Sí, lector, que pierdes cinco minutos de tu tiempo en leernos, desde aquí te lo confirmamos. Vamos a quitarnos las máscaras: somos simpatizantes del Arsenal. Y cómo aparece en el título, en efecto, confiamos en Àrsene. Sí, lo hacemos. Creemos que, a pesar de sus errores (Oxlade al banco en Milán, por recordar alguno cercano), él es el timonel perfecto para este equipo. No discutiremos en este post acerca de si, por ejemplo, Jürgen Klopp, sería un buen candidato. No, porque el mejor candidato y el único es él.
El tiempo lo cura todo. Bueno, y meterle cinco al Tottenham y ganar en Anfield también. Por ello, ya transcurridos los días necesarios tras la debacle de San Siro y desde una postura más serena, vamos a concedernos la licencia de hacer un diagnóstico del Arsenal. Pero no ya de una visión cortoplacista de esta temporada, sino dentro de un marco más general.
Àrsene, queramos o no, encarna en primera persona al Arsenal. Fue él quien pasó del “boring Arsenal” al florido Arsenal que todos hemos conocido. Y como tal, es él blanco de todos los golpes y críticas vertidas contra ese llamado “modelo Arsenal”. Definición que por otra parte, se nos antoja tan artificial como artificiosa, por lo que no nos queda más remedio que entrecomillarla.
Desde aquí, haremos un breve repaso a la mayor parte de comentarios negativos referidos a Àrsene que tenemos que escuchar o incluso soportar en diversas conversaciones nocturnas, cerveza en mano, que han lugar, por poner algún ejemplo, en la Vía Láctea de Madrid. Y es que la Inquisición no deja de perseguirnos ni aún cuando estamos tranquilamente escuchando a los Clash por la noche.
“Mucho juego, muy bonito, pero para nada”. Se le tilda siempre de bello pero inútil, de estúpidamente romántico, como la aventura de Lord Byron en Grecia. Y vaya, resulta, que su palmarés está adornado por tres ligas, cuatro copas y la única final de Champions que ha disputado el club. Pero no nos referimos a las frías estadísticas, que como dijo Juanma Lillo, son como un tanga: “Muestran mucho pero tapan lo importante”.
El juego del Arsenal no tiene pretensión, es su forma de vivir
Tampoco el Stoke se plantea ser una gorda de Botero
Estamos algo cansados cómo se le tacha de excesivamente lírico y poco práctico, de anteponer la poesía al resultado. Y sinceramente, tal aseveración, nos parece de todo punto absurda. Su estilo de juego es simplemente su manera de sobrevivir, nada más. No hay ninguna pretensión. No pretende ser inmortal ni ganar un Pulitzer ni que le esperen en el camerino groupies de lo estético. No. Así juega el Arsenal, es su estilo, su forma de vivir, su camino, sus procedimientos, como quieran ustedes llamarlo. Como lo tiene el Barça, el Milán, el Manchester United , el Athletic de Bilbao, el Brighton o el Inter de Milán. Sí, porque la idiosincrasia del Inter parece radicar en no saber a qué se juega. El Chelsea presenta matices semejantes, por cierto.
Resumiendo, ¿es o se plantea Àrsene ser el Virgilio del fútbol? No, como tampoco el Stoke se plantea ser una gorda de Botero por cuestiones ideológicas. Lo es porque es su manera de sobrevivir, de intentar conseguir una cita con la chica de la barra. ¿Lo consigue?¿Consigue su fin? Desde luego. El Arsenal también. Y eso es de lo que hablaremos ahora.
“¿Cuánto hace que el Arsenal no gana algo importante?”, ”¿Tanta fama para esto?”. Bien, a nadie se le ocurriría pedir a Kaiser Chiefs que compongan “Stairway to heaven”. Ni siquiera “El camino”, de Black Keys. En Inglaterra, pensemos en los medios de que dispone el Arsenal. Bien, comparemos, no ya con el Chelsea o el Manchester City, sino con el Tottenham. Y en Europa, no hablemos del Real Madrid, sino de un Bayern de Múnich. Ingresó 40 millones de euros por Fábregas, por Nasri unos 27. Se gastó 11 en Arteta, 17 en Oxlade, sus fichajes más caros. Bien, la reflexión es tan obvia que no necesitamos añadir nada más.
