El sábado, aficionados de toda Inglaterra se acercaron a Darlington para apoyar al equipo local, que se enfrentaba al Fleetwood Town. Un partido que estuvo a punto de no celebrarse, si no fuera porque el miércoles un grupo de aficionados inyectó dinero en la maltrecha economía del club y evitó su desaparición.
Esos aficionados pudieron comprobar en persona el principal motivo que ha llevado a un club fundado en 1883 al borde de la desaparición: un estadio para 25.000 espectadores que el expropietario del club, George Reynolds, nunca debería haber sido construido. Pero Reynolds soñaba con llevar al club a la Premier League y decidió comenzar por el estadio. Su sueño se ha convertido en la pesadilla de los aficionados del club.
Las 50.000 libras aportadas por los aficionados solo han servido para comprar tiempo. Hasta el 31 de enero. Es decir, los partidos ante Fleetwood, Hayes & Yeading y York City. Para entonces, el club deberá encontrar más dinero para seguir adelante. Algo que los dos miembros del grupo de rescate que aparecieron con el dinero a última hora, Doug Embleton y Shaun Campbell, no descartan tras reconocer que están «superados por el apoyo recibido desde todas las partes del mundo».
Sin embargo, todavía queda mucho camino por recorrer para asegurar que el club seguirá existiendo cuando los niños que asistieron el sábado al partido sean hombres. El estadio, construido en 2003, con pisos de mármol y ascensores, es un pozo sin fondo que ya se tragó a su propio creador. Reynold fue acusado de financiar el estadio de forma ilegal a través del dinero de su compañía y encarcelado por fraude fiscal.
Tras invertir 2 millones de libras desde 2009, el actual propietario, Raj Singh, decidió que ya era suficiente y el club cayó en administración judicial. El administrador decidió el lunes despedir a todos los jugadores y cuerpo técnico. Solo permanecen 10 futbolistas profesionales, que reciben un salario por partido hasta que se acabe el dinero. El visitante del sábado, el Fleetwood, segundo en la Blue Square Bet Conference, cuenta con una plantilla de 28 experimentados jugadores, mientras que los locales tienen actualmente once. El Darlington no puede realizar traspasos, así que el administrador recibió un permiso especial para fichar a un portero, Jordan Pickford, de 17 años, que llegó cedido del Sunderland.
Nada menos que 5.638 espectadores acudieron a Darlington el sábado, multiplicando por tres la asistencia media de la temporada. Todos ellos cantaron «Stand up, if you love Darlo» («Ponte de pie si quieres al Darlo») al ritmo de la música de «La gran evasión».
El futuro del club depende, como suele suceder, del valor del terreno sobre el que se encuentra el estadio. Si las autoridades locales aceptan eliminar las restricciones urbanísticas, el amplio espacio que ocupa actualmente el parking podría ser destinado a casas y negocios de ocio. Y el club podría recaudar dinero para construir un estadio más pequeño en otro lugar.
El administrador está en negociaciones con constructores, y el grupo de rescate y la administración local esperan reformar el club, para que sea propiedad de los aficionados. El problema es que el 31 de enero es una fecha límite real y presente. Cualquier acuerdo debe cerrarse antes de esa fecha.
¿Y el resultado? Esta vez no hubo milagro, no hubo reedición del mito de David y Goliat. El Fleetwood se llevó la victoria por 0-1 de Darlington, pero por una vez, el resultado era lo de menos. El Darlington no es más que uno más de los muchos clubes en riesgo de desaparición. Hace solo unos meses, fue el Rushden and Diamonds el que decía adiós. Y detrás del Darlington viene el Kettering Town, que juega precisamente en el Nene Park donde jugaba el Rushden.
Es el momento de que los aficionados al fútbol den un paso al frente y se movilicen para apoyar a estos equipos en dificultades económicas. Porque la desaparición de un club de fútbol nos afecta a todos. Porque el próximo en desaparecer puede ser tu club.