Toño Suárez

Cómo el Liverpool saqueó Upton Park o la paradoja del fútbol

Buena primera parte del West Ham, que remontó el gol inicial de Glen Johnson. Sin embargo, su bajada de rendimiento en la segunda parte le costó el partido. Discreto partido del Liverpool, que no hizo más que su rival para llevarse el partido.

 

Premier League

West Ham 2
Liverpool 3
Ficha técnica
2 – West Ham: Jussi Jääskeläinen, Guy Demel (George McCartney, 45), Joey O’Brien, James Collins, Winston Reid, Matthew Taylor (Modibo Maiga, 86), Mohamed Diamé (James Tomkins, 73), Kevin Nolan, Matthew Jarvis, Mark Noble, Carlton Cole.
3 – Liverpool: José Reina, Daniel Agger, Glen Johnson, Martin Skrtel, José Enrique (Joe Cole, 27), Steven Gerrard, Lucas Leiva (Jordan Henderson, 71), Joe Allen (Sebastián Coates, 86), Jonjo Shelvey, Stewart Downing, Raheem Sterling.
Goles: 0-1, m.11: Johnson. 1-1, m.36: Noble (p.). 2-1, m.43: Gerrard (p.p.). 2-2, m.76: Cole. 2-3, m.79: Collins (p.p.).
Hoy me imagíné con unos añitos menos, no demasiados, deambulando por las inmediaciones de Upton Park, con mi gorrita visera puesta del revés, pantalón corto pese al frío (la edad no entiende de inclemencias metereológicas) y libreta en mano, presto y dispuesto a hacer un estudio sociológico alimentándome de las opininiones de los aficionados del Liverpool que se habían desplazado al este de Londres para ver el encuentro de esta tarde. El motivo de tamaña gesta sobrehumana (recordemos que en mi sueño iba en pantalón corto) no era otro que el de conocer la opinión del aficionado de a pie sobre la cantidad de goles que marcaría hoy el Liverpool, teniendo en cuenta que el garante absoluto de dicha suerte en el equipo Red se había quedado en su casita, caliente y acomodado en su sofá, viendo el choque en su sala de estar (o donde quiera que el bueno de Luis Suárez tenga por costumbre hacerlo). Si mi sueño no se hubiera visto interrumpido por el pitido del árbitro dando comienzo al choque seguro que las conclusiones de mi estudio hubieran sido más bien desalentadoras.
 
Y creo que Rodgers estaba en la misma sintonía que los aficionados de mi imaginaria encuesta. Con el uruguayo sancionado, el galés miró y remiró los efectivos con los que contaba y, después de echar una o dos lagrimitas de desesperación, se decidió por Shelvey para intentar llenar el infinito hueco que deja Suárez cuando no está. Así es la plantilla del Liverpool, escasa hasta el llanto.
 
Enfrente se situaba el West Ham, uno de esos equipos que abundan en la Premier que resultan simpáticos al aficionado neutral; un equipo con oficio, que sabe a lo que juega, que no se entretiene en frivolidades y que saca adelante sus partidos ora con garra y esfuerzo ora con mesurada brillantez gracias, entre otros, a jugadores de talla como Noble, Nolan, Cole y Jarvis.
 
Jarvis, precisamente, sufrió en los primeros veinte minutos de partido a un Johnson desmesurado, pletórico, haciéndose dueño de la banda derecha del feudo londinense y convirtiéndose en “man of the match” de los primeros compases del partido, finalizando su reinado con un misil teledigido a la escuadra derecha de Jaaskelainen que significaría el primer gol para los de Anfield en un momento del partido en el que el West Ham dominaba el encuentro sin excesivos agobios. A falta de pan (Suárez) bueno es un lateral derecho.
 
Y es que hasta esa jugada puntual del Liverpool que acaba con el 0-1 ( bien pudo acabar el balón fuera del estadio si también) el West Ham llevaba la voz cantante del partido desactivando sin agobios el pretendido juego de toque que pretendía orquestar el trio Allen-Gerrard-Lucas: de hecho, la primera jugada con cierto peligro hasta entonces la había culminado Diamé con un disparo que parecía que se colaba de no haber pegado en su compañero Cole, que la desvió fuera. Paradojas del fútbol: el West Ham domina pero se adelanta el Liverpool, rey del empate y parco en gol, por mediación de su lateral derecho…la encuesta imaginaria se empezaba a venir abajo.
 
Fruto de tan inesperado regalo el Liverpool se vió por delante en el marcador y pareció coger el mando del partido: otra vez Johnson, en estado de gracia, le hizo un tremendo roto a JArvis y centró al punto de penalti donde aparecía como un rayo Sterling, que lanzó el balón fuera.
 
