El Arsenal se clasificó para la final de la Copa de la Liga tras vencer en el partido de vuelta de semifinales al Chelsea por 2-1. Un triunfo que permite aliviar la presión sobre Arsène Wenger y demuestra una vez más que el técnico francés le tiene tomada la medida a Antonio Conte. Desde que el italiano llegó a Stamford Bridge, se ha enfrentado en ocho ocasiones a Wenger, con un saldo de tres victorias para el francés, cuatro empates y un único triunfo para el técnico transalpino. Entre esos ocho duelos, una final de Copa, una Community Shield y unas semifinales de Copa de la Liga. Todas cayeron del lado de los Gunners.
Unas cifras que contrastan con los enfrentamientos de Wenger contra el Chelsea antes de la llegada de Conte. Desde el famoso 3-5 del Arsenal en Stamford Bridge en 2011 con hat-trick de Robin van Persie hasta la llegada del exentrenador de la Juventus, el saldo fue de siete triunfos para los Blues, tres empates y una única victoria para el Arsenal, en la Community Shield de 2015. Entre esos duelos, la dolorosa derrota por 6-0 del Chelsea de José Mourinho en el partido 1000 de Arsène Wenger con los Gunners.
Antonio Conte pasa por ser uno de los entrenadores tácticamente más astutos de Europa. Lo demostró con sus triunfos en la Serie A con la Juventus, en la selección italiana, con la que fue capaz de derrotar a España con un equipo de talento más que limitado, y en el Chelsea. Conte ha sido el impulsor de la defensa de tres que impera actualmente en la Premier League. De hecho, fue en el primer enfrentamiento contra el Arsenal donde decidió implementar su tradicional sistema. En septiembre de 2016, con 3-0 en contra en el Emirates, dio entrada a Marcos Alonso y transformó su dibujo táctico. Desde entonces, jamás ha regresado a la defensa de cuatro y su recompensa ha sido un título de liga.
El único triunfo de Conte sobre Wenger se produjo en el siguiente enfrentamiento, en febrero de 2017, en que el Chelsea llegaba lanzado con las miras puestas ya en el título de liga que acabaría sellando menos de tres meses después. Fue la única ocasión en que los Blues de Conte se mostraron claramente superiores a los Gunners, que todavía mantenían la defensa de cuatro.
Un sistema que Wenger transformaría semanas más tarde, uniéndose a la tendencia mayoritaria imperante en la Premier League. Cuando ambos equipos se toparon en Wembley en mayo de 2017 con motivo de la final de la FA Cup, tanto Wenger como Conte apostaron por defensas de tres, aunque la del Arsenal fue de circunstancias a causa de las lesiones. Aquel día, Per Mertesacker, que jugaba su primer partido como titular de la temporada, el joven Rob Holding y el veterano Nacho Monreal formaron una línea defensiva que, contra todo pronóstico, se convirtió en los cimientos sobre los que los Gunners basaron su victoria por 2-1.
La igualdad ha presidido sus duelos esta temporada. Los cuatro partidos anteriores al enfrentamiento del Emirates de este miércoles, acabaron en empate. Primero en la Community Shield, resuelta a favor del Arsenal en la tanda de penaltis, luego en sus choques en liga (0-0 en el Bridge, 2-2 en el Emirates) y finalmente en la ida de estas semifinales (de nuevo, 0-0 en el campo del Chelsea). Los Blues, como sucedió en la final de Copa, parecían llegar en mejores condiciones a este choque a pesar de las ausencias por lesión de Thibaut Courtois y Álvaro Morata. Por el lado de los Gunners, Wenger no pudo contar con el traspasado Alexis Sánchez, los lesionados Danny Welbeck y Olivier Giroud o el recién llegado Henrikh Mkhitaryan, que no puede jugar este trofeo por haberlo hecho ya esta temporada con el Manchester United. Además, Aaron Ramsey arrancó el partido en el banquillo por la falta de ritmo tras salir de una lesión. A esas bajas se une la de larga duración de Santi Cazorla. Ante la plaga de bajas, Wenger ha regresado en los últimos tiempos a la defensa de cuatro, como en este caso.
La primera parte confirmó esas sospechas iniciales. Eden Hazard, que parece estar en uno de esos momentos de la temporada en que su nivel se aproxima al de los mejores jugadores del mundo, fue una pesadilla constante para la defensa del Arsenal. Privado de Morata y reticente a contar con Michy Batshuayi, Conte optó por utilizar al belga como falso nueve junto a Willian y Pedro. La movilidad de esos tres jugadores fue un tormento para los centrales Laurent Koscielny y Shkodran Mustafi, como en el primer gol, en que una rápida combinación entre Pedro y Hazard permitió al belga adentrarse por el centro de la defensa rival como si fuera la cocina de su casa y batir a placer a David Ospina.
Tuvo fortuna el Arsenal de igualar el partido solo cinco minutos después. Un balón parado permitió a Nacho Monreal anotar por segundo partido consecutivo con la inestimable colaboración de Marcos Alonso y Antonio Rüdiger, que tocaron el balón con la cabeza para despistar a Willy Caballero y colocar el 1-1. A pesar del gol, el Chelsea fue ampliamente superior a su rival en el primer acto. Pero Wenger tenía preparado un golpe de efecto para la reanudación.
Consciente de los problemas provocados por Hazard, Wenger encontró la solución idónea. Ordenó a Mohamed Elneny que, en defensa, retrasara su posición para colocarse entre los centrales, siguiendo de cerca a Hazard. Ese simple ajuste permitió desactivar a la estrella belga y, con él, a todo su equipo. El Arsenal recuperó el control del balón y del partido y, aunque la fortuna se volvió a aliar con los Gunners en el 2-1 de Granit Xhaka, fue un tanto al que el equipo de Wenger se había hecho acreedor.
Los cambios de Antonio Conte fueron estériles. Michy Batshuayi reemplazó a Pedro para dotar al equipo de un delantero centro natural y, poco después, Davide Zappacosta hizo lo propio con Victor Moses para dotar de más energía a esa banda derecha. En la primera parte, Ross Barkley debutó en sustitución del lesionado Willian. Un cambio que tuvo una importancia capital en el partido. El brasileño es uno de los socios preferentes de Hazard mientras que Barkley demostró estar todavía lejos de su mejor forma y una comprensible falta de entendimiento con sus nuevos compañeros.
Wenger, con todas las críticas recibidas, conducirá a su equipo a Wembley por décima vez desde 2014 (semifinales y final de la Copa en 2014, 2015 y 2017, más las Community Shield de esos años y esta final de Copa de la Liga). El francés tratará de ganar el único título doméstico que le falta. El último triunfo de los Gunners en la Copa de la Liga data de 1993, antes de que Wenger asomara su nariz por Highbury. El rival, sin embargo, no podía ser más complicado: el Manchester City de Pep Guardiola. La cita, el 25 de febrero.