La casilla de salida
No todos los seres humanos partimos de la misma casilla de salida. Un tipo nacido de una familia acomodada en el mundo occidental no tiene las mismas oportunidades de acabar dirigiendo una mulltinacional de los cosméticos que otro que nace en una familia obrera en Bagdad. Pues con los clubes sucede lo mismo. Hay clubes ricos y clubes pobres. Y, además, cada temporada, arrancan desde una casilla diferente. Aquellos que tienen un entrenador longevo y un proyecto a largo plazo (léase Tottenham, por ejemplo) parten con ventaja respecto a los que llegan nuevos a un club o incluso a una liga. En este sentido, tanto José Mourinho como Pep Guardiola arrancaron su andadura en sus respectivos clubes este verano, aunque el portugués contaba con una ventaja crucial, puesto que ya conocía la liga. Para compensar esa deficiencia, el catalán incorporó en su cuerpo técnico a Mikel Arteta, profundo conocedor de la idiosincrasia particular del fútbol inglés después de tantos años en Everton y Arsenal, además de su experiencia en Escocia en el Glasgow Rangers. Además, Manchester United y Manchester City no partían de la misma casilla.
El United sufrió una grave indigestión tras la marcha de Sir Alex Ferguson de la que todavía no se ha repuesto. En algunas fases, como la primera temporada de Louis van Gaal pareció recuperarse pero solo ha sido para recaer de nuevo. La temporada pasada, el United finalizó por segunda vez en tres años sin Fergie fuera de los puestos de Champions League (5º). El único éxito del club la temporada pasada fue la consecución de la FA Cup, después de quedar eliminado en cuarta ronda de la Copa de la Liga y en la fase de grupos de la Champions League.
El City protagonizó una temporada más que decente en el curso de despedida de Manuel Pellegrini. Aseguró el objetivo mínimo en liga con la clasificación para la Champions League (fue cuarto en liga), conquistó la Copa de la Liga y, sobre todo, alcanzó las semifinales de la Champions League, la mejor posición del club en su historia en la competición. Desde luego, el Manchester City partía unas cuantas casillas más adelante esta temporada.
Las expectativas
En verano, el Manchester City rompió el récord de inversión en un solo mercado de transferencias en la historia del fútbol inglés con un gasto neto total de 150 millones de libras, que permitió a Guardiola incorporar a un grupo de futbolistas ya contrastados en Europa, como John Stones, Leroy Sané, Ilkay Gundogan, Nolito o Claudio Bravo, a los que se sumó Gabriel Jesus en enero. Sumados a una plantilla que ya andaba sobrada de talento con jugadores como Yaya Touré, David Silva, Raheem Sterling, Kevin De Bruyne o Sergio Agüero, el City arrancó la liga entre los favoritos al título.
El Manchester United tampoco escatimó esfuerzos en verano. Mourinho invirtió 117 millones de libras netos en reforzar su plantilla con pocos jugadores pero de talla mundial. Así, llegaron a Old Trafford Paul Pogba, Henrikh Mkhitaryan, Zlatan Ibrahimovic y Eric Bailly. Aunque es cierto que la plantilla del United tenía pocos jugadores equivalentes a su talla. Quizás los infrautilizados Ander Herrera y Juan Mata, el portero David De Gea y poco más. Las estrellas de otras épocas como Wayne Rooney o Michael Carrick ya se encontraban en pleno declive cuando apareció Mourinho y los jóvenes como Anthony Martial o Marcus Rashford todavía están lejos de poder ser considerados como estrellas del fútbol mundial.
Así las cosas, los objetivos realistas para el City eran luchar por la liga, tratar de emular la participación en Champions del curso anterior y quizás sumar alguna de las dos copas domésticas. En el caso del United, las expectativas eran algo más bajas: quedar entre los cuatro primeros de liga para acceder a Champions y tratar de añadir algún título a sus vitrinas.
