Llegar nuevo a un club e implantar un cambio radical en el estilo de juego del equipo no es algo fácil de llevar a cabo con éxito. Las cosas se ponen todavía más complicadas si se pierde el primer partido contra un recién ascendido como el West Ham. Aún más si uno se encuentra con un 0-3 adverso en el descanso del debut liguero como local. Y si en el minuto 58 uno de los centrales es expulsado, entonces ya es casi para ponerse a llorar.

 

Está claro que Paul Lambert no ha arrancado con buen pie en Villa Park. Los tres cambios que aplicó con respecto a la semana pasada (entraron Herd, Delfouneso y Bannan en detrimento de Holman, Ireland y Delph) no funcionaron. Shay Given tampoco. Salvo Baker, la defensa fue un drama. Y sobre todo, los Villanos siguen sin estrenar su casillero. La situación se pone peor teniendo en cuenta que los Hammers tienen un objetivo más modesto (la permanencia) que los Villanos, y que los Toffees son rivales directos para los puestos de tabla media-alta. Lo único que puede traer optimismo a Villa Park es el currículum de Lambert. Cueste lo que cueste, el escocés está decidido a tener éxito en Birmingham.

 

David Moyes se encuentra en el extremo opuesto a Lambert. Con más de diez años de experiencia al frente del Everton, nadie osa cuestionar al técnico escocés. Y aún sin la presión de la exigencia de resultados, con unos presupuestos ridículos comparados con el resto de clubes de la Premier League y jugando como local en un Goodison Park que se cae a pedazos, Moyes sigue dando frutos. Los pocos jugadores que su presupuesto le permite fichar son acertados (en los últimos tiempos, es el caso de Gibson, Jelavic y Pienaar). Los mejores jugadores no sólo rinden a gran nivel, sino que están encantados de estar entrenados por Moyes, como lo prueban los casos de Pienaar, Baines o Fellaini. Y para colmo, el Everton se encuentra empatado a puntos en lo más alto de la Premier League, compartiendo un inesperado liderato con Swansea y Chelsea.

 

Pienaar, Fellaini y Jelavic fueron los goleadores visitantes, y probablemente junto a Baines, fueron los mejores jugadores del partido. Aún así, no se debería resaltar ningún jugador visitante. Porque el Everton no está formado por once jugadores. El Everton es un grupo sin solistas. Una orquesta que funciona a la perfección. Todo lo contrario que el Aston Villa, formado por once jugadores que fueron un desastre. El tardío gol de El Ahmadi sólo maquilló el resultado. Pero Lambert está hecho de la misma pasta escocesa que Moyes. Y ambos son grandes entrenadores.