Nace una pasión…en Old Trafford
En abril de 2003, Manchester United y Real Madrid disputar un encuentro que se convertiría en un clásico de la historia de la Champions League. David Beckham logró dos goles para los locales pero no sirvieron de nada ante el hat-trick del brasileño Ronaldo, que permitió a los madridistas avanzar a la siguiente ronda. Aquella noche, entre los espectadores de Old Trafford estaba un multimillonario ruso que quedó tan cautivado por el espectáculo que decidió adquirir su propio club de fútbol.
La opción más lógica era el Chelsea: por su ubicación geográfica y por su estructura de capital, que permitía atisbar una posible compra. Así que Abramovich se reunió con Trevor Birch, director general en aquel momento. Abramovich aceptó el precio de venta sin pestañear, 140 millones de libras. La reunión duró veinte minutos. Birch contactó con el propietario Ken Bates y se organizó otra reunión ese mismo día en el Hotel Dorchester para cerrar el acuerdo.
En dos meses, Abramovich invirtió más de 100 millones de libras en jugadores. Dos años después, John Terry levantaba el título de campeón de Inglaterra.
No hay nada que el dinero no pueda comprar (excepto a Henry)
A base de talonario, Abramovich fichó a Peter Kenyon, director general del Manchester United. Y presentó una oferta de 50 millones de libras por Thierry Henry al Arsenal que no fructificó. Pero el movimiento más estrafalario del ruso fue el supuesto intento de compra del Cagliari, para evitar que Gianfranco Zola fichara por el club italiano y se quedara en Stamford Bridge.
El fichaje más polémico del reinado de Abramovich fue sin duda el de Ashley Cole. El Chelsea fue declarado culpable de vulnerar las normas que impiden a los clubes negociar sin autorización con jugadores que tienen contrato con otro club después de que José Mourinho se reuniera con el lateral en un restaurante. Pero Abramovich logró su objetivo y enero de 2005 fichó a Cole. Arsène Wenger acusó a los Blues de «dopaje financiero», una expresión que haría fortuna.
Nuevas infraestructuras
Además de jugadores, Abramovich también invirtió en el futuro del club. En julio de 2007, el Chelsea inauguró su nuevo centro de formación en Cobham y abandonó el obsoleto Harlington. Sin embargo, la inversión no se ha visto recompensada con la irrupción de jóvenes formados en el club en el primer equipo. Todavía.
El interminable desfile de técnicos
Según cuenta la leyenda, Mourinho perdió su trabajo tras un encuentro fortuito con Abramovich en un pasillo que degeneró en una discusión en la que el portugués desafió al ruso a despedirle. Las consecuencias ya las conocemos.
Entre todos los técnicos de Abramovich, la elección más extraña fue la del israelí Avram Grant en septiembre de 2007. Su nombramiento permite trazar uno de los principales rasgos de Abramovich: sus elecciones a menudo se deben a amistados personales. Ese fue sin duda el caso de Grant, que sigue siendo un buen amigo del ruso. El israelí pasó de director deportivo a entrenador y logró guiar a los Blues hasta su primera final de Champions League.
El futuro
En varias etapas a lo largo de la última década, ha circulado el rumor de que Abramovich había perdido el interés por el fútbol y estaba buscando un comprador. Es cierto que en algunos momentos, ha dejado de asistir a algunos partidos o ha frenado su inversión en jugadores, pero los que le conocen afirman que su pasión por el fútbol sigue intacta.
La mejor demostración llegó en las palabaras que dirigió a los jugadores tras lograr en mayo de 2012 el título más importante de la historia del club, la Champions League: «Finalmente hemos logrado este título, pero esto es solo el comienzo».
Un comienzo que recaerá en las manos de José Mourinho, que afrontará un reto mucho más complicado que años atrás. Abramovich ya no solo espera títulos. Ahora espera lograrlos practicando un fútbol estéticamente atractivo. Por ese motivo, su primera opción para el banquillo fue Pep Guardiola pero el catalán optó por el Bayern de Múnich y obligó a Abramovich a dar un giro de 180 grados y regresar a Mourinho, el primer técnico que llevó a Stamford Bridge.
El nombramiento del portugués se antoja un reconocimiento tácito por parte de Abramovich de que tal vez fue demasiado impulsivo cuando le despidió. ¿Estará finalmente aprendiendo a lidiar con la frustración y aceptar que la solución no siempre es despedir al técnico de turno? Francamente, resulta difícil de creer. Aunque hace diez años también lo era que el Chelsea ganaría una Champions League.