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Coutinho decide en Stamford Bridge (1-3)

El doblete del brasileño remontó el tanto inicial de Ramires. Benteke sentenció en los últimos minutos. Siguen las dudas sobre la continuidad de Mourinho. Los Blues, en caída libre. 

 

Premier League

Chelsea 1
Liverpool 3
Ficha técnica
1 – Chelsea: Begovic, Zouma, Cahill, Terry, Azpilicueta (Falcao, 76), Ramires, Mikel (Fàbregas, 70), Willian, Hazard (Kenedy, 59), Oscar, Diego Costa.
3 – Liverpool: Mignolet, Clyne, Skrtel, Sakho, Moreno, Milner (Benteke, 64), Lucas, Can, Lallana (Lovren, 91), Coutinho, Firmino (Ibe, 76).
Goles: 1-0, m.4: Ramires. 1-1, m.45: Coutinho. 1-2, m.74: Coutinho. 1-3, m.83: Benteke.
Las grandes caídas son las de los grandes protagonistas. Este Chelsea, si fuera entrenado por Guus Hiddink o Rafa Benítez no tendría la reverberación que tiene con Jose Mourinho. Sin duda, la caída de los Blues suscita tanta sorpresa y extraño por el timonel del barco.
 
Los equipos de Mourinho no han sido nunca muy atractivos en el apartado ofensivo. Al menos en las grandes citas. Pero si sólidos, fiables y eficaces. Y por encima de todo ganadores. Lo que resulta más llamativo es la cantidad de problemas a subsanar. El Chelsea no sólo defiende mal. En ataque no tiene soltura, físicamente no está fresco y mentalmente no está centrado.
 
Esta pléyade de circunstancias adversas a día de hoy, la aprovechó el Liverpool. Como la aprovecharon tantos otros antes. Sin hacer un partido excelso, el conjunto de Jurgen Klopp se llevó los tres puntos de Stamford Bridge. Como ya lo hizo el Southampton. O el Crystal Palace.
 
El equipo de Mourinho empezó mejor en las similitudes que tiene con el que era su adversario. El gigante alemán, Jurgen Klopp. Fue más intenso, estuvo mejor posicionado e hizo más cosas. Así obtuvo su premio al inicio del encuentro con un centro de César Azpilicueta rematado por Ramires de cabeza a gol.
Dentro del guión previsto entre dos maestros de las pizarras y los entramados tácticos, no estaba un gol tan tempranero. Pero visto el escenario, parecía más apacible y cómodo para el equipo de Mourinho que para el Liverpool. Una vez más esta temporada, nos equivocamos.
 
Y el error sucedió porque el Chelsea no tiene ninguna garantía defensiva. Ni con sus centrales John Cahill y John Terry ni con sus mediocentros. Por muy defensivos que sean. Ni Ramires, ni John Obi Mikel pudieron maniatar el juego entre líneas de los Reds. Que no fue asiduo, pero que cuando apareció fue devastador. Además, la capacidad contragolpeadora del equipo londinense es nula. Ni Oscar ni Eden Hazard parecen capacitados para decidir un partido. Y Diego Costa está más empeñado en sus disputas de guerrero más que de delantero centro. Sólo Willian se salva de la quema.
 
Entre todas las heridas que tiene repartidas el Chelsea a lo largo de su plantel, hay que añadir los aspectos coyunturales. Cuando no es expulsado un jugador suyo antes del descanso (Nemanja Matic en Upton Park) el árbitro cambia el devenir del encuentro. Sin duda, tampoco está teniendo suerte el cuadro de Stamford Bridge.
 
Mark Clattenburg añadió dos minutos de descuento en el primer período. Pasados esos ciento veinte segundos a los cuarenta y cinco minutos reglamentarios, el colegiado inglés prolongó durante medio minuto más el encuentro. Mourinho, ya preparado en la boca de vestuarios, presenció desde allí como Philippe Coutinho recortaba con la derecha y definía con la zurda un pase de Roberto Firmino. 20 segundos después de los que dicta la ley, el Liverpool empataba el partido.
 
Ante semejante imprevisto, la charla preparada en el descanso varió. El planteamiento defensivo y ordenado que tuviera ideado el Special One se vio trastocado por una circunstancia poco convencional. Por decirlo de algún modo. Mientras, el paradigma del Normal One, Klopp, se tornó en una oportunidad pintiparada para asaltar un campo como Stamford Bridge.
 
Así sucedió. El cambio de escenario de necesidad imperiosa de puntos del Chelsea, y encima jugando en casa, se convirtió en un obstáculo imposible de superar. No tomó las riendas del partido en ningún momento mientras que los Reds nunca sintieron la necesidad de cambiar el ritmo del partido dado que no sufrían.
 
Coutinho cambió de portería y de secuencia de acción para culminar la remontada. En esta ocasión, recortó con la zurda y marcó con la diestra. Como premio ante semejante elenco de recursos y técnica encontró a sus aficionados en ese fondo, al contrario que en el primer tiempo. El 1-2, volvía a evidenciar la decadencia de un gigante.
 
Por si fuera poco, instantes después, Christian Benteke hacía el 1-3. Controló cómodamente, se orientó y cruzó a la perfección. Un visitante se volvía a llevar el botín en casa del Chelsea. Impensable de un entrenador que no perdió un solo partido como local durante diez años. Sin duda, las cosas han cambiado.
Ganó el Liverpool porque hizo las cosas mejor. Defendió mejor. Creo más que el Chelsea aunque sin grandes alardes y jugó con la necesidad de los Blues. Y de Jose Mourinho. Los Reds, esta vez fueron los protagonistas.
 

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