Nacho González

Wilson y Hughes, dos renacidos en el mismo fin de semana

Se rompieron el ligamento cruzado casi a la vez en 2015 y dos años después sus carreras han resurgido en el mismo fin de semana. Las trayectorias de Callum Wilson y Will Hughes desde que se lesionaron de gravedad parecen orquestadas por un cálculo perfecto del destino. Ahora, olvidado el tiempo que les ha robado la rehabilitación, vuelven a tener las riendas.

Cuando el verano de 2015 aparcó las vacaciones y dio paso al fútbol, a Will Hughes y Callum Wilson les temblaban las piernas de impaciencia. La temporada pintaba emocionante para dos chavales en edad de comerse precoces el mundo. Para el primero, porque su Derby County veía el regreso a primera división como un objetivo factible. El segundo, por su parte, era el máximo goleador de un Bournemouth que afrontaba su histórica primera temporada en la Premier League. Aquel curso, sin embargo, ambos dedicaron más esfuerzo a recuperar una pierna que a ayudar a sus equipos. Un par de años después, los dos han vuelto a sentirse dueños de sus carreras en el mismo fin de semana de noviembre de 2017. Ya es demasiado tiempo el que les ha robado la rodilla.

En pleno agosto, durante el primer partido de aquella ilusionante campaña, Hughes se destrozó el ligamento cruzado. El mismo niño que había enganchado al Pride Park Stadium desde su debut a los 16 años con Nigel Clough. El que hacía pocos meses les ilusionó con una obra de arte en un playoff de ascenso que acabó en —enésima— decepción en Wembley. El chico maravilla sintió en un chasquido cómo la temporada se había acabado para él.

Un mes después, Wilson y el Bournemouth estaban sorprendiendo al país con sus resultados. El delantero, que venía de meter veinte goles en Championship, había marcado cinco tantos en los últimos cinco partidos —incluido un hat-trick al West Ham— y ni él ni su club parecían novatos en la élite. Hasta que el mismo latigazo que Hughes sintió semanas atrás azotó su articulación. No jugaban ni siquiera en la misma división, pero Callum y Will se encontraron a principios del curso 2015-2016 en la misma situación: dos prometedoras carreras habían frenado en seco por unos ligamentos cruzados hechos trizas.


«No pude andar hasta varias semanas después de la operación. Estás atado a una cama»


«No pude andar hasta varias semanas después de la operación. Estás atado a una cama», recordaba Hughes en una entrevista para The Guardian. «Pasé de la confusión al enfado. Empiezas a pensar si conseguirás volver al lugar en el que estabas. Estaba paranoico». Más de doscientos días tuvo que mantenerse al margen entre algodones y rehabilitaciones, con un total de cuarenta partidos ausente. Regresó para la recta final y el playoff de mayo, pero los Rams volvieron a quedarse a metros de la orilla. La suerte no dio tregua al Derby, pero las lesiones sí se la concedieron a Will: disputó 38 jornadas de liga en la campaña siguiente, la 2016-2017, aunque su equipo se desmoronó definitivamente y quedó fuera de la lucha por el ascenso.

En cuanto a Wilson, su pesadilla pareció terminar en abril de 2016 tras treinta partidos de baja. El ariete se reincorporó a la plantilla de unos Cherries encantados con su nueva vida en la Premier League. Había recuperado su rodilla y ahora quería su puesto en la delantera de vuelta. A lo Origen de Christopher Nolan, sólo era un sueño malo dentro de otro aún peor: en febrero del año siguiente, su cruzado volvió a saltar por los aires. Adiós a las buenas sensaciones, a ponerse las botas de nuevo y a coger el coche para ir a entrenar y no al hospital. El mundo se le volvía a caer encima.

Repitió todo el camino ya andado y en octubre de 2017 regresó por segunda vez en dos años. Eddie Howe, lejos de olvidar al que solía ser su artillero, ha ido concediéndole minutos en los que cada instante es un paso más hacia la recuperación más difícil: la psicológica. Fue el 18 de noviembre cuando a Wilson se le devolvió por una tarde todo lo que había sufrido durante meses. Jugó como titular contra el Huddersfield Town y soltó toda la rabia con un hat-trick, que además suponía sus primeros goles desde enero. En uno de ellos besó la bola, pero si hubiese podido se la habría comido a bocados de tanta hambre acumulada.


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Wilson celebra uno de sus tres goles contra el Huddersfield pateando el balón. Foto: Bryn Lennon (Getty Images)


Al terminar el choque, Howe era un entrenador feliz ante el micrófono de Sky Sports: «Estoy muy contento por Callum. Ha sido un camino muy, muy largo. Ha sufrido muchos vaivenes», recordó. «Estaba en el punto más alto de sus capacidades cuando marcó aquel hat-trick contra el West Ham en nuestro primer año en Premier League; parecía que tenía el mundo a sus pies y así de rápido pueden cambiar las cosas en el fútbol».

Un día después, el Watford y el West Ham se enfrentaron en el único partido programado para el domingo 19. En las filas de los Hornets se distinguía el rubio platino y el rostro pálido como la tiza de Will Hughes. Tras el fracaso de la temporada 2016-2017, el centrocampista ha salido de una Championship que se le quedaba pequeña y éste es su primer año en la división de oro de la mano de los Hornets. Titular contra los Hammers, su partido confirmó que aquel prometedor jugador que se rompió el cruzado sigue dentro de él: no hubo aspecto del juego que escapara a su zurda. Recuperando las maneras tempranas del adolescente que maravilló a Derby, en su primer tiro a puerta en la Premier League marcó el primer gol de su trayectoria en la máxima categoría.


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Hughes, después de marcar su primer gol en la Premier League en su primer remate a puerta. Foto: Ben Stansall (AFP Photo)


Para Callum Wilson, tres goles cierran un calvario que se ha dilatado durante años sin dejarle disfrutar de la bonita realidad en la que se ha instalado el Bournemouth. A sus 22 años, Will Hughes puede argumentar cargado de razón con su primer gran partido y su primer gol en Premier que la lesión fue un bache en su prometedora progresión, no un frenazo. Y es que la vida da tantas vueltas que algunos se cruzan en el viaje como si fuese un cálculo perfecto del destino. Wilson y Hughes no han jugado nunca juntos ni se han visto demasiadas veces en el césped; probablemente ni se conozcan personalmente. Pero sus carreras se partieron en pedazos casi a la vez y dos años más tarde han resurgido en el mismo fin de semana.

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