Hay partidos que dejan desnudas las carencias de un equipo. Si la final de Champions League de 2011 entre el Barça y el United ya advirtió la imperiosa necesidad de centrocampistas de nivel en el United, el derbi de Manchester del pasado domingo volvió a confirmarlas. Pasan los años e incluso se produce el relevo en el banquillo y los viejos vicios continúan. Más allá de Michael Carrick (buen futbolista pero que tampoco es un primera espada, seamos sinceros), desde el comienzo del declive de Paul Scholes el Manchester United adolece de un solo centrocampista capaz de enhebrar la aguja. Curiosamente, es algo que ya escribimos en el lejano febrero de 2012 de una manera bastante más lírica. Como ya dijimos, lejos de fortalecerse desde el medio, lo que parecía guiar al United era una especie de “perificación” de su juego, fiando todo a su tremenda habilidad en ambas áreas. Tan es así, que hasta fueron capaces de desechar a un diamante como Paul Pogba en verano de 2012, hoy en la Juventus, aunque de un carácter muy distinto al del característico “playmaker” que tanto urge al conjunto de Old Trafford. A resumidas cuentas, un equipo sin quilla ni timón.
Desde Scholes, el United adolece de un medio capaz de enhebrar
Lleva años vistiendo esa desnudez en medio con prendas más conocidas
Y lo volvimos a ver en el Etihad Stadium. De no llegar el esférico a los pies de Wayne Rooney ya en tres cuartos (que se discuta a este jugador es de locos), cualquier avance visitante estaba condenado de antemano a morir en un centro sin sentido o en una intercepción de Fernandinho o del colosal Kompany. Quedó a la vista de todos que más allá de una jugada a balón parado, un contraataque o en una acción aislada, no había manera de que los de Moyes se acercasen a Hart atacando en estático. Un balance muy pobre para el actual campeón de la Premier League, aunque nada nuevo. Desde hace ya años, el United viste esta desnudez en la medular con sus prendas más conocidas: su conocido espíritu competitivo, su potente nómina de arietes y una defensa sólida. Ocurre que, aparte de que el tercer pilar comienza a estar carcomido, no es suficiente para imponerse a rivales de primer orden como este Manchester City. Con Van Persie como salvavidas y Rooney de nuevo reclutado para la causa, no será difícil ver al Manchester United ganar a equipos de clase media o baja, como el Swansea o el Crystal Palace, pero no son argumentos que prometan la consecución de cimas más altas.
Se fue Ferguson con la última Premier bajo el brazo y llegó Moyes. Su declaración de interés sobre Fábregas pareció mostrar que se quería enmendar el error, pero nada más lejos. Cerradas las puertas del catalán, el escocés incluso aseguró no haber visto demasiado a Thiago Alcántara, otro jugador que hubiera resultado vital para sus esquemas y que estaba en el mercado. Desechado cualquier intento sobre Modric y tras el esperpento de Ander Herrera, el United finalmente echó el lazo sobre Marouane Fellaini. Un jugador que demostró un valor diferencial en el Everton lejos precisamente de la demarcación que constituye el gran agujero negro de los Red Devils. Si el rendimiento del belga se revalorizó fue cuando el propio Moyes lo colocó justo por detrás del delantero centro, una posición cubierta en los Red Devils por Rooney, de lejos muy superior a Fellaini. Jugando en la divisoria, el ex Toffee no demostró ninguna cualidad superlativa y en ocasiones demostró no manejar conceptos claves, como al no seguir al Kun Agüero en el tercer gol Citizen. En resumen: Fellaini, que ha sido la principal contratación, puede ser un gran complemento, pero no viene a solucionar ninguna de las viejas averías del sistema heredado de Sir Alex.
Si la necesidad de un volante creador ya era imperiosa hace dos años, ahora ya resulta totalmente acuciante. Por no citar que la urgencia para renovar por completo su anquilosada defensa se presenta como imprescindible. Podrían los Red Devils seguir confiando su suerte a los goles de Van Persie o Rooney, pero seguirían siendo puntadas al aire y en el caso de que sus “ruidosos vecinos” parezcan tomarse en serio a sí mismos, con esta debilidad estructural tan marcada es difícil creer que vuelvan a reinar en Inglaterra a corto plazo. En Europa ya ni hablamos. En cualquier caso, lo que hasta el día de hoy ha demostrado el Manchester United en lo que va de temporada es su paradójica habilidad para cambiar y que todo continúe igual.