Según el diccionario de Oxford, reconstruir se refiere a la acción que se lleva a cabo para volver a tener algo completo o fuerte. Esta, la segunda acepción que aparece en su base de datos, es la definición perfecta para el proyecto del West Bromwich Albion. Hace dos años fueron el equipo más débil de toda la Premier League. Cayeron a Championship como colistas a pesar de una buena pero insuficiente racha final, y la base del equipo se rompió en varios pedazos. Tras recoger los escombros del terremoto, y cambiarlos por materiales desaprovechados por el resto de constructores, han conseguido reformarse, y hacerse más fuertes. A pesar de haber tenido que tomar prestada materia prima de otras construcciones, han completado hasta el momento una campaña sobresaliente.
Tanto es así, que hasta parece que su paracaídas financiero va a dejar de ser necesario antes de lo esperado, pues el despegue está mucho más cerca que el golpe con el barro, y su travesía por el inacabable desierto de la segunda división inglesa puede que dure únicamente dos años. Uno, de pico y pala, y otro, de abrillantamiento a base de barniz portugués. Y es que los Baggies hablan portugués en el campo, pero respiran croata fuera de él. Desde Matheus Pereira hasta Slaven Bilic, la Organización de las Naciones de West Bromwich.
La caída al caos de Championship
El West Brom había conseguido estar 8 temporadas de manera consecutiva en la Premier League. Tras llegar a la cima del fútbol de la mano de Roberto Di Matteo en 2010, en 3 años habían llegado a acariciar Europa, quedando 8º en 2013.
Pero este fue el punto máximo al que llegaron, quedando al año siguiente al borde del descenso por culpa de una racha final de temporada de 3 derrotas consecutivas. Y en los 3 cursos siguientes, no volvieron a superar el 10º puesto. Con Tony Pulis como genio y diablo entre 2013 y 2016, 2017 fue el año de la perdición. El 20 de noviembre de 2016, el equipo llevaba 4 derrotas seguidas y 3 meses sin lograr una victoria. Y se lo “cargaron”. Y llegó para sustituirlo Alan Pardew, un hombre al que su supuesta reputación como “salvador” lo precede.
Su primera victoria no llegó hasta el 13 de enero, tras 8 partidos en los que consiguieron 4 puntos de 24 posibles. Entonces, empataron ante el Everton y empezaron a encadenar derrota tras derrota, con sucesos humillantes por el medio. La única forma de definir lo que sucedió cuando se fueron de ‘excursión’ espiritual y colectiva a Barcelona, para reforzar los lazos de unión del equipo. Y acabaron conociendo más la noche que el día de la ciudad condal, conduciendo un Taxi robado en frente de un McDonald’s, y volviendo sin teléfono ni cartera -se sabía que era Alan Pardew el que bajó de aquel taxi por su irremplazable apariencia- a su hotel de 5 estrellas. Todo esto fue revelado por este medio en 2018.
Por casualidades de la vida, no volvieron a ganar con ‘Pards’ tras este encuentro y acabó despedido mes y medio después, trayendo en su lugar a Darren Moore. Ya había estado en el club como jugador, y se convirtió de esta manera en el primer jamaicano en dirigir un equipo en la historia de la Premier. Un logro insuficiente, pues aunque consiguió 11 de los últimos 18 puntos, el West Brom no consiguió dejar el puesto de colista hasta la penúltima jornada, en la que acabaron paradójicamente descendiendo.

Que se te cale el motor nunca es bueno
Cuando la temporada 18/19 comenzó en Championship, Moore, que seguía al frente del equipo, había tenido que adaptar su retocada plantilla tras el paso del verano. Salomón Rondón, Ben Foster, James McClean, Allan Nyom y Jonny Evans dejaron el equipo tras el descenso, perdiendo a la mitad de su once titular habitual, su capitán incluido, de una tacada. Y aunque llegaron nuevos nombres a The Hawthorns, volvieron a sufrir turbulencias en el trayecto en ascensor de vuelta a la Premier League. Sin parar.
Empezó confiando en el 4-4-2 que le había dado resultados decentes al final del curso anterior. Tras 3 jornadas, y habiendo conseguido resultados tremendos -un 7 a 1 al QPR, que era 4º entonces-, empezó a probar todo tipo de sistemas. Un clásico 4-2-3-1, que utilizaría hasta en 14 ocasiones; una defensa de 5 para asegurar y no cometer muchos riesgos en ataque; o un 4-3-3 con el que siempre acababa dejando a uno de sus titulares habituales en el banquillo, especialmente en el centro del campo. Y conforme Moore variaba la táctica, las consecuencias se aplicaban en su posición en la tabla.
