Stamford Bridge, sábado por la tarde. El Tottenham se ha adelantado en el minuto 19. El partido está a punto de llegar al descanso. El Chelsea aprieta pero no encuentra huecos. Entonces, Lampard dispara desde fuera del área. El balón sale lento y blando. Pero Gomes, que insiste una y otra vez en avergonzarse delante de miles de personas, no es capaz de detener un balón que hasta un niño de cuatro años podría detener con una mano, le pasa entre las piernas y prosigue su camino hacia la línea de gol. Pero Gomes, que mide más de metro noventa, reacciona y se lanza para atrapar el balón, cosa que logra justo antes de que éste sobrepase completamente la línea, evitando el gol. Pero el colegiado, a instancias de su asistente, concede un gol inexistente. Empate a uno al descanso. El Chelsea acabaría ganando el partido y manteniendo sus opciones de ganar la Premier, mientras que los «spurs» perdieron las suyas de competir en la Champions el año que viene.
El domingo, lleg
ó el turno de Arsenal y Manchester United. El Arsenal jugó mejor la primera parte pero no fue capaz de marcar. Aunque debería haberlo hecho. A mediados de la primera parte, un balón centrado por la derecha fue claramente desviado voluntariamente con la mano por Vidic para evitar el remate de van Persie. Ni el colegiado ni su asistente vieron nada.

Estos dos errores arbitrales graves han reabierto el debate sobre el uso de la tecnología en el fútbol, algo que sucede periódicamente coincidiendo con errores graves que cambian el curso de partidos, competiciones, miles de millones e incluso carreras.
Harry Redknapp, técnico de los “spurs” dijo después del partido que “cualquiera que comprenda el fútbol sabe que debería usarse la tecnología para decisiones sobre la línea de gol”. Algo que sucede en el tenis, el cricket, el rugby y muchos deportes en Estados Unidos. Cierto, el fútbol es un deporte típicamente europeo pero tal vez podamos aprender alguna lección.
Los contrarios al uso de la tecnología suelen afirmar que los errores forman parte del juego, de la diversión. Pero, como dijo Redknapp, «¿cómo puede ser parte del juego un gol que no es gol?».
Con una sencilla tecnología podría determinarse fácilmente si un gol es legal o no. Parecía que después del gol legal que no se concedió a Lampard (tal vez sería más sencillo prohibirle jugar, pues parece estar en el origen de todos los errores) en el Mundial de Sudáfrica, que habría significado el 2-2 contra Alemania en octavos. Inglaterra acabó perdiendo 4-1.
Pero el fútbol tiene miedo de las innovaciones. Demasiado arrogante para detener el juego en interés del juego limpio, y en cambio acepta discusiones post-partido que nunca terminan. La lista de errores arbitrales que podrían haberse evitado es infinita y pocos han quedado incólumes. Los españoles recordarán sin duda el gol que no fue concedido a Míchel en el Mundial de México 86 ante Brasil. Por supuesto, España acabó perdiendo el partido. En el último Mundial México recibió un gol de Tévez en flagrante fuero de juego. El “tri” acabó perdiendo 3-1.

Muchos han sido los sistemas que se han probado y que se han reclamado, pero ninguno ha terminado de cuajar. La instalación de un chip en el balón, el uso de jueces de gol o el seguimiento de las jugadas más conflictivas a través de la televisión son las principales tecnologías que se reclaman, pero ninguna de ellas ha terminado de convencer a la FIFA para llevarlas a cabo como parte del juego.
Incluso el sindicato de futbolistas, FIFPro, reclamó el uso de estas tecnologías durante el pasado Mundial. Para ellos, la introducción de la tecnología es algo factible, el mundo del fútbol la reclama y, sin embargo, sigue habiendo una enorme resistencia a introducirla, lo cual resulta imposible de digerir. Según ellos, no existe un solo argumento sólido en contra de la introducción de la tecnología de la línea de meta. La tecnología no sirve para minar la autoridad de los árbitros, al contrario, sirve para ayudarles.
Pero la FIFA siempre ha estado en contra del uso de estas tecnologías. La imposición del uso de tecnologías que faciliten la labor de los árbitros fue terminantemente prohibida durante mucho tiempo por la International Footbal Association Board (IFAB), de la que son miembros la FIFA y las cuatro federaciones británicas (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda).
De hecho, Blatter es el principal valedor de la opinión de que no se desarrollen estos avances en el mundo del fútbol: «Aunque se use algún tipo de tecnologías, al final la decisión tendrá que ser adoptada por un ser humano. Entonces, ¿por qué quitar la responsabilidad al árbitro y dársela a otra persona? A menudo sucede que, incluso después de una repetición en cámara lenta, diez expertos tienen diez opiniones diferentes sobre la decisión que se debió tomar».
La razón principal por la que se tomó la decisión de no utilizar la tecnología es, bajo el criterio de la FIFA, para no desvirtuar el juego. Detenciones del tiempo de partido ante las jugadas complicadas, así como las interrupciones propias para comprobar lo realmente sucedido cortarían por completo el ritmo de partido, según la FIFA.
Pero no es la única razón por la que se decidió no utilizar las tecnologías. El factor humano es otro de los que tiene mucho peso para la FIFA, pues el fútbol es, básicamente, un deporte de grupo basado en la toma de decisiones personales, tanto de los futbolistas, como de los técnicos, como de los árbitros.
Por si fuera poco, la FIFA esgrime otra serie de argumentos como son la universalidad, la simplicidad o el factor económico para no utilizar ningún tipo de ayuda tecnológica. Incluso en lo referente a solucionar los «goles fantasma», la FIFA se ha negado a utilizar tecnología en las porterías, pues asegura que, en caso de que esto se lleve a cabo, nada impediría que cualquier otra decisión arbitral dependiera directamente de la tecnología.
Recientemente, la International Board, que finalmente tuvo que dar su brazo a torcer y admitir la posibilidad de usar la tecnología, pospuso el uso de esta en los campos de fútbol un año más en su asamblea general anual de 2011. El organismo ha dejado aparcado del uso de sistemas que prevengan los errores arbitrales, que tenía que entrar en vigor en 2011-2012.
La decisión más esperada de la asamblea era la que tenía que dictaminar si se introducía la tecnología en los campos de fútbol para evitar fallos arbitrales. La IFAB escuchó una presentación de las pruebas realizadas por los laboratorios EMPA en torno a la tecnología de línea de meta, pero ninguna de las diez compañías logró cumplir los criterios establecidos y se decidió prolongar un año más el periodo de pruebas. Así que, como mínimo, el fútbol seguirá en la prehistoria un año más.
En resumen, la presión ejercida por el mundo del fútbol todavía no es suficiente como para que haya llegado hasta la sede de la FIFA en Suiza. Así las cosas, propongo que las Federaciones nacionales tomen medidas provisionales para reducir en la medida de lo posible los errores. Básicamente, éstas pasarían por impedir a Gomes que se vuelva a acercar a una portería. Eso tendría como efecto inmediato que el Tottenham se convertiría en uno de los mejores equipos de Europa. Y en segundo lugar, hay que convencer a Lampard de que se retire. Con esas dos medidas, habremos resuelto buena parte del problema.