El año de 2013 toca a su fin y, como ya es tradición, he aquí doce momentos inolvidables de este año que toca a su fin. Nos gustaría volver a recalcar este año que es debido a la disposición gregoriana del calendario occidental desde 1582 por la que elegimos doce momentos en lugar de catorce o treinta. Y es que, lector, hay que aplicar un poco de brocha gorda y de ingenio grueso, así que momentos como la odisea sin llegar a Ítaca de Odemwingie, el puente aéreo Londres-Majachkalá de Chris Samba, las extemporeidades de Vincent Tan o el adiós de Roberto Mancini al Manchester City y de Tony Pulis al Stoke se han quedar en el tintero, que no en el olvido.
• El viaje de cuatro días del Wigan del cielo al infierno sin moverse de Londres. Acostumbrados a hazañas, aunque de otro calibre, el 10 de mayo los Latics hicieron historia consiguiendo el más difícil todavía: inscribir su nombre como flamantes campeones de la FA Cup tras vencer con total merecimiento al Manchester City con gol de Ben Watson. Sin embargo, esta vez no hubo reedición de “La gran evasión” y los de Roberto Martínez descendieron a Championship tras perder 4-1 en el Emirates apenas cuatro días después.
• La cara y el gesto de Greg Dykes tras el sorteo del Mundial. Los ánimos no eran los mejores y se barruntaba tragedia para el sorteo del Mundial de Brasil. Al final, se confirmó lo peor: Inglaterra quedó emparejada con Uruguay e Italia. El gesto de Greg Dyke fue elocuente: “Estamos muertos”. Y es que hay que entenderlo: para el dirigente de la FA será ya en 2022 cuando Inglaterra opte a ganar el Mundial. No nos precipitemos, hombre, que las prisas no son buenas. Las malas lenguas dicen que en el St Mary´s Hospital de Londres atendieron ese mismo día de urgencia a un tal Mr. Hogdson…
• La marcha de Sir Alex Ferguson. Ni siquiera habíamos nacido cuando el escocés firmó por el Manchester United (por poco, pero permítannos presumir de ese divino tesoro llamado juventud, ejem). Aún hoy buscamos en la grada de Old Trafford el perenne chicle y el mal humor del escocés, pero no. Tras veintisiete campañas, Sir Alex definitivamente dijo adiós, en medio del tributo del fútbol mundial. Se fue como acostumbró: con una Premier League bajo el brazo.
• Los fichajes de Arsène Wenger. Cuando todo el norte de Londres era un clamor contra el técnico alsaciano exigiéndole incorporaciones inmediatas para revitalizar a un equipo necesitado de ellas, Arsène (quizá con sentido del humor), tras las calabazas de Gonzalo Higuaín, Luis Suárez o Stevan Jovetic, trajo al aún inédito Yaya Sanogo y repescó a, redoble de tambores, Mathieu Flamini y Nicklas Bendtner. Ya con el tiempo del Deadline Day cercano a expirar, los Gunners por fin rompieron la hucha: Mesut Özil.
• El mordisco de Luis Suárez. Genio como pocos y probablemente el mejor jugador de toda la Premier, el uruguayo es de nuevo candidato al protagonista del momento desagradable de 2013: su mordisco a Branislav Ivanovic. Curiosamente o no, también le otorgamos una distinción similar en 2012 tras su incidente con Patrice Evra. Su talento se mide por quintales. Su mala cabeza a veces lo nubla todo.
• El traspaso récord de Gareth Bale. Meses y meses mareando la perdiz, de portadas, declaraciones, rumores y descubrir que el galés era lateral gracias a la prensa española, el verbo se hizo carne y Gareth Bale fichó por el Real Madrid. Según el club blanco, fueron 91 los millones de euros que convencieron al Tottenham. ¡Ja! ¿Alguien cree que Daniel Levy no iba a conseguir más de 100 millones de euros y firmar el traspaso más caro de la Historia?. Nosotros desde luego que no.
• El primer título del Swansea. Si existe un manual sobre cómo administrar un club, búsquese en Swansea. Confianza en un modelo con entrenadores acordes, participación del aficionado, pulcritud en la gestión y unos ojeadores atentos a las gangas del mercado. Véase, Michu. La suma de estos factores desembocó en la consecución en febrero de la Copa de la Liga frente al modesto Bradford. Apenas nueve años antes, los Swans volaban bastante más bajo, evitando en el último partido de la temporada descender a Conference frente al Hull City.
• Los infartantes partidos finales del Championship. El fútbol también puede ser perjudicial para la salud. De ello se encargaron de recordarlo los desenlaces entre Hull City y Cardiff y ya en el playoff Watford y Leicester. Instantes finales donde la fortuna pareció jugar a los dados con el destino de los contendientes en liza por el ascenso a la Premier y con el ritmo cardíaco de sus aficionados. Momentos que a uno le sirven de recordatorio de por qué ama esta cosa disputada entre veintidós tipos y una pelota que hay que meter en el arco contrario.
• El ruido del ruidoso Paolo Di Canio. Con mucho ruido debido a sus controvertidas ideas políticas, su personalidad y su pasado como futbolista, el italiano aterrizó en Sunderland para salvar a los Black Cats. Con mucho ruido y pocas nueces, lo hizo. Algún dirigente iluminado no advirtió que había sido el Wigan quien había cavado su propia fosa del descenso. Paolo continuó y con el ruido de la fanfarria militar (atacando a jugadores, vendiendo a Stephane Sessegnon, prohibiciones estúpidas en el vestuario) pero ninguna nuez en el cesto enterró al Sunderland en el fondo de la tabla y con un solitario punto. Tras cinco jornadas de bochornoso espectáculo y un equipo vacío de ideas, fue despedido para alivio de los norteños, hartos también de tanto ruido.
• La respuesta de Rafa Benítez. Casi habría que remontarse a los 44 días de Brian Clough para ver un linchamiento de un entrenador como el que tuvo que afrontar el “interino” Rafa Benítez, frente al cual de pocos apoyos gozó. Con el argumento del trabajo serio, dejó al equipo tercero y consiguió la Europa League en Ámsterdam. Un momento. ¿La Europa League? Sí. La misma. Pero a ver si es que los títulos europeos abarrotan las vitrinas de Stamford Bridge…
• Se marchó Balotelli… Hartos de su displicencia, hasta a Mancini se le agotó la paciencia con el delantero italiano (trifulca incluida). El resultado: 20 millones de euros para las arcas del Manchester City y envuelto con un lacito para Milán. La consecuencia: lágrimas en las redacciones de los tabloides ingleses.
• … pero regresó “The Happy One”. No todo iban a ser malas noticias en 2013, vaya. José Mourinho regresó a su verdadero hogar. Como hiciera en 2004, apenas una rueda de prensa le bastó para rebautizarse. El resto ya lo sabemos: expulsiones, dardos públicos a alguno de sus futbolistas, celebraciones provocativas, declaraciones incendiaras, críticas a rivales y árbitros, etc. Nada que no hubiéramos visto antes. Pese a jugar un pimiento, el Chelsea vuelve a ser un equipo de los que pelea por la Premier. Eso también lo habíamos visto antes.
Esto es todo por este año. Verán que este año no hay propina del autor. La hubo en 2012 porque la bufanda que tenemos al cuello y que nunca hemos disimulado nos llevó a ello. Pero volveremos.
Salud y buen año.