En cuestión de 6 jornadas pasó de ser 1º a ser 7º, y posteriormente se asentó entre el 3º y 4º lugar, variando constantemente dependiendo de la jornada. Lo que no le salvó de ser despedido a comienzo de marzo, cuando ya había vuelto a apostar por la defensa de 4, pero con la que no acababa de arrancar. Ganaban un partido convenciendo en ambos tercios del campo, y lo seguía un pobre rendimiento en consecuencia. El motor del equipo no paraba de calarse, y no conseguían pisar el embrague con la convicción suficiente. Y perder 4-0 ante el Leeds acabó por echarlo todo a perder.
En su lugar llegó James Shan, que llevaba más de una década en las categorías inferiores del club, tocándole la papeleta de jugar los últimos 12 partidos de la temporada, y pelear por el ascenso en el playoff. De ese decenio de encuentros ganó 7, empató 1 y perdió los restantes. Y cayó ante el Aston Villa en la semifinal del playoff, tras haber apostado por una defensa de 5 que lucía así.

Ante el Villa de Dean Smith perdieron 2 a 1 en Birmingham, con la formación presentada en la imagen de arriba, y consiguieron remontar 1 a 0 en casa. Aunque este esfuerzo fue insuficiente, pues acabaron cayendo en los penaltis, al no poder contar con los indiscutibles Jay Rodríguez y Matt Phillips para la tanda, pues habían sido sustituidos. Los primeros dos lanzamientos fueron errados por Holgate y Hegazy, y a pesar del acierto de Adarabioyo, Gibbs y Morrison, Tammy Abraham convirtió el 5º y último intento para lanzar a su equipo a la Final ante Leeds, al que también derrotaron. Es decir, si la diferencia de goles se hubiera hecho efectiva, Jack Grealish no habría defendido los colores de su Villa esta campaña, y puede que Bielsa llevara ya un año en la élite de Inglaterra. Vicisitudes de la vida, pequeños detalles que tienen consecuencias astronómicas.
Al igual que no ascender lo tuvo para la confección de la plantilla del WBA para este curso. Tanto Craig Dawson como Jay Rodríguez dejaron el club y subieron a la Premier ‘por su cuenta’. Pero no fueron los únicos que se fueron del West Brom tras rendir a un nivel excelso en 2018. Dwight Gayle, Harvey Barnes, Mason Holgate o Tosin Adarabioyo, todos con más de 20 partidos como titulares, volvieron a sus respectivos equipos tras finalizar sus cesiones. Y es que construir un castillo sin fijarlo primero puede acabar con un derrumbe inesperado. Lo que representa buscar el ascenso con un alto número de cedidos, y quedarse por el camino. Y este año, si la temporada acaba como ha empezado, el resultado va a ser bien distinto.
Portugal y los Balcanes, el aderezo perfecto para ascender
Tras un año convulso, en el que la apuesta de la casa no había acabado de funcionar, decidieron empezar con una lista de errores cometidos en los que no volver a caer. Y empezaron por el banquillo. James Shan, tras 13 años en el club, fue despedido, y cambiado por Slaven Bilic.
El croata, que ya había estado en Inglaterra como jugador -1 año en el West Ham y 3 más en el Everton- a finales de los 90, también había tenido ya su oportunidad de entrenar en las Islas, y también en el equipo londinense. Pero no logró llegar a la mitad de su segunda temporada, a pesar de haber llevado a los “Hammers” a la Europa League, pues fue destituido a comienzos de noviembre. Una experiencia negativa a la que le siguió una inmersión en territorio desconocido, pues en septiembre de 2018 tomó el puesto de entrenador del Al-Ittihad, donde tampoco completó la temporada al no llegar a marzo, tras 4 victorias de 17 partidos. Slaven Bilic era una apuesta arriesgada.
Su única experiencia en un club en el que consiguió resultados aceptables y llegar a completar más de un año había tenido lugar en el Besiktas turco, al que llevó a dos 3º puestos consecutivos antes de dimitir y pasar a dirigir al West Ham. Era una jugada muy incierta, que ha salido muy bien. Desde el momento en que llegó decidió darle al equipo la estabilidad táctica que no había tenido el año previo, contando con las piezas de las que disponía.
Asentó el 4-2-3-1 que mejor había funcionado en la pelea por el ascenso en 2018 y 2019, y se fue adaptando a lo que iba sucediendo. Contando con mucha rotación en el flanco izquierdo, tanto en el lateral, en el que tiene a Ferguson, Townsend y Gibbs, como en el extremo, en el que Edwards, Robinson y Diangana destacan y brillan cuando tienen oportunidad. Los últimos dos, por cierto, cedidos por Sheffield y West Ham. Mientras tanto, el lado derecho de la formación es más estable, y suele ser Furlong el que empieza en el lateral, aunque O’Shea también aparece con asiduidad. Mientras Pereira, Krovinovic, Sawyers y Livermore son indiscutibles. Siendo los dos primeros, el croata y el portugués, también cedidos -provenientes ambos de la Liga NOS.
