El fútbol inglés se caracteriza por el alto ritmo de juego y la gran cantidad de ocasiones y goles que se pueden presenciar. Sin embargo, quizá por el frío y la lejanía de Sunderland, más cerca de Edimburgo que de Londres, no sucedió en el encuentro que nos ocupa.

 

Se trataba del cuarto partido de Martin O’Neill al frente del Sunderland, un equipo a la deriva hasta que llegó el técnico norirlandés, que había logrado dos victorias en sus tres partidos anteriores. O’Neill apostó por su habitual esquema 4-4-1-1, en el que Cattermole, Larsson, Vaughan y Richardson llevan el peso en el centro del campo. Sessegnon fue el encargado de poner la creatividad y Bendtner ocupó la punta de lanza.

 

Este sistema pareció funcionar a las mil maravillas en el minuto 26, nunca antes y nunca después. Un buen envío de Bendtner a Sessegnon finalizó con el segundo haciendo un recorte brillante y poniendo el balón en bandeja para Colback, que batió a Westwood con un disparo que rebotó en Jagielka. Colback apenas llevaba cinco minutos en el terreno de juego, tras sustituir al lesionado y todavía algo fuera de forma Titus Bramble.

 

El gol no animó el partido, que fue un auténtico tostón. El único que le puso algo de salsa fue Howard Webb, que señaló un penalti inexistente poco después del descanso sobre Osman. El genial lateral izquierdo del Everton, Leighton Baines, transformó la pena máxima.

 

El segundo gol tampoco cambió el ritmo del partido. Aunque igualada, la contienda tuvo poca emoción y menos ocasiones de gol. De hecho, solo un rebote y un penalti inexistente hicieron que el marcador no finalizara con el resultado gafas.

 

El empate deja a ambos en una mediocre posición en la mitad de la tabla, sobre todo teniendo en cuenta que ambos tienen potencial para estar en zonas más nobles de la tabla. El Everton sigue con problemas para crear ocasiones y todavía más para aprovecharlas. Para entender el nivel de mediocridad creativa en su centro del campo solo hace falta ver la alineación, en la que Phil Neville y Heitinga cumplieron las funciones de mediocentro.

 

Por su parte, el Sunderland tiene motivos para lanzar las campanas al vuelo. El sistema de O’Neill no funcionó en esta ocasión. El único que se salvó fue Sessegnon, que lo intentó por activa y por pasiva y que participó en el único gol de su equipo. Otra nota positiva fue que los aficionados pudieron regresar a sus casas en sus coches, puesto que Cattermole y Bendtner jugaron los noventa minutos, así que no pudieron salir del estadio a hacer de las suyas.