Ilie Oleart

Adiós a una estirpe

El Manchester United ha marcado dos goles en sus últimos cinco partidos. Tres de ellos finalizaron con empate a cero. El enfoque pragmático y rígido de Louis van Gaal ha solidificado al defensa pero ha generado una sequía de goles desconocida desde hace muchos años en Old Trafford.

 
Desde la fundación de la Premier League en 1992 hasta su retirada en 2013, Sir Alex Ferguson (que había llegado al club en 1986) convirtió al Manchester United en el club más exitoso del país. Cuando recordamos la figura y los equipos de Fergie, acuden a nuestra mente varias imágenes: la remontada en el descuento en el Camp Nou, sus enfrentamientos en la banda con todo técnico que osara plantarle cara, la brecha que le hizo en la ceja a David Beckham tras lanzarle una bota en el vestuario… pero, sobre todo, hablar del Manchester United de Ferguson es hablar de goles, de fútbol ofensivo, de fe en la victoria. Y, por supuesto, hablar de goleadores.
 
Ferguson fue siempre consciente de la importancia de gozar de un goleador contrastado. Por su equipo pasaron los mejores delanteros del mundo: Andy Cole, Dwight Yorke, Ole Gunnar Solskjaer, Michael Owen, Teddy Sheringham, Ruud van Nistelrooy, Robin van Persie, Wayne Rooney… En una era de fútbol defensivo, en que los goles comenzaron a escasear y los entrenadores construían sus equipos desde la retaguardia, los equipos de Ferguson se definieron siempre por su delantero.
 
Ferguson acostumbró mal al público de Old Trafford. A goles, a ataques sin cuartel, a lanzarse en avalancha sobre la portería rival. A grandes goleadas, aún a costa de encajar un puñado de goles. Por eso, a los fieles de los Red Devils les cuesta aceptar la situación actual. En la segunda parte ante el CSKA de Moscú en Champions League, el público dejó sentir su opinión recordándole a Van Gaal que «We are Man United, we want to attack». Pues eso. Queremos atacar.
 
Pero el Manchester United actual parece incapaz de hacerlo. Van Gaal lo ha probado todo. Con Rooney en punta. Con Rooney en la media punta y Anthony Martial por delante. Con Martial en banda. Con Fellaini peinando (un verbo muy apropiado si hablamos del belga) balones. Con Depay. Sin Depay. Pero el gol sigue siendo esquivo con el United. Dos goles en los últimos cinco partidos. Tres de ellos finalizaron con empate a cero. Unas cifras inadmisibles para los aficionados del United.
 
En las dos últimas temporadas, ya sin Ferguson en el banquillo, el máximo goleador del Manchester United en liga ha sido Wayne Rooney, con 17 y 12 goles respectivamente. En las doce últimas temporadas de Ferguson, solo en tres el máximo goleador del equipo finalizó con menos de 20 goles (2004-05, 2006-07 y 2008-09). Para encontrar un máximo goleador con tan pocos goles como Rooney la temporada pasada (12), tenemos que retroceder una década en el tiempo, cuando el propio Rooney sumó 11 goles en 2004-05.
 
En verano, Louis van Gaal decidió no renovar la cesión de Radamel Falcao, y traspasar a Robin van Persie y Javier Hernández (más la extraña cesión de Adnan Januzaj al Borussia Dortmund). Para cubrir su hueco, el club fichó a Anthony Martial en el último día de mercado. Por prometedor que haya sido este inicio de temporada del francés, el equipo ha perdido potencial ofensivo. Rooney se halla inmerso en pleno declive de su carrera. A sus 30 años, acumula ya 14 jugando al máximo nivel profesional, alternando partidos domésticos y europeos con su club más los compromisos internacionales con la selección. Martial es un jugador en potencia, no en acto. James Wilson apenas goza de oportunidades y su progresión parece haberse estancado. Memphis Depay, Juan Mata, Ander Herrera o Marouane Fellaini no tienen las características como para compensar la carencia de goles.
 
Cuando un entrenador llega a un club, es crucial que se empape de la cultura de la entidad y la abrace. El Manchester United es un club que apuesta desde hace décadas por el fútbol ofensivo, despreocupado. El estilo que está imponiendo Van Gaal choca con esa idiosincrasia. La temporada pasada, sus propios aficionados le exigieron en Loftus Road que renunciara a la defensa de tres («4-4-2», le cantaron). En esta, ya le han dejado patente que desean ver un fútbol más ofensivo. Van Gaal reaccionó a la primera demanda. Si no lo hace a la segunda, tal vez sus días en Old Trafford estén contados.
 

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Ilie Oleart