Y aquí debemos detenernos un momento. Pues el equipo de reciclaje que ha montado Slaven Bilic, cogiendo jugadores descartados de otros proyectos -Sawyers en el Brentford, Ajayi en el Cardiff, Furlong en el QPR, Bartley en el Swansea- o que no tienen hueco en la Premier -o el equivalente portugués- y explotando sus cualidades al máximo. Pues debemos hablar de cómo juega el West Bromwich Albion. Y lo bien que lo hace.

Así funcionan los “Baggies”
El once del West Brom puede variar mucho -sin cambiar el resultado- dependiendo de cómo coloque Bilic las piezas del puzzle. Si la presentación inicial cuenta con Matheus Pereira y Filip Krovinovic en el campo, lo que se pueda leer sobre el papel se quedará ahí, en el papel.
Y es que cuando el brasileño y el croata comparten minutos, también comparten roles y posiciones de ataque. Pues Pereira, habitualmente situado en el extremo derecho, puede aparecer, y suele hacerlo, también por el centro, ya sea para recibir o como punto final de una conducción comenzada en su lugar original. Y Krovinovic ocupa el lugar despejado por el arrastre de defensas que la estrella trae con él. Esto provoca que, en muchas ocasiones, haya una superioridad numérica defensiva del otro equipo en el lado derecho del WBA, pues Robson-Kanu aparece en el momento oportuno para dar continuidad, un desmarque, o ocupar posiciones decisivas y desocupadas, y la defensa decide protegerse en consecuencia. Lo que en cambio les debilita, ya que la gran lectura de juego de Filip y de Matheus deja a Diangana, Robinson o Edwards con mucho espacio para correr, y acabar marcando o asistiendo. Así llevan, entre los tres, 9 goles y 6 asistencias esta temporada en la competición liguera.
En cambio, cuando faltan o Krovinovic o Pereira, siendo más habitual que rote el primero que el segundo, las posiciones de ataque del equipo se vuelven mucho más inmóviles entre sí, con Phillips actuando como un extremo izquierdo puro al uso y el joven brasileño como el mediapunta -o incluso extremo derecho- que todo lo controla, con plena libertad de movimiento, pero sin intercambiar posición o rol con sus compañeros. Y ya que hablamos de roles, debemos hablar del capitán. De Jake Livermore, que bajó con el equipo en 2018 y lo subirá en 2020, siendo igual o más importante.
La pareja Livermore-Sawyers es completamente indiscutible para Slaven Bilic. Son, respectivamente, el segundo y cuarto jugador del equipo con más minutos en Championship este curso. Y tienen -casi- la misma importancia que Matheus Pereira en el rendimiento del equipo.
Sawyers, que puede tanto quedarse para recibir entre centrales, reordenar las jugadas si no hay huecos en ataque, o presionar tras pérdida a la vez que es de los primeros en bajar en la transición defensiva, es el complemento perfecto para Jake Livermore. Que, si bien también ayuda atrás, a veces como único pivote, está también muy presente en el área contraria. En ocasiones llegando en segunda línea, y ocupando todo el borde del área, tanto en una situación favorable como en la contrapresión, donde también puede funcionar como destructor de juego en situaciones puntuales. Así se explica que lleve ya 3 goles y 3 asistencias, y que además sea el jugador con más “tackles” ganados del equipo, con 55, cifra que le deja empatado en el 10º puesto de toda la liga. Mientras tanto, su compañero, Romaine, es el jugador con más pases por partido de Championship por partido, y con mucha diferencia, con 64, y también el jugador con mejor porcentaje de efectividad en el pase, superando por poco el 90% por encuentro.
Estos dos aspectos, junto a la gran rotación que tienen -titulares de otros años son fondo de armario, como Hegazy o Brunt-, son los aspectos clave que les han llevado a estar en puestos de ascenso directo desde principios de octubre. Eso sí, que hayan mantenido un nivel excelso todo el curso no evita que tengan puntos débiles o aspectos flacos en el funcionamiento del mecanismo. Y sus únicas debilidades son los pequeños despistes defensivos que tienen por momentos. Pues a veces fallan en la anticipación de las jugadas, y en cortar el avance del rival. Son el 2º peor equipo en intercepciones por partido, y el 4º “por la cola” en tackles, mientras también acumulan la 4ª mayor cantidad de goles en propia, con 3.
De cara a la Premier League, de acabar lográndose el ascenso, deben reforzar la zaga central, la zona izquierda del campo y conseguir un delantero con más olfato de cara al gol, pues Robson-Kanu lleva apenas 10 tantos en 33 jornadas, y es el líder del equipo en ese aspecto. Pero a pesar de esto, lo importante es conseguir a Pereira y Krovinovic en propiedad. Sin ellos, el proyecto del West Brom en Premier League no tendrá futuro. Y ser un ascensor constante… no suele atraer a los mejores jugadores.