Tras la derrota en liga ante el Liverpool, Villas-Boas declaró: «No creo que el club pagara 15 millones de euros para ficharme del Oporto para tener que pagarme otra fortuna ahora para echarme». Esto demuestra que el portugués no tiene ni la menor idea de quién es Roman Abramovich ni de la escala monetaria en la que se mueve el ruso.
En 2007, Abramovich se divorció de su segunda mujer, Irina Vyacheslavovna Malandina. Desde el año anterior, existían rumores (que luego se confirmarían) de que mantenía una relación con Daria Zhukova, de 26 años, exnovia del tenista Marat Safin. Rescindir el contrato de Irina y fichar a Daria le costó 300 millones de dólares. Eso es una fortuna, no 15 millones de euros.
Villas-Boas fue contratado para rejuvenecer un equipo cuyas figuras más importantes se adentran en el ocaso de su carrera: John Terry, Ashley Cole, Petr Cech, Frank Lampard, Didier Drogba, Nicolas Anelka. Ellos han sostenido a este equipo desde la llegada de Abramovich y Mourinho, pero su viaje termina aquí. Villas-Boas era el hombre encargado de hacérselo saber, tratar de sacar el máximo dinero posible y traer a los jugadores que deben marcar el próximo lustro.
Si el portugués creía que fichar a Mata, Lukaku y Oriol Romeu, y repescar a Sturridge es una revolución, se quedó muy corto. Muy, muy corto. Este equipo necesita urgentemente un defensa central (Gary Cahill, digamos) y un centrocampista organizador (Modric, por ejemplo). Esas serán las prioridades de Villas-Boas en enero. Si es que llega.
El Chelsea ha dicho prácticamente adiós a la Premier League cuando solo ha transcurrido un tercio. Está a diez puntos del Manchester City y, lo que es peor, parece un escalón por debajo de los dos equipos de Manchester, Liverpool (que le ha ganado dos veces en Stamford Bridge en cuestión de semanas) y Tottenham. Fuera de la Carling Cup, sus únicas esperanzas de ganar un título esta temporada son la FA Cup y la Champions League.
El próximo martes 6 de diciembre, el Chelsea se juega la continuidad en la máxima competición europea en Stamford Bridge ante el Valencia. Debe ganar o empatar a cero, tarea que ahora mismo no se antoja sencilla. Abramovich ha prometido darle tiempo a Villas-Boas, pero resulta difícil imaginarse al ruso viendo a su equipo eliminado en casa en su asignatura pendiente y cruzándose de brazos.