Partido de contrastes partido de paradojas: el Liverpool se adelanta cuando le domina el West Ham y los de Londres empatan cuando estaban a punto de besar la lona: el primer síntoma de que aun no estaban fuera de la pelea fue un penalti no señalado por el colegiado de Skertel a Cole que hizo una primera parte descomunal, llevándose todos los balones aéreos, terrestres a media altura y, si me apuran, hasta los siderales. Una lesión del Jose Enrique, al fin en su puesto, hizo que Rodgers diera entrada a Cole que se situaría de medio derecho y bajara a Downing al lateral que había dejado vacante el español.
 
Y de penalti empato el West Ham cuando más dominado estaba: disparo desde fuera del area de Dembele que impacta de manera violenta en la mano de Allen, dentro del área. Penalty claro que Noble se encarga de transformar en el gol del empate pese a que Reina le adivinó la intención y estuvo cerca de detenerlo. Las cosas volvían a su ser.
 
A Jarvis ya se le había pasado el atragantón de intentar detener a Johnson y empezaba a demostrar que es un lateral con mayúsculas, pleno de potencia, raìdez y habilidad con el balón en los pies y dotado, además, de un buen toque de balón que propicia unos buenos centros al área…en uno de ellos Cole y Gerrad pugnaron por el balón, el primero para intentar marcar y el segundo para intentar que no lo consiguiera: tanto empeño puso el capitán red en evitar que el delantero londinense no impactara con el balón que fue él mismo, de inapelable testarazo, el que batió a Pepe Reina poniendo el 2-1 en el luminoso…el aequero español había caído bajo fuego amigo: daños colaterales, que diría el otro.
 
Un Liverpool escaso de gol veía como su exigua ventaja se había ido por la borda en un suspiro, su lateral derecho parecía que ya había perdido la magia de los primeros minutos, su sala de máquinas no carburaba y su delantero centro improvisado ni estaba ni se le esperaba. Cuando la primera expiraba Sterling abre a la banda a Downing que centra al area pero Shelvey echa el balón fuera. No estaba Suárez, Rodgers necesitaba soluciones, miraba al banquillo…y lloraba.
 
La primera mitad de la segunda parte fue, quizá, un tanto descafeinada: el West Ham iba por delante, tranquilo y seguía sin tener problemas para manejar el partido a su antojo; quizá, y a toro pasado, se pueda criticar que bajó un poco su ritmo de partido y se limito a controlarlo pero es que el Liverpool no le exigía más. Pasaban los minutos y Rodgers no daba un golpe de timón a su nave; su trío de creación no solo no lo hacía sino que no conseguía ni llevar el partido a donde más le interesaba, al toque, al control. Pocas oportunidades para uno y otro en ese tramo de encuentro quizá una de Sterling en el minuto 66 que resolvió bien el meta local, por citar alguna.
 
En el minuto 70 Rodgers, al fín se dio cuenta de que su centro de creación no funcionaba y deshizo el trío sacando del campo a Leiva y dando entrada a Henderson. Tampoco hay mucho más.
 
La Premier League tiene muchos componentes diferenciadores con el resto de ligas mundiales: componentes organizativos, históricos, que hacen que sea, sin lugar a dudas, la mejor liga de futbol del mundo. Y tiene algo más, algo incontrolable tal vez. O no, si tenemos en cuenta que los futbolistas que están en un terreno de juego Premier no dan un partido por perdido jamás. Eso hace que estemos acostumbrados a ver infinidad de oles en los minutos finales de los partidos: otra cosa que hace a la Premier diferente.
 
En el 75, Sterling entró por banda e hizo la pared con Shelvey, asistió a Cole y éste batió por bajo a Jaaskelainen. Era el 2-2, mucho botín para el Liverpool si analizamos su juego pero justo si afirmamos que la Premier es un espectáculo de primer orden. Y como la premisa a seguir, como bien nos recordó Freddy Mercury, es que el show debe continuar, dos minutos más tarde Henderson centró al área, Shelvey se tiró al suelo a rematar el balón, acompañado por Collins, que batió, sin quererlo, a Jaaskelainen. 2-3. El Liverpool había conseguido remontar el partido, meter tres goles y no echar en falta a su delantero centro titular. Paradojas de la vida y mi encuesta imaginaria sin valor alguno: una vez más los sondeos no sirvieron para nada.
 
El West Ham intentó revertir la situación sin conseguirlo y los tres puntos en liza volaron para Anfield. Aunque hay varias cosas claras: éste West Ham es un equipo bien hecho y bien armado y éste resultado de hoy no le quita ni un ápice de mérito a la excelente campaña que los muchachos de Allardyce están realizando. Del mismo modo, estos tres puntos parecen más el sueño de una noche de invierno para los de Liverpool que una realidad: siguen siendo un equipo flojo y sin rumbo, con una planificación de pretemporada catastrófica, que no se sabe a qué juega y que hoy, por esas paradojas del fútbol, se llevo los tres puntos, marcando tres goles sin Suárez en el campo. Pan para hoy y hambre para mañana.
 

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Toño Suárez