Alvaro Oleart

De los «Busby babes» a los «Fergie boys»: la historia se repite 43 años después

Los «red devils» vuelven a Wembley para disputar una final de la Copa de Europa. Un lugar que trae hermosos recuerdos para el Manchester United. En el mítico estadio en el lejano 1968, los «Busby babes» hicieron historia venciendo al Benfica en una final jugada tan solo una década después del desastre de Munich, en el que murieron ocho jugadores de los «red devils».

 
Decía Karl Marx, un alemán que si posiblemente viviera hoy en día no sería precisamente un fanático del fútbol, que la historia se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa. Una cita que viene que ni pintada en este caso. La primera vez fue hace 43 años, cuando Sir Matt Busby logró reconstruir un equipo hundido por la tragedia de Munich y llevarlo a la Copa de Europa en Wembley, el antiguo. La segunda la estamos viviendo, con un Manchester United que no ha exhibido su mejor versión en este año, a pesar de ser campeón y estar en la final de la Champions, donde se encontrará al Barcelona, en Wembley, el nuevo.
 
En el estadio de Wembley, el antiguo, tuvo lugar una de las mayores gestas deportivas de la historia del fútbol, cuando el Manchester United entrenado por Sir Matt Busby consiguió la Copa de Europa en 1968, tan solo diez años después del desastre de Munich, en el que ocho jugadores del Manchester United perdieron la vida. 
 
El 6 de febrero de 1958, el mundo del fútbol se estremeció como nunca antes. El avión en el que viajaba la plantilla del Manchester United se estrelló contra una casa y murieron 23 de los 45 pasajeros. Era el vuelo 609 de British Airways, que debía llevar al equipo a casa desde Munich, donde habían hecho escala desde Belgrado, donde los «red devils» habían logrado el pasaporte para las semifinales de la Copa de Europa ante el Estrella Roja. Un pasaporte distinto, el perdido de Johnny Berry,  fue el que provocó el retraso de una hora en el despegue que acabó en tragedia.
 
Entre los fallecidos se encontraba Duncan Edwards, quien, para Bobby Charlton, «ha sido el mejor jugador que he visto y que veré. Fue la única persona con la que me sentía intimidado. Tenía la impresión de que nunca sería tan bueno como él».
 
Nadie, excepto tal vez Matt Busby, Bobby Charlton y Bill Foulkes, saben lo duro que resultó sobreponerse del desastre de Munich y lograr la Copa de Europa solo diez años más tarde. El Manchester United, guiado por Sir Matt Busby, luchó contra la adversidad económica para conseguir tres títulos de liga (51-52, 55-56. 56-57), tres Charity Shield (52, 56 y 57) y una FA Cup (47-48) antes de que se produjera el desastre que acabaría con ocho de sus jugadores en 1958. Aquella tragedia parecía el punto y final de aquella época de gloria. Pero Sir Matt Busby, que estuvo a punto de morir en el accidente y recibió incluso la extremaunción, no estaba dispuesto a abandonar a sus muchachos.
 
Busby decidió entrenar al Manchester United en 1945, una decisión controvertida, pues él había sido jugador de los archirrivales históricos del Manchester United: Liverpool y Manchester City. Además, había rechazado una propuesta para dirigir al propio Liverpool, decisión muy criticada en aquel momento. En cuanto llegó al United, Sir Matt Busby se identificó con el club. Para él, el Manchester United representaba la posibilidad de crear algo nuevo, una filosofía no solo de juego, sino también de vida.
En cuanto llegó al United, Sir Matt Busby se identificó con él
Impuso tareas administrativas a sus jugadores
 
Busby consideraba que la salud de un club estriba en ingresar mucho y gastar poco, y fue consecuente con sus principios. Allí donde había un simple club de fútbol, creó una familia. Impuso tareas administrativas a los jugadores, no solo para ahorrar, sino también para formarlos en otros campos diferentes al deportivo.
 
«Damas y caballeros, les hablo desde una cama en el hospital de Munich. Después del accidente sufrido hace aproximadamente un mes, les gustará saber que los jugadores que quedan y yo mismo nos estamos recuperando poco a poco. El sueño continúa». Tal y como pronunció estas palabras, Sir Matt Busby se propuso convertir al United en una familia con un solo objetivo: honrar a los jugadores fallecidos en el accidente. Y para eso, Busby reunió a su alrededor a algunos de los mejores jugadores de la época, así como a personas de confianza que le acompañarían toda su vida.
 
Los pilares básicos en el club fueron Bobby Charlton, Bill Foulkes (los dos únicos jugadores supervivientes del 58 que participaron en la victoria del 68), el segundo entrenador y mano derecha de Busby, Jimmy Murphy, y el propio Busby. El sueño de los «Busby babes» era conquistar la Copa de Europa, la misma competición por la que habían viajado a Belgrado aquel febrero del 58. El problema era que Europa era coto privado del Real Madrid de Di Stefano, que había conquistado las cinco primeras ediciones.
 
 
En el campo, la reconstrucción se produjo en torno al capitán, Bobby Charlton, el delantero Dennis Law, y el genio de Belfast, George Best. Los tres jugadores formaron la llamada «United trinity». Antes de la final del 68, el United ya había conseguido hacerse con dos ligas más (64-65 y 66-67), dos Charity Shield (65 y 67) y otra FA Cup (62-63).
 
