Y el balón acarició la red con la violencia contenida del amante pasional reuniéndose con su amada en un lugar público. Así se estrenó Alex Iwobi (3/5/1996, Lagos -Nigeria-) con el Arsenal en su debut en pretemporada contra el Olympique de Lyon. Con un golazo que ejemplifica dos de sus principales virtudes que le permitieron destacar en la exigente cantera gunner: el manejo de ambos pies (lo mete con su pierna mala, la izquierda) y el entendimiento del juego (tira el desmarque en profundidad y lo mantiene hasta sus últimas consecuencias aprovechando el espacio de la defensa rival).
Desde entonces, Iwobi ha sumado hasta siete apariciones (y dos tantos) en Premier League en un Arsenal duramente criticado por no aprovechar el bajón competitivo de los rivales directos tradicionales por el título liguero. Independientemente de su salida o no del Emirates, Wenger ha dejado una herencia incalculable en el club gunner. E Iwobi forma parte de su amplio legado. Precisamente sobre él declaró el técnico alsaciano tras aquel debut soñado en la Emirates Cup: “Me gusta su actitud colectiva y sus movimientos. Nuestro juego se basa en el movimiento y la velocidad y él se adapta muy bien a eso. Tiene mucha potencia y suele ser eficiente de cara a portería”.
El futbolista nacido en Lagos ha crecido admirando desde la lejanía la silueta de Highbury y ha jugado con prácticamente todas las categorías inferiores del Arsenal. De hecho, compatibilizaba los estudios de primaria con sus entrenamientos en el club. Además, el jugador de 19 años que ha sido noticia recientemente por elegir ser internacional con Nigeria en vez de con Inglaterra, tendrá que luchar contra la (muchas veces) alargada sombra del parentesco. Al menos él posee el entorno y los recursos para marcar las diferencias que su tío, Jay-Jay Okocha, no tuvo en el Bolton Wanderers. Aunque su agente defiende que quedarse ahora mismo en el Arsenal no es lo mejor para él: “Alex prefiere irse cedido para ganar experiencia de primer equipo y volver más tarde al Arsenal a pelear por la titularidad”.
Capacitado para jugar en varias posiciones, Iwobi debutó y es un habitual en el clásico 4-2-3-1 del Arsenal más reciente como volante izquierdo. Una posición desde la que recibe la pelota para irse hacia dentro driblando o ayuda a cerrar ese costado en fase defensiva. Pero lo que maravilla de Iwobi es su capacidad y velocidad para moverse entre líneas y asociarse con sus compañeros cuando abandona el costado. Combina un físico atlético con una mente privilegiada. Una mezcla de extremo y enganche con además una eficacia a tener en cuenta de cara a portería (un bien muy preciado en este Arsenal carente de gol). Esa facilidad para desplazar el bisturí con seguridad y agilidad dentro del entramado defensivo del rival es oro puro perteneciendo a un equipo que hace rondos en la frontal del rival para llegar lo más estéticamente posible a portería. Como si los goles sólo pudiesen existir siendo obras de arte. Un mural colectivo en el que Iwobi quiere dejar su huella.