Poco a poco nos hemos ido creyendo al Tottenham. Parte del mérito de Mauricio Pochettino es que hayamos metido a los Spurs en el mismo saco que Manchester City o Liverpool. Están ahí, en la lucha por la Premier League. Aunque, si esto fuera la película de “El bueno, el feo y el malo”, Cityzens y Reds serían los buenos y los malos -quién es quién eso ya depende de cada uno- y el Tottenham sería el feo. Un año más, vuelven a estar batallando en el silencio, buscando el rebufo de los candidatos mediáticos. Pese a la mejoría como club, a los Spurs se les pide un título. Una Copa de la Liga, una FA Cup. Trofeos que, por ejemplo, prolongaron la vida de Arséne Wenger como entrenador del Arsenal durante algunas temporadas. Aun así, la Champions League es uno de los escencarios más ilusionantes.
Sin fichar en verano y aún exiliados en Wembley, el Tottenham se antepuso a todas las dificultades y volvió competir. Siempre con los nuevos matices que Pochettino aporta. Las cosas empezaron a ir bien. La batalla por el sueño de la Premier League no es solo una ilusión y en Champions League aún siguen vivos. Pero, en el momento más importante de la temporada, Dele Alli y Harry Kane cayeron lesionados. Los Spurs nos hicieron recordar a aquel amigo que todos tenemos. Al que, si algo le puede salir mal, le sale aún peor. El que se va de casa y se deja las llaves dentro, el que sale de fiesta y pierde la cartera, el que de camino al aeropuerto se da cuenta de que no lleva el pasaporte. La suerte nunca cayó del lado londinense.
Las bajas de los ingleses y la de Paco Alcácer y Marco Reus, por parte de los alemanes, descafeinaban un partido entre dos equipos con proyectos interesantes. Los muchachos de Lucien Favre lideran la Bundesliga por delante del todopoderoso Bayern de Munich. El Tottenham tenía muy claro su plan. Proponer a partir del balón no fue una obligación, pero sí lo era presionar en campo contrario. Y en caso de robo, Luca Moura y Heung-Min Son corrían al espacio. El desplazamiento de Abdou Diallo al lateral y la incursión de Ömer Toprak -más lento y menos hábil con el balón- como central, agudizaban la propuesta londinense. Por ese mismo motivo, el Dortmund prefirió no presionar arriba, sino que optó por una defensa que se iniciaba en el centro del campo, intentando reducir la zona de acción de los delanteros del Tottenham.
Jadon Sancho está creciendo y es difícil encontrarle un techo, pero lo realmente difícil es establecerse en la élite. Aun así, Sancho decidió crecer lejos de casa. Y ha sido en Dortmund donde ha encontrado un hueco en el que hacerlo. Pochettino lo sabía y regresó a uno de los esquemas más repetidos de hace algunas temporadas. Tres centrales -y eso que el Dortmund jugó sin un delantero- y Jan Verthongen como carrilero parecían suficiente para al escurridizo extremo inglés. Fue en Wembley donde debutó con los Three Lions y volvió al mismo escenario para demostrar que aquello no fue cosa de un día. Sancho fue activándose poco a poco, pero dinamitó la estructura defensiva Spur con su velocidad y sus fintas entre líneas.
Tras una primera parte con un intercambio de golpes estériles, el Tottenham consiguió la ventaja al inicio del segundo tiempo. Robó en campo contrario -con un compromiso extra en la presión por parte de Christian Eriksen-, como apuntaba el plan de Pochettino, y Vertonghen centró y Son se convirtió en un delantero de área para definir. El defensa belga fue, pese a Sancho, uno de los principales activos en ataque.
El Tottenham se encontró con aquella mala suerte tan característica, para que volviéramos a dudar y, a pesar de todo lo batallado, no lo tuviésemos en cuenta. Pero Vertonghen, que además borró del mapa a Jadon Sancho, decidió cerrar el partido y encarrilar la eliminatoria. Sin Kane. Sin Alli. Pero con la capa, la capa del superhéroe. Hasta Fernando Llorente se sumó a la fiesta. Un cabezazo de manual, en su primer contacto con el balón, fue suficiente para marcar el 3-0. Como si Pochettino hubiera entonado el “A la mierda eso de ser feliz” de Carolina Durante. Y aunque “los muertos no mueren dos veces”, quizás sea mejor no enterrar a los Spurs antes de tiempo.