Alvaro Oleart

El fútbol inglés deja de ser de los aficionados

Los clubes de fútbol nacieron de las manos y los bolsillos de aficionados e incluso de jugadores. Sin embargo, con el paso del tiempo ha tenido lugar una transferencia de poderes: los aficionados ya no son los dueños de los clubes, sino ricos empresarios, en muchos casos extranjeros. Esta situación ha hecho que los precios de las entradas suban como la espuma y que los aficionados no se tomen bien estos cambios. 

 
El sueldo medio de los jugadores de la Premier League es superior al de cualquier otra liga de fútbol en el mundo, lo cual facilita que los mejores jugadores del mundo corran detrás del balón en tierras británicas. Esto es un hecho. Sin embargo, esto tiene un precio, y no es precisamente barato. Atender a los 19 partidos como local que jugará el Arsenal en el Emirates Stadium en la Premier League 2013-14 cuesta 985 libras. El abono de temporada del West Ham, un equipo que no juega precisamente de forma vistosa bajo las órdenes de Sam Allardyce, vale 640 libras. Ser abonado del Southampton no es mucho más barato: 585 libras. Curiosamente, el abono anual más barato de toda la Premier League es el del Manchester City, que cuesta 299 libras. La lista completa de los abonos anuales de los equipos de la Premier League está disponible aquí.
 
Lógicamente, los aficionados al fútbol están furiosos. Con razón. El abono anual para los aficionados del Bayern de Múnich es más barato de lo que cuesta la entrada más cara para un partido en el Emirates. Es decir, ver al flamante campeón de la Champions League en su estadio es más barato que ver al equipo al que los bávaros dejaron fuera de la competición en octavos de final. 

Los aficionados están furiosos por los altos precios de las entradas

Ver al Bayern de Múnich es harto más barato que ver al Arsenal

 
Esta absurda situación ha provocado que miles de aficionados al fútbol hayan organizado marchas de protesta en los últimos días. Los ánimos se han exacerbado más por los 5500 millones de libras que recibirá la Premier League por los derechos de televisión de los próximos 3 años. Esta lluvia de millones será repartida entre los 20 miembros de la Premier League, lo cual ha hecho enfurecer a unos aficionados que ven cómo los propietarios de los diferentes clubes pretenden lograr altos beneficios privados. En los últimos días, se han escuchado las voces de altos cargos en referencia a la situación. David Bersntein, presidente actual de la Football Association (FA), dijo que «el asunto importante es la fortaleza de la Premier League. Es un excelente producto, pero su éxito ha perdido el equilibrio. Necesitamos una fuerte e independiente FA para equilibrar el éxito».
 
Este «equilibrio» del que habla Bernstein (que en breve será sucedido en su cargo de presidente de la FA por Greg Dyke) se ha perdido precisamente por lo comentado por Andy Burnham, secretario de estado para de cultura, medios y deporte en 2008 y 2009 y actual secretario de estado de salud: «Si dejas que sean los grandes y poderosos los que manejen el deporte, serán los grandes y poderosos los que se beneficien».
 
El conflicto entre aficionados y la FA ha dado lugar a reuniones entre dirigentes de ambos. Sin embargo, Kevin Miles, jefe ejecutivo de la FSF (Football Supporters Federation) no se mostró muy optimista: «Estaban preparados para escuchar. Creo que están preocupados por el descenso de asistencia por parte de los aficionados del equipo que juega a domicilio, pues su asistencia se ha reducido un 10%. Pero ellos se han justificado, con razón, diciendo que no son ellos los que ponen los precios, sino los clubes».
 
¿Cuál es el verdadero problema? Son dos. El primero es que los clubes de la Premier League tienen poder soberano para poner los precios que quieran. Es decir, que la FA no puede imponer una reglamentación estricta para limitar los precios. El segundo es que los propietarios de los clubes de la Premier League no son corrientes aficionados al fútbol. Como ha sido explicado en LMI, los primeros clubes de fútbol nacieron en tierras británicas de la mano de los aficionados al fútbol. Sin embargo, los aficionados perdieron poco a poco la propiedad de los clubes de fútbol. En 2013, sólo el Swansea conserva un 20% de su propiedad en manos de los aficionados. El resto de clubes son propiedad de personas o compañías privadas, en muchos casos (la mayoría) extranjeras. 

La FA no tiene poder para limitar los precios puestos por los clubes

Los clubes son propiedad de empresarios o compañías privadas

 
Esto contrasta con la Bundesliga alemana. En Alemania, todos los clubes tienen la obligación de ser propiedad como mínimo en un 51% de los aficionados. Sólo el Wolfsburgo y el Bayer Leverkusen tienen permiso por cuestiones históricas de infringir la norma. Esto significa que los finalistas de la última final de la Champions League, el Borussia Dortmund y el Bayer de Munich, son propiedad como mínimo en un 51% de los aficionados. 
 
¿Tiene solución esta situación? Difícil. La entrada en vigor de las normas Financial Fair Play (FFP) va a hacer todavía más difícil que la cosa cambie. Los clubes deberán cuadrar las cifras de gastos e ingresos, lo cual implicará que, si quieren mantener los altísimos sueldos de los jugadores, las entradas no pueden bajar de precio. Además, la capitalista ley de la oferta y la demanda complicará todavía más la situación: aunque las entradas sean caras, la mayoría de estadios (sobre todo los de Londres) estarán siempre llenos. Eso sí, el fútbol dejará de ser un deporte de la clase trabajadora para ser una especie de teatro. Ya no habrá cerveza en los estadios, sino champán. El neoliberalismo que se vive en 2013 provoca lo mismo que provocó el ocurrido en la década de 1980 liderada por Margareth Thatcher y Ronald Reagan: los pobres serán más pobres, y los ricos más ricos. La diferencia radica en que en 1990 el fútbol todavía era de los aficionados. En 2013 deja de ser el caso. 
 

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Alvaro Oleart