La historia de la selección inglesa está repleta de frustraciones y decepciones, muchas de ellas asociadas con los lanzamientos desde el punto de penalti. Lo cual no deja de ser una paradoja, considerando que el inventor de la pena máxima fue precisamente un empresario británico.
El fútbol, al igual que otros deportes como el rugby o el cricket, nacieron en el Reino Unido durante la época victoriana, en el siglo XIX. En su origen, eran deportes de caballeros, en los cuales los hombres pudientes hacían deporte y se divertían mientras sus esposas observaban el juego desde un lado del campo y comentaban sus jugadas mientras tomaban un tentempié. Muy típico y muy victoriano todo, era imposible ser más inglés.
Por supuesto, en aquel entonces, el fútbol tenía poco que ver con lo que actualmente vemos sobre un terreno de juego. Se jugaba diferente, con mucho más contacto físico y un juego directo que haría que el Stoke City o el West Ham parecieran la reencarnación actual del Brasil del 70. Pero las mayores diferencias no estaban en el juego, sino en las reglas. La mayoría de ellas, como la presencia de árbitros asistentes o incluso de árbitro principal, aparecieron según se fueron necesitando. Igual que el protagonista de hoy.
El penalti, curiosamente, no apareció en Inglaterra o Escocia, como es habitual en los grandes adelantos del futbol, sino que lo hizo en la Isla Esmeralda, en Irlanda, que en aquellos momentos aún era territorio británico. Así que vámonos de viaje a la Irlanda de finales del siglo XIX, concretamente de 1891.
Aunque en Inglaterra y Escocia el futbol profesional empezaba a ser una realidad, incluso había una liga inglesa desde 1888, en Irlanda las cosas no estaban tan avanzadas y el fútbol seguía siendo aún cosa de aficionados. Es algo que no ha cambiado en exceso y, exceptuando los grandes clubes, el fútbol en la isla sigue siendo hoy un deporte muy amateur, debido a que otros deportes, como los gaélicos, tienen mucha más aceptación entre la población.
El lugar al que nos dirigimos es el pueblo de Milford, en el condado de Armagh, que en la actualidad sigue siendo territorio británico, ya que pertenece a Irlanda del Norte. En aquel entonces, era un pueblo pequeño, de poco más de 400 habitantes, situado entre las montañas. Además de pequeño era joven, ya que había nacido a mediados de siglo gracias a Robert Garmany McGrum. Y es que este pueblo, como muchos otros de la época, nació de la mano de la industria, ya que fueron creados para alojar a los obreros que trabajaban en las fábricas. Milford, concretamente, debe su existencia a una fábrica de lino, de la cual el señor McGrum era dueño.
Eso sí, la industria no solo generaba nuevos pueblos, sino que también generaba clubes deportivos. El mejor ejemplo estaba en el norte de Inglaterra, industrial, que había creado el profesionalismo en el fútbol solo una década antes. Así que, como era de esperar, en Milford había un equipo de fútbol llamado Milford Everton y su portería la defendía William McGrum, hijo del propietario de la fábrica.
Master Willie, como era conocido en el pueblo, había estado jugando de portero en el equipo desde 1880 y había visto cómo el paso del tiempo restaba honorabilidad al futbol. McGrum, que pertenecía a la alta sociedad, asistía con pavor a la transformación de aquel juego de caballeros en un deporte más agresivo y cosas que en un principio parecieron impensables como dar una patada intencionada a un rival para cortar una acción se habían vuelto cotidianas. Y William decidió que había que poner solución a ello.
Durante la década de los ochenta, decidió introducir un castigo nuevo en los partidos que el Milford Everton jugaba contra otros equipos del condado. Si la infracción se realizaba dentro de una zona cercana a la portería, el atacante tendría derecho a un lanzamiento libre directo a once metros de la línea de gol. Había nacido el penalti y con él una mística que aún perdura. El invento, como era de esperar, tuvo éxito y tras unos años de prueba, el Milton Everton logró que la Federación Irlandesa elevará una petición a la International Football Board, el órgano regulador del juego, para incluir el penalti en las reglas del futbol. El 2 de junio de 1891, tras una apretada votación, fue aceptado.
Pero claro, la inclusión del penalti en las reglas no llevó consigo la aceptación de este castigo por parte de todos los jugadores. Aún quedaba gente (y aún queda ahora, ilusos) que consideraba el fútbol como un deporte de caballeros donde nadie hace trampa. Es por ello que durante sus primeros años se sancionaron pocos penaltis y en los que eran sancionados se podía ver cómo el portero se quedaba inmóvil en el centro de la portería para permitir el gol rival, ya que consideraba el penalti injusto y poco caballeroso. Muy british todo, solo les faltaba tomar el té mientras tanto.
Considerando estos remilgos, es lógico que el primer penalti realmente importante, el primer penalti que decidió algo, no llegara hasta casi 20 años más tarde. Fue en 1910, en una final de FA Cup entre el Newcastle United y el Barnsley, más concretamente en el replay, ya que el primer partido acabó en empate. Y, como luego acostumbraría a suceder a menudo, fue pitado a favor del grande y el gol, de Albert Sheperd, dio al Newcastle su primera FA Cup. Y para rematar las coincidencias, el penalti fue pitado en Goodison Park, hogar del Everton, equipo del que tomó su nombre el equipo en el que jugaba Master Willie.
Quico Muñoz es graduado en ADE. Puedes seguirle en Twitter en @QuuicoM y leer su blog Etereocidades.
Sobre el autor
Quico Muñoz
@Quico Muñoz
Este sitio utiliza cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia de usuario. Visita nuestra política de cookies para saber más y cómo puedes gestionarlas. Saber más
Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega por el sitio web. De estas cookies, las que se clasifican como necesarias se almacenan en su navegador ya que son esenciales para el funcionamiento de las funcionalidades básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador sólo con su consentimiento. Usted también tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Sin embargo, la exclusión de algunas de estas cookies puede tener un efecto en su experiencia de navegación.
Las cookies necesarias son absolutamente imprescindibles para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría sólo incluye las cookies que garantizan las funcionalidades básicas y las características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
Todas las cookies que no sean especialmente necesarias para el funcionamiento del sitio web y que se utilicen específicamente para recopilar datos personales del usuario a través de análisis, anuncios u otros contenidos integrados se denominan cookies no necesarias. Es obligatorio obtener el consentimiento del usuario antes de utilizar estas cookies en su sitio web.