Juan Antonio Parejo

Al Newcastle le bastó con dos pinceladas (2-0)

Fácil victoria de las «urracas», lejos de su mejor nivel ante un rival decididamente inferior. Mal partido de los de Kenny Dalglish, que nunca supieron a qué jugar y acabaron desquiciados. Papiss Cissé marcó los dos goles del Newcastle y el guardameta Pepe Reina acabó expulsado.

 

Premier League

Newcastle 2
Liverpool 0
Ficha técnica
2 – Newcastle: Krul; Jonás Gutiérrez, Williamsom, Perch, Simpson; Tioté, Guthrie (Gosling, 64), Cabaye; Ben Arfa (Santon, 90), Demba Bá, Papiss Cissé (Ameobi, 73).
0 – Liverpool: Reina; Jose Enrique, Skretel, Carragher, Flanagan; Spearing, Gerrard, Shelvey (Downing, 75); Bellamy (Henderson, 78), Luis Suárez, Andy Carroll (Kuyt, 78).
Goles: 1-0, m.18: Cissé. 2-0, m.58: Cissé.
Pocas camisetas pueden presumir de una heráldica semejante y ninguna entre ellas soporta tal falta de talento como la del Liverpool. La de esta tarde fue una demostración en este sentido. Con lo justo, el Newcastle fue capaz de derrotar sin ningún tipo de matiz posible a un Liverpool desastroso.
 
Con Adam lesionado y Henderson en el banco, Dalglish optó por un 4-3-3 con Spearing, Shelvey y Gerrard en la medular y arriba, ante su antigua parroquia, una nueva oportunidad para Andy Carroll. Oportunidad de hacer el ridículo, debe entenderse. Y no defraudó el melenudo ariete, con un piscinazo absurdo que arruinó lo que hubiese sido el 0-1.
 
Lo cierto es que los “reds” comenzaron dominando parcialmente, si es que dominar es la palabra más adecuada. Buscando permanentemente a Luis Suárez, el Liverpool gozó de alguna llegada clara, en los pies de Shelvey y Bellamy, al larguero tras un rechazo, y especialmente en la citada opereta bufa de Carroll, candidato a la estupidez del año. En medio de un partido bronco y disputado, Cabaye no aparecía para los locales, lo cual debería de ser una mala noticia para el Newcastle.
 
O no. Bastó un caracoleo del talentoso Ben Arfa en la zona intermedia entre el extremo derecho y la mediapunta y un centro medido para Papiss Cissé, que con un cabezazo convirtió en inalcanzable el esférico para Reina ante la pasividad de Skrtel, su marcador. Shelvey y Spearing también optaron por la vida contemplativa en el centro de Ben Arfa.
 
Reculó el Newcastle e incluso concedió todo el carril de Jonás Gutiérrez, lateral zurdo para la ocasión, al Liverpool, quien constantemente percutía por el costado derecho. Los dos para uno de Bellamy, Flanagan o Gerrard constituían una tortura para el argentino. Pero ni por esas. Ni un solo centro, ni una sola combinación que llegara a buen puerto por esa autopista libre. Ni siquiera pueden argüir los de Dalglish una mano en la línea de gol de Simpson en un córner que todo St. James’ Park vio. Menos el colegiado, claro. Extraño gremio el arbitral.
 
Y no pueden porque lo suyo ayer fue puro nihilismo futbolístico, la exaltación de la más auténtica nada. Ni la iniciativa de Suárez, algo opaco, le sacaba de la mediocridad. Bastó el orden impuesto por Williamson y Guthrie, las apariciones de Ben Arfa y el martillo pilón de Cissé para vencer con cierta comodidad. Todo ello, pese a regalar continuamente el costado de Jonás, la única vía por donde el Liverpool parecía hacer sangre a las «urracas». De Tim Krul, sin embargo, no hubo noticias.
 
En la reanudación todo semejaba igual para los “reds”. O peor aún, que ya era difícil. Nada más comenzar, Williamson de cabeza la enviaba al palo y diez minutos después, un ataque dulcemente conducido por Ben Arfa acabó en los pies de Cissé, que de nuevo no perdonaría. Siete goles en siete partidos para el ex del Friburgo, toda una ganga de fichaje, incluso para el Newcastle.
 
Con el segundo gol, la absoluta impotencia del Liverpool adquiría magnitudes verdaderamente dramáticas. Constantes balones arriba, sin ningún tipo de transición, buscando como fuese a Suárez o Carroll, quien sería sustituido para mofa y regocijo de la hinchada local, mientras que Gerrard se desesperaba intentando organizar el caos, lo etéreo, a su equipo ayer. Todo en uno.
 
Y esta desesperación acabó incluso degenerando en desquiciamiento. Tras un pique algo infantil, Reina le propinaba un cabezazo aún más infantil al central Perch. Infantil por lo ingenuo y flojo de su acción. De poco le valdrían las protestas al portero madrileño, que se marcharía expulsado. Para poner broche al esperpento, José Enrique acababa el partido de portero y Gerrard de lateral derecho.
 
Se añadieron cuatro minutos al espectáculo y sobraron cuatro y medio. Derrota sin paliativos del Liverpool, a quien ya le quedan más cercanos equipos como el Everton o el Swansea que el propio Newcastle. Más allá de la excitación de las eliminatorias coperas, la escuadra del Mersey parece quedarse totalmente desnuda en la rutina de la Premier, exenta como está de brillantez e imaginación. Los de Alan Pardew, aún habiendo perdido gran parte de ese brillo que destilaba su fútbol por noviembre y diciembre, siguen en la cresta de la ola, a solo cinco puntos del tercer clasificado y confirmados en su papel de equipo revelación de la Premier.
 

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Juan Antonio Parejo