en relación a ésta.

Messi fue demasiado. Insistió en marcar por el palo derecho de Lloris hasta conseguirlo. Y cerró el encuentro con el cuarto gol, batiendo al portero francés con la mirada justo antes de disparar. Mientras Kane maldecía las lesiones de sus compañeros. Una derrota que llega a modo de reflexión: deja al Tottenham sin sumar en Europa. Valverde, en 2006, obligó a Pochettino a retirarse como futbolista. Y ahora le hará replantearse algunas preguntas. O bien, se las trasladará al señor Daniel Levy.

 

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