Premier League
Fulham | 0 |
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Arsenal | 1 |
Ficha técnica |
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0 – Fulham: Schwarzer; Richardson, Hangeland, Senderos, Manolev; Sidwell, Enoh, Kacaniklic (Petric, 85), Bryan Ruiz, Emanuelson (Frei, 87); Berbatov. |
1 – Arsenal: Szczesny; Monreal, Mertesacker, Koscielny, Sagna; Arteta, Ramsey, Rosicky (Podolski, 71), Cazorla (Vermaelen, 90); Giroud, Walcott (Wilshere, 71). |
Goles: 0-1, m.43: Mertesacker. |
El Arsenal parece haberle cogido el gusto al sufrimiento, con una difícil victoria ante un rival que fue mejor en amplios tramos del partido, pese a tener que jugar con uno hombre menos desde el minuto diez y que indudablemente lo alejó de un resultado positivo. Con Wilshere y Podolski en el banquillo, Wenger alineó a cuatro centrocampistas por detrás de Giroud y Walcott. En los locales, Martin Jol daba a entrada a Sidwell por Karagounis en la medular. Poco tardaría en arrepentirse de tal decisión.
Desde el principio no pintaba a faena sencilla para el Arsenal, máxime cuando la primera cabalgada de Manolev legó una pelota sencilla a Emanuelson dentro del área. Zurdo cerrado y cambiado de costado, el holandés no pudo preparar el disparo. Primer aviso para los gunners. Y sin embargo, cuando apenas habían transcurrido once minutos, Sidwell perdió los papeles y le infringió un terrible planchazo en la tibia a Arteta. Nadie, ni el reincidente mediocampista inglés ni la grada de Craven Cottage pudieron ni tan siquiera objetar la tarjeta roja.
A los gunners parecía que se les abría una puerta de par en par mientras que Martin Jol rehusaba realizar ninguna sustitución para cubrir el boquete ocasionado por la estupidez de Sidwell. En lugar de ello, pidió un esfuerzo extra a sus hombres de tres cuartos, especialmente a Bryan Ruiz, que se arrimaba continuamente a Enoh. El doble muro defensivo del Fulham veía como el Arsenal se estrellaba una y otra vez contra él, desprovistos como estaba el Arsenal de ideas y sobretodo de profundidad. Al mismo tiempo, los gunners no podían estar más imprecisos y con cualquier pérdida, aun en cancha contraria, los de Wenger vieron una navaja rozar su yugular en forma de contragolpe. En uno de ellos, a los veinte minutos, Berbatov estuvo muy cerca de romper el cero a cero.
Aturullado como pocos días, al Arsenal no le salvaba ni las continuas venidas al centro de Cazorla, con un Ramsey ocupando espacios inútiles y contribuyendo al atasco general. La primera ocasión visitante tardó en llegar. A falta de cinco minutos para el descanso, Giroud la recibió en la frontal del área. Se giró y su disparo preciso besó el poste izquierdo de Schwarzer. Primera ocasión jugando contra diez. En la segunda, dos minutos después, los de Wenger ya no perdonaron. Carentes de juego, encontraron petróleo en una falta frontal botada por Walcott, servida por Koscielny y remachada por Mertesacker. Maná en el desierto.
Y es que los del norte de Londres nunca se sintieron cómodos al suroeste, en la ribera del Támesis. Con la reanudación, más de lo mismo. Un Arsenal que acumulaba posesiones estériles y un Fulham intenso, agresivo, liderado por un fantástico Bryan Ruiz y que propició constantes pérdidas en su rival, incapaz de fluir en superioridad hacia el arco contrario. Ni un solo jugador visitante recibía en campo contrario sin la presencia de un defensor local, como si el Fulham en vez de jugar con diez lo hiciera con doce. Cada vez que los cottagers robaban, Emanuelson y Kacaniklic salían como centellas y Berbatov rondaba las espaldas de Mertesacker y Koscielny, expeditivos ayer. La definitiva recuperación para la causa del francés quizá sea una de las mejores nuevas para Wenger en los últimos meses.
Las mareas junto al Támesis no dejaban de subir, engullendo a duendes como Cazorla, quien pudo decidir el encuentro en un contragolpe no lejos del final, pero Hangeland lo taponó crucialmente. Con el Fulham asediando, al Arsenal no le quedó sino comenzar a achicar aguas ante un rival que no cedía ni un metro. Por si fuera poco, Giroud fue expulsado por una acción similar a la de Sidwell, aunque algo más leve. La lluvia se convirtió en tormenta sobre el área de Szczesny, donde Monreal se interpuso entre Berbatov, su portería y el desastre. La calva de Petric también silbó amenazante un centro puesto desde la derecha por Manolev, siempre constante y decidido, un continuo peligro para el Arsenal. Ramsey pudo aportar tranquilidad para los suyos en una clara situación de contragolpe cerca del final. Pero, oh sorpresa, la envió fuera.
Los gunners pidieron la hora desesperadamente, pero salieron vivos y con los tres puntos en el zurrón. Suma su quinta victoria en seis partidos y aguarda expectante los duros choques del domingo de sus vecinos de Londres ante Liverpool y Manchester City respectivamente. Respuesta su seguridad defensiva y adquirida una sorprendente capacidad agónica, encaran la recta final con un cierto optimismo que no tapa el mal partido de ayer, donde fue inferior frente a un rival con un jugador menos desde el principio. Un rival duro y que de no ser por una acción infantil de uno de sus jugadores, habría conseguido un botín mayor.