Tras la victoria del Chelsea ante el Crystal Palace en la jornada anterior, los Blues se coronaron campeones de la Premier League. Por su parte, el Liverpool, tras una decepcionante temporada, se encontraba quinto a siete puntos del Manchester United, equipo que marcaba la última plaza de acceso a Liga de Campeones. Una victoria frente al flamante campeón de liga reduciría la ventaja del equipo de Manchester y abriría un resquicio de esperanza para los “reds” de conseguir birlarle el cuarto puesto a su máximo rival si los de Van Gaal pinchaban en las dos jornadas restantes.

 

Previo al encuentro, los pupilos de Rodgers realizaron el pasillo al equipo local, recientes triunfadores del campeonato liguero. El partido comenzó fuerte. A los treinta segundos, Fàbregas realizaba una dura entrada sobre Raheem Sterling que bien pudo costarle la tarjeta roja. Parecía que podríamos presenciar un partido de altos vuelos, de ida y vuelta, uno de esos choques a los que nos tiene acostumbrados la Premier League. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Fue un encuentro blando, sin ritmo, sin intensidad.

 

El Chelsea se adelantó con un gol de Terry en el minuto 4 a la salida de un córner perfectamente botado por Cesc. Lambert perdió la marca del inglés y este remató dentro de la portería con un certero testarazo. El central rubricaba con este tanto la gran temporada que ha realizado y alcanzaba los 8 goles en todas las competiciones, cifra altísima teniendo en cuenta que se trata de un defensa. Además, se convertía en el zaguero más goleador de la temporada en la liga inglesa.

La ilusión de que el partido se abriera por un Liverpool obligado a buscar el empate pronto desapareció. La poca fluidez y las excesivas conducciones hacían del encuentro entre dos de las grandes potencias de las islas un choque espeso. Al final de la primera parte, Henderson centró una falta cercana al córner y el eterno capitán red Steven Gerrard cabeceó solo a la red tras un grave fallo defensivo de la defensa Blue.

 

El equipo de la ciudad bañada por el Mersey quiso imponer su ley al principio de la segunda parte y desplegó un buen juego durante los primeros diez minutos donde dispuso de algunas ocasiones para adelantarse pero tras este tramo se volvió a la dinámica del primer tiempo. Mourinho sustituyó al joven Ruben Loftus-Cheek, que debutaba hoy como titular, por Matic para reforzar el doble pivote y destruir el juego que los reds intentaban crear por el centro. Brendan Rodgers quiso cambiar el guión al introducir jugadores muy veloces que pudieran romper el entramado defensivo del equipo de Londres como la perla de la cantera Jerome Sinclair y Jordon Ibe, que dejó muy buenas sensaciones en los partidos con el Liverpool previos a su lesión.

 

Pese a estos cambios, el encuentro no se rompió y continuó de la misma forma en que se había desarrollado durante la primera mitad a excepción de escasos contraataques producidos por robos de balón peligrosos que no permitían que el equipo rival se replegara con normalidad.

 

El partido llegó a su fin con un empate justo puesto que ninguno de los dos conjuntos pudo dominar excesivamente al contrario. El punto obtenido deja al Liverpool prácticamente sin opciones de conseguir el pase a Champions League. Sólo lo conseguiría en caso de ganar los dos partidos que le restan, que el Manchester United perdiera sus dos partidos y si en esos dos partidos, el conjunto del Merseyside consiguiera salvar la diferencia en la diferencia de goles de doce tantos que lo separan de los “red devils”.

 

El encuentro nos dejó una anécdota genial. Steven Gerrard fue ovacionado por la afición del Chelsea, hinchada que tanto se ha burlado de él por su resbalón en la temporada pasada, al ser sustituido por Lucas Leiva. Entre aquellos que aplaudieron al eterno capitán red se encontraba el técnico portugués José Mourinho.