No se acaba de acostumbrar la burguesía londinense a aquello de jugar los jueves. Jueves, piensan, día de Fulhams y Newcastles, jornada del proletariado futbolístico europeo. Azares del destino y de los grupos de Champions, el Chelsea se vio sorprendentemente relegado al purgatorio europeo de la Europa League, y a falta de sólo un partido antes de la final de Ámsterdam, los ‘blues’ demuestran habérsela tomado en serio.

 

En Basilea, última estación en el camino europeo hacia el trofeo continental, los de Rafa Benítez adquirieron una interesante renta para cerrar la eliminatoria en Stamford Bridge dentro de siete días. No era del todo fácil. 8 partidos sin perder en casa en competición europea avalaban la gesta de los suizos, que engalanaron su estadio en una de las más importantes veladas de su historia. Roger Federer, Xherdan Shaqiri y Ottmar Hitzfeld se contaban entre los más ilustres ocupantes de las gradas.

 

David Luiz en el mediocentro era la principal novedad en el equipo de Benítez, donde se dieron cita los ya habituales de la Europa League: John Terry, Fernando Torres, Victor Moses y compañía. Fue éste último el que en el minuto 12, tras un córner sacado por Frank Lampard, cabeceó el balón casi sin querer para anotar el 0-1 y allanar el camino.

 

No puso demasiados problemas el Basilea en la primera parte a pesar de tener el balón. Faltó último pase y faltó definición. Meritorio fue el lanzamiento de falta Schär, que Petr Cech envió a córner con la punta de los dedos. Fue de los más activos en el equipo local. También Stocker, que mandó el balón al lateral de portería rival en otra gran ocasión para empatar el encuentro.

 

Cómodo en su papel de visitante, y cómodo en el marcador, el Chelsea se agazapó para intentar morder a la contra. Casi lo consiguió Hazard en dos ocasiones justo antes del descanso, tras chilena fallida de Torres y en un cara a cara con Sommer, pero el 0-1 no se movió antes de ir a los vestuarios.

 

Hizo falta llegar a los últimos veinte minutos de partido para cambiar el guión. Antes, Stocker y Torres habían enviado sendos disparos contra la madera rival. Pero al Basilea le faltó remate en su arreón. En numerosas ocasiones se paseó el balón por el área de Cech, pero los suizos no fueron capaces de dar solución a sus ataques. Desde lejos, si acaso, con Frei y Díaz mandando el balón fuera.

 

Tuvo que ser de penalti, cruz del Chelsea en esta Europa League, que los locales encontraran premio a su noche grande. Schär se encargó de abrir la eliminatoria en el minuto 87’. 90 minutos por delante en Stamford Bridge, un 1-1 con el que soñar, y los dos equipos medianamente satisfechos. Hasta que el Chelsea se revolvió por última vez en el encuentro, para dar tres o cuatro latigazos que se había estado guardando. Óscar remató fuera una gran ocasión nada más sacar de centro, y John Terry cabeceó un córner que tuvo que desviar Sommer.

 

Si hace un año y un día, Torres marcaba en el 92’ en el Camp Nou para sellar el billete a una final europea, ayer fue David Luiz, en el 94’ y tras un fortísimo disparo de falta, el que ponía a tiro otra aparición en una final. Si Stamford Bridge hace buenos los dos tantos en Basilea, pocos preguntarán si es jueves en el barrio más exclusivo de Londres. Una final siempre es una final.