La eliminación del Birmingham City en semifinales ante el Tyresö tras caer por 3-0 en el partido de vuelta en Suecia (había empatado sin goles en la ida) es solo la última de una larga serie de decepciones inglesas en la máxima competición europea de clubes en el fútbol femenino.
Las tres temporadas anteriores, fue el Arsenal quien se quedó a las puertas de la final. Cayó en semifinales ante el eventual campeón Lyon en 2010-11, ante el Frankfurt en 2011-12 y la temporada pasada de nuevo ante el club que acabaría proclamándose campeón, el Wolfsburgo alemán. En las trece ediciones disputadas de la Champions League femenina, solo una vez un equipo inglés alcanzó la final. Fue precisamente el Arsenal en la temporada 2006-07, en que acabaría triunfando tras derrotar al Umea sueco en la final.
Estos repetidos fracasos a nivel continental han generado algunas dudas sobre la competitividad de la superliga femenina inglesa. La WSL es una liga que tiene por vocación convertirse en una liga profesional de fútbol femenil pero que no lo es todavía a día de hoy. Más del 50% de sus futbolistas se dedican actualmente a otras actividades ajenas a las canchas con el fin de otorgarle un equilibrio a sus vidas como futbolistas.
La WSL obliga a los clubes a otorgar a sus futbolistas un salario fijo, pero cada club puede fichar a cuatro jugadoras de primer nivel y otorgarles un sueldo de hasta 20.000 libras. Además, algunas jugadoras con mayor proyección mediática son patrocinadas por marcas de renombre a nivel mundial. Es el caso de Toni Duggan con Umbro o de Jill Scott con Puma.
El repetido fracaso de los clubes en WSL ha despertado algunas dudas
En el respaldo financiero no radica la clave, así el problema es otro
La FA destinó hace un año alrededor de tres millones de libras a impulsar con mayor fuerza el fútbol femenil en Inglaterra. Sin embargo, parece que no es suficiente para lograr el objetivo de acercar la variante femenina a la masculina. Los fracasos en el panorama internacional continúan y no solo en el caso de los clubes de la WSL sino también en el de la selección, que fracasó estrepitosamente en la Eurocopa de Suecia del verano pasado, donde no pudo pasar de la fase de grupos.
¿Dónde radica el problema? Es evidente que la falta de apoyo económico no es la respuesta, ya que todos los clubes de la WSL para esta temporada obtuvieron un patrocinio por valor de medio millón de libras. Así que las respuestas están en otro lugar.
En primer lugar, la FA y la WSL deberían hacer hincapié en mejorar el programa de entrenamiento y de alto rendimiento en todos los niveles del fútbol femenil inglés, incluyendo la formación de los entrenadores. Los clubes deberían ser capaces de atraer a sus banquillos a directores técnicos capacitados, incluso algunos procedentes de equipos masculinos. Por otro lado, tampoco la dedicación parcial contribuye a que las futbolistas mejoren. Salvo el recién llegado Manchester City, los demás clubes de la WSL no exigen dedicación completa a sus futbolistas.
Además, la WSL tal vez debería imitar algunas de las estructuras y políticas de otras ligas más exitosas. Debería promover el talento doméstico en ligas internacionales y competitivas, como sucede en la NWSL de los Estados Unidos.
Finalmente, fichar jugadoras de primer nivel internacional como Louisa Necib, Alex Morgan o Kosovare Asllani contribuiría no solo a aumentar la notoriedad y los ingresos de la liga, sino a expandir sus conocimientos a las futbolistas locales. Solo el tiempo dirá si la WSL, que nació con una enorme ambición, tiene credibilidad y confianza como liga de futbol profesional. Lo que es seguro es que, si quiere lograrlo, tiene un largo recorrido por delante.