El juego
La era Van Gaal en Old Trafford será recordada para siempre por pequeños detalles estrambóticos, como Phil Jones lanzando saques de esquina o los aficionados coreando “four, four, two” en las gradas de Loftus Road en respuesta a las innovaciones tácticas del entrenador holandés. Así que el equipo no venía precisamente de deleitar a los espectadores con su juego eléctrico e incisivo. La llegada de Mourinho ha hecho poco para cambiar eso. El United es solo el octavo equipo que más goles ha marcado esta temporada en Premier. Sus prestaciones en los grandes escenarios ha sido especialmente criticada. Entre sus visitas al Emirates, Etihad, White Hart Lane, Stamford Bridge, Goodison y Anfield, el United ha marcado dos goles. Que le sirvieron para sumar un punto de dieciocho posibles.
En cuanto al juego del City, ha sido una montaña rusa. Comenzó practicando un fútbol eléctrico con Silva y De Bruyne de interiores en un 4-3-3 pero Guardiola no tardó en hacer cambios, apostando por diferentes sistemas y estilos que no han acabado de fructificar. Hasta que acabó regresando al sistema inicial y ha recuperado las sensaciones del inicio. En cualquier caso, al menos el City ha mostrado ciertos destellos de hacia dónde se dirige. Del United necesita un GPS para fijar su rumbo.
Evaluación final
Considerando los objetivos y las expectativas generadas en torno a ambos equipos, es innegable que ambos se han quedado lejos de cumplirlas. El Manchester City arrancó a toda velocidad la liga y parecía destinado al título pero se estrelló en la primera curva. Desde que el Chelsea cogió velocidad de crucero, solo el Tottenham fue capaz de seguir su estela. En cuanto a la Champions, el equipo de Guardiola quedó eliminado por el Mónaco en octavos de final. Como factores atenuantes, cabe reseñar que cayó a causa del valor doble de los goles en campo contrario y que el equipo monegasco fue, a la postre, semifinalista del torneo. Sin embargo, la goleada recibida en el Camp Nou por 4-0 y los seis goles encajados del Mónaco impiden calificar su participación europea de aceptable.
En cuanto al United, la sexta posición en liga solo puede calificarse de fracaso. Sin contar la temporada de David Moyes, en que el equipo fue séptimo, es la peor posición del club en la historia de la Premier League. Si excluimos ese primer año sin Ferguson, el United no quedaba tan abajo desde 1991. Los Red Devils han sumado solo 17 victorias, su peor récord en la historia de la Premier League (hasta ahora, eran las 19 de 2013-14 y 2015/16). Los triunfos en competiciones menores como la Community Shield (considerada en Inglaterra como un “amistoso elegante”) y la Copa de la Liga no son más que un pequeño tentempié para un hambriento. Ante esta tesitura, la Europa League se ha convertido en el cara o cruz de la temporada del United. En caso de derrota, su curso solo podrá considerarse como un fracaso. En caso de victoria, logrará por una vía secundaria acceder a la próxima Champions League y completar su catálogo de trofeos continentales. Pero eso es como perderse conduciendo por la autopista y acabar llegando al destino por un camino de piedras con dos ruedas pinchadas y una tupida capa de polvo envolviendo el coche. ¿Has llegado al destino? Sí. ¿Lo hiciste por el camino que querías tomar inicialmente? No.
La primera temporada de Mourinho y Guardiola en Mánchester ha sido decepcionante. ¿Cuál ha sido peor? A eso ya resulta más complicado contestar. Si el United pierde la final de la Europa League, no habrá duda. Si la gana, responder a la pregunta resulta más complicado. A favor del United, haber ganado tres títulos (Community Shield, Copa de la Liga y Europa League). En contra, un triste sexto lugar y un juego mediocre. ¿A favor del City? Algunas lagunas de buen juego y la tercera posición en liga. ¿En contra? La eliminación del Mónaco y la temporada en blanco. A riesgo de ser acusado de cobarde y políticamente correcto, eso parece un empate a mis ojos. A nada, concretamente.
Puedes opinar sobre este artículo en los comentarios, en Twitter con el hashtag #CityUnitedLMI o en Facebook en el post del artículo. Como siempre, podéis hacernos llegar vuestros comentarios y opiniones a la dirección de correo info@lamediainglesa.com.