El primer partido oficial de Roy Hodgson al frente de la selección inglesa permitió extraer algunas conclusiones interesantes. La primera, que la selección de Hodgson será difícil de batir.
A pesar de que Francia disparó a puerta 21 veces, por solo 5 de Inglaterra, lo hizo casi siempre desde posiciones lejanas. Y cuando logró hacerlo desde dentro del área, se encontró normalmente con una pierna inglesa para bloquear el disparo. Así, de los 21 disparos franceses, solo 7 fueron entre los tres palos, cuatro de ellos desde fuera del área. Uno de ellos fue el gol de Samir Nasri.

Inglaterra formó dos líneas de cuatro atrasadas muy juntas, lo que provocó que los centrales franceses, Adil Rami y Philippe Mexès pudieran pasar el balón sin presión, pero casi siempre entre ellos. El 4-4-2 de Hodgson hizo que a los franceses les costara iniciar jugada desde su defensa con profundidad y fuera Yohan Cabaye quién tuviera que retrasar su posición para dar salida al balón.

Con Franck Ribéry confinado a la banda izquierda, donde Glen Johnson contó con la ayuda de James Milner para desactivar la amenaza del jugador del Bayern Múnich, Samir Nasri se erigió en la mejor baza francesa. Nasri fue el jugador que más pases completó y el que más veces lo hizo en el tercio atacante. También fue el jugador que generó más ocasiones (nada menos que 8, el que más en todo el torneo, solo superado por Wesley Sneijder).
Nasri, a pesar de partir de la banda derecha, jugó donde quiso, desplazándose hacia el centro a menudo, lo que permitió las peligrosas internadas de Debuchy por ese lado, que se convirtió en la principal fuente de peligro para Inglaterra.

El ataque inglés, por el contrario, no merece tantos elogios. Al jugar con dos líneas muy atrasadas, cuando el equipo inglés recuperó el balón, lo hizo normalmente muy lejos de la portería rival. En lugar de tratar de retener el balón para permitir al equipo avanzar posiciones o de contraatacar con precisión, los ingleses abusaron de los balones largos. Los jugadores de Hodgson intentaron 95 pases en el tercio atacante, pero casi todos fueron balones largos enviados desde su propio campo para tratar de encontrar a Ashley Young o Danny Welbeck, que trabajaron a conciencia pero recibieron siempre en desventaja, de espaldas a portería y muy lejos de la portería rival.

Una de las mejores muestras de la diferencia de planteamiento entre ambos equipos radica en la salida del balón desde los porteros. Mientras Lloris intentó casi siempre jugar en corto para sus defensas (solo tres veces envió el balón a campo contrario), Hart recurrió al saque en largo una y otra vez, buscando a los interiores o lanzando el balón al campo contrario, provocando la pérdida inmediata de la posesión en casi todos los casos.

Otra muestra evidente del escaso juego de Inglaterra en la medular fueron las combinaciones entre Scott Parker y Steven Gerrard. El jugador del Tottenham le pasó el balón a Gerrard con éxito en cinco ocasiones. Solo cuatro en sentido inverso. Ambos formaron el núcleo del equipo de Hodgson pero se limitaron más a defender (incrustándose incluso en ocasiones en la defensa) que a jugar el balón.

Hodgson demostró que su viejo 4-4-2 sigue siendo válido para detener a los mejores equipos del mundo, por mucho talento que acumulen. Sin embargo, deberá trabajar todavía mucho para mejorar las prestaciones del equipo con el balón. La inclusión sorprendente de Alex Oxlade-Chamberlain le añadió una pizca de imaginación y creatividad al once inglés, pero si el equipo no tiene el balón y se centra únicamente en replegarse, será difícil que su presencia se perciba.
Ante Suecia y Ucrania, tal vez Hodgson considere adelantar unos metros la defensa e incluir a Walcott en la derecha, un jugador con un perfil más ofensivo que Milner. Quizás así, su equipo sea capaz de hacer algo más que defenderse con orden.