Y sin embargo parece que se le exige al Arsenal tanto como a estos equipos, cuando, sinceramente, conseguir clasificarse para la Champions League es todo un logro. Más aún si recordamos que nunca ha faltado a ninguna edición desde que Àrsene llegó al club.
Ante la imposibilidad de fichar jugadores de renombre, los crea
Arsène universalizó el alma de club estrictamente inglés
Mucho más sonrojante, de largo, nos parece que los dos equipos de Manchester hayan sido incapaces de pasar la primera ronda de la Champions (el United, por cierto, con un grupo bastante más flojo que el del Arsenal). O que el Tottenham haya tirado a la basura la Europa League (literal. Veáse el episodio de la “no inscripción de Van der Vaart”). O que el Manchester City el año pasado ni siquiera llegase a pelear el título de liga, cuando por ejemplo, tras su victoria en el Emirates contra los de Ferguson, el Arsenal tuvo opciones hasta la penúltima jornada.
Resumiendo: hagan una simple comparación entre medios y fines logrados. Extrapolen la ecuación a otros equipos punteros de la Premier. ¡Voilá!.
“Fichar a tanta promesa suena muy bien, pero no sirve demasiado”. Esta cuestión tiene dos respuestas. La primera, ya la señalamos. El Arsenal no puede permitirse fichar a un Alexis Sánchez en verano, por ejemplo. Si no lo puede tener, tendrá que inventárselo, criarlo.
Y es entonces cuando podemos repasar la nómina de “promesas” ascendidos a verdaderas estrellas del fútbol mundial, como Fábregas o Van Persie, por no hablar de Thierry Henry, prometedor en el Mónaco, fracasado en la Juventus y jugador de leyenda en el Arsenal.
Y lo que está por venir. En concreto, Alex Oxlade Chamberlain.
Ergo, el Arsenal, ante la imposibilidad de fichar jugadores de relumbrón, los crea. Y vaya si lo hace. Forma parte de su estrategia para seguir en la élite (vuélvase sobre el punto número uno). E insistimos: lo consigue.
¿Llegará a Ítaca? Muy probablemente no. No creemos que en cinco años esté en condiciones de pelear la Premier. Y sin embargo, que Àrsene siga guiando la nave sin saber a dónde va a llegar, en este período de transición eterno, le hace ganar más mérito aún. Aunque, tal y como dijimos, creemos que Àrsene es el único capacitado para seguir gobernando el timón del club.
Fue él quien cambió de rumbo, a quien se encomendó Highbury en épocas de hambruna. Y sigue siendo la cara y el corazón del club. Àrsene es el único que conoce todos y cada uno de los resortes de un club muy complicado. Àrsene es quien ha sido capaz de sostener dentro de los límites de una competitividad razonablemente alta a un equipo que en alguna temporada llegó a invertir lo mismo que el Hull City. Fue Àrsene quien universalizó el alma de un equipo estrictamente limitado a lo inglés, de tal manera que no es extraño ver camisetas del Arsenal en Reykjavik o en Bangkok. Àrsene ha sido el responsable de que cada fin de semana haya gente en todo el mundo que quiera perder una hora y media de su tiempo en ver al Arsenal. Y ha sido Àrsene, quien ha tocado el cielo con los cañones de Islington.
Por ello, tal y como reza la famosa pancarta siempre presente en los partidos del Emirates: “In Àrsene we trust”.
P.D.: cambiando totalmente de tercio, pocos partidos nos han excitado la imaginación tantísimo como la eliminatoria Manchester United – Athletic Club de Bilbao. Mejor dicho, ninguno.