Champions League
Arsenal | 0 |
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Schalke 04 | 2 |
Ficha técnica |
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0 – Arsenal: Vito Mannone, Per Mertesacker, André Santos, Thomas Vermaelen, Carl Jenkinson (Serge Gnabry, 83), Aaron Ramsey, Francis Coquelin, Santiago Cazorla, Mikel Arteta, Lukas Podolski (Andrey Arshavin, 83), Gervinho (Olivier Giroud, 76). |
2 – Schalke 04: Lars Unnerstall, Benedikt Höwedes, Atsuto Uchida, Christian Fuchs, Joel Matip, Roman Neustädter, Jefferson Farfán, Lewis Holtby (Tranquillo Barnetta, 65), Marco Höger (Jermaine Jones, 45), Ibrahim Afellay, Klaas-Jan Huntelaar (Ciprian Marica, 88). |
Goles: 0-1, m.76: Huntelaar. 0-2, m.86: Afellay. |
Cuando en cualquier campo de la Islas, los únicos cánticos que se escuchan son los de la afición rival por encima de la de los siempre animosos hinchas británicos, solo puede significar que el equipo local está ofreciendo a su afición uno de esos espectáculos bochornosos que acabarán con los fieles parroquianos agolpados en las taquillas pidiendo que le devuelvan el importe de su localidad.
Si cuando uno no quiere, la cosa se complica, la ecuación se vuelve irresoluble cuando el otro no puede..o no sabe: a los alemanes un punto les sabía a gloria y así se lo hicieron saber al mundo desde el primer minuto. Se colocaron convenientemente en el campo y le dieron la pelota, sin ningún tipo de complejo al Arsenal. Lo que para algún equipo sería una bendición, para el conjunto londinense fue una cruz. Sus futbolistas se pasaban el esférico como si fuera un globo lleno de agua o una granada sin su espoleta: que te explote a ti que a mi me da la risa.
Wenger apostó, sorprendentemente, por Gervinho en el centro del ataque, dejando a Giroud en el banquillo. Y el marfileño le agradeció al francés su arriesgada apuesta corriendo como un pollo sin cabeza por el césped del Emirates o tirándose a la banda, su posición natural, para lanzar algún centro al corazón del área que, lógicamente se quedaba sin rematar porque el delantero centro era él…curiosa situación. Solo Cazorla daba muestras de su innegable calidad, refrendada por el entrenador bávaro que le señalaba antes del partido como uno de los mejores jugadores de Europa, intentando ponerle un poco de sentido al juego, asistiendo y disparando a puerta. El español quiso echarse el equipo al hombro, pero pesaba demasiado.
El Shalke recuperaba sin demasiado esfuerzo el balón e intentaba salir a la contra. En el minuto 13, Afellay se adentró en el área buscando más el premio gordo del penalti que la finalización de la jugada, pero no tuvo suerte, aunque no salió con las manos vacías del envite ya que el colegiado le premió con tarjeta amarilla.
Cazorla siguió intentándolo. Dio un pase magistral en profundidad a Gervinho que se lió solo, en un llanto desesperado hacia su mister recordándole que no es delantero centro. Pocos minutos más tarde, el asturiano probó desde fuera del área. Más agua.
Y entre bostezos, con Wenger, sancionado, en el palco, Giroud en el banquillo y Steve Bould, segundo del francés, pensando para sus adentros que había elegido un mal día para dejar de fumar, se acabó la primera parte.
Y, como no podía ser de otra manera, comenzó la segunda. El Schalke adelantó un poco sus líneas, pero sin intención de molestar demasiado, salvo el peruano Farfán, que decidió que se estaba aburriendo y pensó que podría ser buena idea hacerse dueño, por decreto, de la banda derecha del ataque alemán, con el único fin de tocarle un poco las narices a los ingleses. Y vaya si lo hizo. «La foquita» se hartó de bombear balones al área, dar pases de la muerte, realizar incursiones hasta el banderín que nadie acertó a rematar. Para entonces, Huntelaar aún no se había enterado de que igual podía liarla en el Emirates, uno de los clubes que podría estar interesado en ficharle en enero.
Y, en una de estas, entre toda suerte de rechazos, balones despejados y requetedespejados de cabeza, el balón le cayó en ventaja al holandés y, con la siempre inestimable colaboración de André Santos, que no tiró la línea del fuera de juego con sus compañeros, clavó por bajo un buen disparo a Mannone. El naufragio de la nave gunner era irremediable.
Ya con Giroud en el campo, Wenger sacó la artillería pesada y dio entrada a Arshavin y a la joven perla alemana Serge Gnabry, que deleitó al respetable con una cola de vaca en el primer balón que tocó. Y nada más. El Arsenal seguía pasándose el globo de agua, la granada sin espoleta.
Mientras, Farfán seguía divirtiéndose recorriendo la autopista que acababa de inaugurar en la banda derecha de su ataque. En su enésima incursión, dio el enésimo centro atrás y Afellay marcó el definitivo 0-2. La afición gunner se dio cuenta de que se les iba a escapar el metro y decidió abandonar, resignada, el campo.
No hubo tiempo para más: sopor en el estadio, lección gunner de cómo desperdiciar un 70% de posesión de balón (y ya van dos después de la derrota por 1-0 ante el Norwich) y clase magistral de los alemanes sobre cómo meter dos goles y ganar un partido casi sin quererlo.