Antonio Mateo

El Crystal Palace aprende a ganar

El duelo de necesidades entre Palace y Sunderland se saldó con una justa victoria local (3-1). Los visitantes, comandados por Di Canio, no fueron capaces de imponer su supuesta superioridad técnica y suman sólo 1 punto en 3 partidos.

 

Premier League

Crystal Palace 3
Sunderland 1
Ficha técnica
3 – Crystal Palace: Speroni, Ward, Gabbidon, Moxey, Delaney, Campana (Jo Williams, 54), Dikgacoi, Puncheon, Jedinak, Gayle (Wilbraham, 83), Chamakh (O’Keefe, 83).
1 – Sunderland: Westwood, Celustka, Colback, O’Shea, Diakite, Larsson, Johnson, Vaughan, Giaccherini (Mavrias, 61), Wickham, Ji Dong-Won (Fletcher, 46).
Goles: 1-0, m.9: Gabbidon. 1-1, m.64: Fletcher. 2-1, m.79: Gayle (p.). 3-1, m.90: O’Keefe.
Puede ser la imagen de la semana. Ian Holloway dando pequeños botes en la banda en el minuto 94. De espaldas al campo, como es natural, y de cara a la grada, ofreciendo la primera tarde de gloria de la temporada a la afición Eagle. No es caballo ganador el Crystal Palace. La salvación, si llega, será una sorpresa para la mayoría de expertos en esto del balón, y puede que incluso también para muchos parroquianos locales, y es por eso que cada victoria sabe mejor en el sur de Londres. Y la primera, más.
 
También llegaba el Sunderland sin saber qué es ganar, lo que convertía al encuentro en un duelo de necesidades entre dos equipos que a priori juegan la misma liga: el Sunderland la de salvarse sin apuros, el Palace simplemente salvarse, no importa cómo. Por ello, y vistas las primeras dos jornadas, el objetivo de los técnicos era poner el cerrojo en defensa, y sólo a partir de ahí, buscar la portería rival. Con tan poca ansia en ataque salió el Palace que se encontró un gol casi sin buscarlo en el minuto 9. Un balón que rebota en Gabbidon tras un saque de esquina y se cuela en la meta de Westwood. El central ni siquiera ve el balón, concentrado en estorbar al meta rival, pero consigue cambiar el guión de un partido al que se presumían pocos goles.
 
El Palace se vio arriba y acabó por darle la iniciativa a un Sunderland que tampoco supo muy bien cómo hincar el diente, y se dedicó más a conceder contras peligrosas que a finalizar con solvencia sus ataques. Pero los locales se obcecaron en chutar desde lejos. Comprensible para evitar pérdidas comprometidas, pero estéril, y los disparos de Puncheon primero y después Jedinak no encontraron puerta. Sólo Giaccherini en el Sunderland trató de ponerle una marcha más al partido, pero fue superado físicamente por Ward y los centrales.
 
Era esa electricidad la que buscaba Di Canio, y tras el descanso sus hombres salieron con el plus que se le pide a todo equipo que va por detrás en el electrónico. Metió a Fletcher por Ji, buscando remate, pero todo era darle vueltas a la frontal sin saber por dónde abrir la lata. Curiosamente, en el primer balón que colocaron dentro del área –un centro de Colback desde la izquierda en el 64’–, Flechter cabeceó abajo y al primer palo para empatar el partido.
 
El aturdimiento del Palace fue momentáneo, y se reubicó bastante pronto para salir con convicción a por la victoria. Inevitablemente, el juego se asilvestró, pero en ese intercambio de golpes fue recompensada la valentía de los de Holloway, que consiguieron ponerse por delante de nuevo a un cuarto de hora del final, tras un penalti de O’Shea sobre Gayle que provocó la expulsión del primero. El propio Gayle chutó la pena máxima. Fuerte y abajo, en el hueco que queda entre el portero y el césped.
 
De ahí al final, relativo control de un Crystal Palace en el que sobresalieron en todo momento los mediocentros Jedinek y Dikgacoi. Fue un sustituto, sin embargo, el que puso la puntilla a los Black Cats en el descuento. O’Keefe recogió un balón en la frontal y desde la media luna, con la zurda y con efecto, lo situó en la escuadra tras golpear el travesaño. Y llegaron los cómicos saltitos de Holloway, y la explosión de alegría en la grada local por un trabajado triunfo. A pocos metros Paolo Di Canio con gesto serio. Mira al suelo pensativo, se dirige a los que han cruzado Inglaterra de norte a sur para ver perder a su equipo. Les aplaude, se da un golpe en el pecho y masculla que la culpa es suya. A él le pedirán arreglarlo.
 

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Antonio Mateo