Ilie Oleart

16

Reexe Oxford debutó el sábado en la Premier League con 16 años. Una edad en la que quizás un chico está más interesado en otras cosas que en la vorágine que provoca que tu nombre aparezca en la lista de convocados de un partido de la élite. 

 

Cumplí 16 años en 1990. Aunque la “movida” por definición es la madrileña, la década de los 80 en Barcelona también había sido fascinante. Fueron unos años de optimismo arrollador, creatividad desaforada y un enfoque vital generalizado próximo al “todo es posible”. Luego llegarían los 90, con los “yuppies”, la cocaína y el capitalismo exacerbado y todo se iría al cuerno.

 

En 1990, mi mente dividía su tiempo a partes iguales entre Alex, una chica de pelo corto de la clase de al lado que me tenía totalmente fascinado, y el Mundial de 1990 y cómo podría convencer a mi madre de que me dejara irme solo hasta Italia para ver a Paul Gascoigne, Diego Armando Maradona, Roger Millla y demás estrellas del momento.

 

Con 16 años, la vida constituía un auténtico misterio para mí. Los mecanismos secretos por los cuales se rige el mundo me resultaban absolutamente inextricables. No es que ahora, veinticinco años después, comprenda mucho más pero la experiencia aporta al ser humano una pátina de abstracción y conocimiento que le permite desenvolverse con mayor facilidad por los curvos vericuetos de la vida.

 

Reexe Oxford debutó el sábado en la Premier League con 16 años. En el Emirates. Contra el Arsenal. Ante 60.000 espectadores. La única forma de comprender en su integralidad lo que esto significa es retrotraernos a nuestros propios 16 años. Si hubiera debutado en primera división ante los ojos de medio mundo, creo que habría tenido suerte si hubiera superado el trance sin caer en una crisis de ansiedad aguda.

 

Debutar en la Premier League tiene consecuencias inevitables, inesperadas y, muchas de ellas, indeseables. La prensa, que hasta entonces te obviaba, descubrirá que eres un tema que genera visitas y vende periódicos, así que te perseguirán hasta el retrete si hace falta con tal de arrancarte una foto o una declaración. Tus allegados deducirán (con razón) que eres un millonario en potencia y comenzarán a sacar lustre a sus sonrisas cada vez que entres en una habitación. De repente, tus bromas serán coreadas como nunca antes. Las chicas (un determinado tipo de ellas) caerán rendidas a tus pies a la que pongas tus ídems en una discoteca de moda. Eso sí, prepara la cartera. La cuenta de las copas que se tomarán tus dos centenares de amigos (a la mitad no les habrás visto en tu vida), correrá a tu cargo.

 

Y luego está el dinero. Ah, el dinero. Tu agente tendrá miles de ideas sobre qué hacer con él. Fondos de inversión, operaciones inmobiliarias, inversiones a plazo fijo o variable… Fingirá que te pide tu opinión pero… tienes 16 años, ¡qué demonios sabes tú sobre todo eso! Total, él se llevará más dinero que tú sin mover su trasero de una silla mientras tú recorres 15 kilómetros por partido persiguiendo a Mesut Özil.

 

16 años. Echando la vista atrás, fue divertido tenerlos. No estoy tan seguro sobre Reece Oxford.

 

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Ilie Oleart