Hace unos días, el tabloide inglés The Sun publicó la historia de un súbdito británico de 36 años que engulló 35 pastillas de Viagra en casa de un amigo entre bromas y acabó en el hospital viendo todo verde. La erección le duró cinco días. «Los paramédicos fueron muy profesionales pero que se notaba que estaban conteniendo la risa», afirmó posteriormente el susodicho.
Este educativo ejemplo demuestra que incluso inventos como la Viagra, destinada a resucitar y mejorar la vida sexual de los hombres con problemas de ereccion, puede resultar nociva cuando se abusa de ella. Todos los aparatos tecnológicos que han invadido nuestra vida en los últimos quince años, desde los teléfonos móviles hasta Internet, tienen también efectos perniciosos.
En 2013-14 entró en vigor el actual contrato televisivo de la Premier League, que finalizará este año. A partir de 2016-17 será sustituido por otro todavía más lucrativo. El actual alcanzó un valor superior a los 5.000 millones de libras. El próximo podría alcanzar el doble de esa cantidad.
Los efectos positivos de esa lluvia de millones son de sobras conocidos: los clubes de la Premier League son los que destinan más dinero a fichajes, la distribución equitativa del dinero ha permitido que incluso los equipos de media tabla puedan atraer o retener a jugadores de primer nivel, muchos clubes están ampliando sus estadios, los dueños cobran suculentos dividendos temporada tras temporada, etc.
La Premier League cada vez está más equilibrada, no existen partidos fáciles
Fichar jugador a golpe de talonario es fácil. Venderlos si no triunfan no tanto
Pero esta temporada hemos descubierto que esa avalancha de fotografías con la cara de la Reina Isabel que ha inundado los estadios ingleses tiene al menos dos efectos perniciosos severos. En primer lugar, respecto a la venta de jugadores. Los clubes de la Premier League pagan los mejores sueldos del mundo. Eso es útil cuando un club desea convencer a un jugador de mudarse a las Islas. ¿Pero qué sucede cuando la situación es la inversa? Tottenham y Swansea llevan dos temporadas tratando de traspasar a Emmanuel Adebayor y Michu. Pero no lo han logrado porque ningún club en Europa puede pagar sus salarios y los jugadores no están dispuestos a marcharse perdiendo dinero. Adebayor cobraba 5 millones de libras en Londres, una cifra que solo pueden pagar equipos de la Premier League. Lo cual reduce su mercado a dos o tres clubes. En verano, varios clubes españoles se interesaron por Michu pero ninguno podía alcanzar los emolumentos que cobra el asturiano en Gales. El Tottenham acabó rescindiendo el contrato de Adebayor. Michu sigue en Swansea a pesar de no haber sido inscrito en la Premier League.
El segundo efecto pernicioso guarda relación con las actuaciones de los equipos ingleses en Europa. El contrato televisivo ha permitido a los veinte equipos de la Premier League reforzarse con jugadores de calidad y retener a sus mejores piezas. Con el incremento de los ingresos por televisión, el porcentaje que representaba para los clubes los patrocinios y la taquilla ha descendido, equiparando los ingresos de los clubes. Solo un ejemplo: el fin de semana, el Manchester City ganó en el campo del Crystal Palace en el minuto 90 tras un duro encuentro. El Manchester United ganó el clásico inglés ante el Liverpool en la segunda parte. El martes, ambos cayeron derrotados en su estreno. Además, ambos lo hicieron en la segunda parte tras adelantarse en el marcador, posiblemente a causa del desgaste físico del fin de semana.
El miércoles, Arsène Wenger decidió reservar a seis titulares (Petr Cech, Héctor Bellerín, Nacho Monreal, Francis Coquelin, Theo Walcott, Aaron Ramsey) para el partido del sábado en Stamford Bridge ante el Chelsea. Como era previsible, sufrió la misma suerte que los equipos de Manchester. Dos ejemplos de cómo la intensidad y competitividad de la Premier League pasan factura a los equipos ingleses en Europa. Y esa tendencia no hará más que acentuarse con la llegada del nuevo contrato trianual la próxima temporada.