Tras varios intentos infructuosos de alcanzar la final de la Copa de Europa, los «red devils» lograron el objetivo en 1968. Esa final debía disputarse precisamente en Inglaterra, en Wembley. El rival, el Benfica de Eusebio, que se había clasificado tras derrotar a la Juventus. El Manchester, por su parte, protagonizó toda una hazaña al vencer al Real Madrid en las semifinales. Los blancos habían disputado siete de las doce finales de la Copa de Europa. Además, era la primera final para un equipo inglés (aunque no británico, ya que el Celtic escocés había logrado ganar el año anterior).
 
La historia concedía al United una segunda oportunidad. El equipo que sufrió el accidente estaba en semifinales y podría haber hecho sombra al Real Madrid. Busby, que sentía apego por las competiciones europeas, a diferencia de muchos de sus contemporáneos ingleses, se encontraba ante la que posiblemente podría ser su última oportunidad de ver triunfar a su equipo en Europa.
 
Pese al trabajo realizado, el United no llegó como favorito, en gran parte por la presencia en las filas portuguesas del balón de oro del 65, el gran Eusebio Da Silva. El portugués había sido la estrella del Mundial del 66, disputado precisamente en Inglaterra. La selección de Portugal, liderada por Eusebio, consiguió la tercera plaza ante la Unión Soviética, paradójicamente también en el estadio de Wembley.
 
Los «red devils» saltaron al terreno de juego con la camiseta azul,  la misma que vistieron en la final de la FA Cup de 1947-48, que significó el primer título de Busby al frente del Manchester United. Los dos equipos acusaron la tensión y la primera parte acabó sin goles.
 
Ya en la segunda parte, un elegante cabezazo de Bobby Charlton puso por delante a los «red devils», pero el Benfica no tiró la toalla y empató de la mano de Jaime Graca. Ya en la recta final, Eusebio tuvo un mano a mano ante Alex Stepney, pero éste atajó el balón magistralmente. Así se llegó a la prórroga.
Charlton, Law y Best formaron la «United trinity»
En la prórroga, «el quinto Beatle» George Best marcó el 2-1
En la prórroga, los «red devils» aplastaron a su rival. El 2-1 fue una obra maestra del balón de oro George Best, que regateó al portero antes de golpear el balón a la red. El 3-1 fue marcado por el delantero Brian Kidd, que aquel día cumplía 19 años. Kidd es el protagonista de la famosa canción «Eusebio, I say Kiddo», coreada al ritmo de la canción de los Beatles «Hello Goodbye». El definitivo 4-1 fue obra de nuevo de Charlton, que puso la guinda de oro a un pastel que llevaba diez años en el horno y que por fin estaba listo para ser paladeado.
 
La victoria del Manchester United en Wembley fue probablemente el triunfo más internacional de la historia. Todo el mundo lo celebró, incluso sus rivales más acérrimos. Era el triunfo de una filosofía, de una manera de enfrentarse a la vida y, sobre todo, de una manera de superar la adversidad. Si el mito de Busby ya hubiera sido de una envergadura colosal si no hubiera ocurrido el desastre de Munich, la consecución de la Copa de Europa tras lo ocurrido ha provocado que su figura sea inigualable.
 
Busby renunció al año siguiente de la final. Había cumplido la promesa de ofrecer una Copa de Europa a aquellos que no salieron de Munich con vida. Pero su legado vive hoy. Su filosofía y su figura siguen inspirando a los «red devils». No resulta difícil reconocer en algunos de los gestos de Sir Alex Ferguson al mismo Sir Matt Busby. Bobby Charlton era una figura mítica, agigantada con los años, como la de Ryan Giggs. Bill Foulkes podría reconocerse en Rio Ferdinand, y el «quinto Beatle», George Best, no tendría dificultades para verse en Rooney, un jugador tan talentoso como indisciplinado. Posiblemente, el coreano Park no haya oído nunca el nombre de Nobby Stiles, pero representa algunas de las mejores virtudes de aquel centrocampista trabajador. Y el joven Brian Kidd se transmutaría en un pequeño jugador con apodo de legumbre que ha deslumbrado a todo el mundo, Javier Hernández.
 
El ciclo magistral de Busby se inició en los años cuarenta, sufrió un revés trágico en el 58 y culminó de forma gloriosa en el 68. El 28 de mayo, el Manchester United podría cerrar otro círculo perfecto, éste dibujado por otro Sir, Alex Ferguson. Pese a asegurar que no se retirará al final de esta temporada, Ferguson se lo pensará dos veces en el caso de conseguir la Copa de Europa, o podría hacerlo al año siguiente de ganarla, tal y como hizo Busby. La marcha del club de este último generó un declive que prácticamente no se superó hasta la llegada de Ferguson. Desde la Copa de Europa del 68, el United no volvió a ganarla hasta 31 años después, con el triplete del 99. ¿Supondrá también la marcha de Ferguson el declive del United? Bueno, al fin y al cabo, si la historia se repite dos veces, también podría repetirse tres. La duda es: ¿lo hará como tragedia o como farsa?
 

 

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Alvaro Oleart