Cuando le preguntan cuál es la diferencia entre Rafael y Fabio, su hermano mayor, Luiz Henrique da Silva, que llegó a Inglaterra para cuidar de ellos, parece sorprendido. “Cuando eran pequeños, era difícil, incluso mi madre había llegado a alimentar a Rafa o a Fabio dos veces, pero ahora son totalmente diferentes en su aspecto y en la forma de comportarse».
Pero en el vestuario del Manchester United, no todos lo tienen tan claro. Incluso Sir Alex Ferguson ha llegado a confundir a los dos. Según Fabio: “En un partido, vino hacia mí y empezó a darme instrucciones llamándome Rafael. Todavía nos confunde, pero no importa. Sir Alex lo sabe todo sobre fútbol”.
En el campo, pocas cosas les diferencias. Los gemelos han estado luchando por la misma posición en el equipo desde que Ferguson comenzó a experimentar con Fabio, un lateral izquierdo diestro, en el lado del campo que ocupaba originalmente Rafael. Como resultado, este último ha visto como su participación en el equipo menguaba.
Sin embargo, no le importa: “Estoy feliz de ver a mi hermano jugar tras unos inicios difíciles en el United”. Explica que “se lesionó varias veces y no jugó muchos partidos en sus dos primeras temporadas. Incluso se llegó a hablar de cederlo. Hemos estado juntos toda nuestra carrera y nos gustaría seguir estándolo el máximo tiempo posible”.
Los gemelos, de 20 años, viven juntos en la misma casa en Cheshire con sus esposas y Luiz Henrique, que también está casado y tiene una hija. Además, los padres de los gemelos y algunos familiares pasan algún tiempo allí de vez en cuando. Carla, la esposa de Rafael, llama a su hogar la República de Silva.
Tras tres temporadas en Old Trafford, los gemelos están totalmente integrados en el United y elogian a Ferguson por ayudarles a aclimatarse. Ni siquiera cuando la expulsión de Rafael en los cuartos de final de la Champions League 2009-10 ante el Bayern Munich le costó al United la eliminación, Ferguson le gritó. “Estaba enfadado pero me hizo sentir más avergonzado que si me hubiera gritado. Pero siempre habla sobre tener tiempo para aprender de nuestros errores y no estar demasiado ansiosos”.
También agradecen a Ferguson que comprenda su vínculo. “Entendió que bajara al vestuario para ver a mi hermano después de sufrir un duro golpe en la cabeza”, explica Fabio, que debería haber sustituido a su hermano en el campo. Su estrecha relación también fue puesta a prueba por Craig Bellamy. «Es un jugador sucio, le tiró del cabello a Rafa y sentí ganas de pegarle un puñetazo”.
Los padres de los gemelos pertenecen a la clase trabajadora. El padre trabajaba como portero en un condominio de lujo. El fútbol salvó a los gemelos de una vida muy difícil en el barrio de Rio de Janeiro donde se criaron.
Los padres de los gemelos pertenecen a la clase trabajadora. El padre trabajaba como portero en un condominio de lujo. El fútbol salvó a los gemelos de una vida muy difícil en el barrio de Rio de Janeiro donde se criaron.
Explican que rechazaron una oferta del Arsenal porque los “gunners” quisieron obviar al Fluminense. “No podíamos hacerle eso a un club que nos admitió cuando solo teníamos 11 años, aunque luego nos prohibieron jugar en el primer equipo una vez que firmamos el contrato con el United”.
Este episodio todavía colea entre los medios brasileños, ya que los gemelos se convirtieron en un símbolo de una nueva era en que los jóvenes talentos emigran cada vez más jóvenes a Europa. Los gemelos firmaron con el United a los 16 años y pactaron jugar una temporada más con el Flu para que la transición a la Premier no fuera tan difícil. Sin embargo, hubo un cambio interno en el club y Branco, exlateral de la canarinha, les dijo que no tendrían oportunidades en el equipo. “Algunos aficionados creyeron que éramos nosotros los que nos negábamos a jugar, pero creo que ahora todo ha quedado claro”, dice Rafael.
Este episodio todavía colea entre los medios brasileños, ya que los gemelos se convirtieron en un símbolo de una nueva era en que los jóvenes talentos emigran cada vez más jóvenes a Europa. Los gemelos firmaron con el United a los 16 años y pactaron jugar una temporada más con el Flu para que la transición a la Premier no fuera tan difícil. Sin embargo, hubo un cambio interno en el club y Branco, exlateral de la canarinha, les dijo que no tendrían oportunidades en el equipo. “Algunos aficionados creyeron que éramos nosotros los que nos negábamos a jugar, pero creo que ahora todo ha quedado claro”, dice Rafael.
Los gemelos acabaron de laterales por accidente. En su primera época en la academia del Fluminense, situado en las afueras de Rio, la preferencia de Rafael por la banda derecha se debió principalmente a una estrategia para evitar el sofocante calor. “El campo de entrenamiento tenía una sombra a la derecha y yo, que entonces era centrocampista, fui para allí un par de veces durante un partido para evitar el sol”, recuerda. “Al entrenador le gustó y me movió al lateral derecho”.
El recorrido de Fábio hasta el lado izquierdo fue más complejo. En sus inicios era un delantero que aprovechaba los pases de su hermano para marcar goles en un equipo local de Petrópolis (una ciudad de montaña cerca de Rio) pero en el Flu no tuvo oportunidades hasta que el lateral izquierdo titular tuvo problemas con su documentación. “El técnico me puso ahí y acabé disfrutando más que jugando en punta, aunque Sir Alex a veces nos tiene que recordar que no podemos subir tanto como los laterales brasileños suelen hacer”.
En la final de la Champions se encontrarán con uno de ellos, el jugador del Barcelona Dani Alves. Los Da Silva están confiados para el partido. “Tenemos buenos jugadores y no tenemos miedo al Barcelona”, dice Fabio. Su hermano refuerza esa idea: “Tenemos que hacer que estén incómodos”.
En el vestuario, Rio Ferdinand ocupa el papel que realiza su hermano mayor en casa. “Desde el principio, siempre bromeaba con nosotros, intentando que nos relajáramos”, explica Rafael.
El sábado, uno de ellos será titular y el otro deberá apoyarle desde el banquillo, aunque si en el descanso se cambiaran sus camisetas y el que estaba jugando fuera al banquillo y el del banquillo saltara al terreno de juego, posiblemente nadie se daría cuenta.