La llegada de André Villas-Boas al banquillo del Chelsea ha provocado los fichajes de los jovencísimos Thibaut Courtois, Oriol Romeu y Romelu Lukaku. Estas incorporaciones, sumadas al protagonismo de McEachran y Sturridge en la pretemporada, simbolizan el cambio de generación que el técnico portugués pretende llevar a cabo.
El hecho de apostar por los jóvenes implica que el puesto de los veteranos quede inevitablemente en el aire, como ha ocurrido con Nicolas Anelka. A principios de verano, el delantero francés dijo: «Quiero quedarme hasta que mi contrato finalice el año que viene, y luego ya veremos qué sucede».
Sin embargo, la titularidad de Torres, que jugó tocado, en el primer partido de la Premier League, podría haberle hecho cambiar de opinión. Y es que Anelka no solo compite con Torres por el puesto de delantero centro, sino que también lo hace con el marfileño Didier Drogba, que fue suplente en el citado primer partido de la Premier League y salió en la segunda parte, mientras el francés no jugaba ni un minuto.
Hasta ahora, los equipos que han mostrado más interés por el delantero francés son el Milán, también conocido como el cementerio de elefantes o el geriátrico dorado, el Paris Saint-Germain y el New York Red Bull, donde compartiría delantera con su compatriota Thierry Henry. En cualquier caso, el período de fichajes finalizará en dos semanas, por lo que la solución al futuro de Anelka debería resolverse en los próximos días.
Anelka, de 32 años, llegó al Chelsea en enero de 2008, tras pasar por PSG, Arsenal, Real Madrid, Liverpool, Manchester City, Fenerbahce y Bolton. Pese a llegar con 29 años, los «blues» pagaron 15 millones de libras por él, cantidad que ha devuelto con cruces gracias a la segunda juventud que ha vivido en Stamford Bridge. De hecho, desde su llegada al Chelsea, no solo ha aumentado su palmarés con una Premier League, dos FA Cup y una Community Shield, sino que fue el máximo goleador de la Premier en la temporada 2008-09.