Ilie Oleart

El increíble renacimiento del Wimbledon

En 2002, los aficionados del Wimbledon FC vieron impotentes cómo les arrebataban su club y lo trasladaban a 100 km de distancia. Lejos de desanimarse, fundaron el AFC Wimbledon y comenzaron desde la novena división del fútbol inglés. Este sábado, jugarán su primer partido en la League Two, la cuarta.

 
Las cámaras de televisión siguen a Terry Brown, técnico del AFC Wimbledon, y sus chicos a todas partes. Su primer partido de la temporada se retransmitirá por televisión. Los periodistas invaden Kingsmeadow, un modesto estadio con capacidad para 5.000 personas situado al suroeste de Londres. El club ha tenido que instalar un equipo de circuito cerrado de televisión, nuevas vallas publicitarias, incluso una nueva ducha en el vestuario de los árbitros.
 
Este sábado, contra el Bristol Rovers, el AFC Wimbledon iniciará una nueva etapa en el extraordinario viaje que le ha llevado desde lo más bajo del fútbol inglés hasta la League Two (cuarta división inglesa, por debajo de la Premier League, el npower Championship y la League One) en solo nueve años gracias a cinco ascensos (el último en los penaltis contra el Luton Town, ver vídeo). Es una hazaña que nadie ha logrado antes en la época moderna.
 
En realidad, la historia de los recién ascendidos es muy simple. Les robaron su club de fútbol. Así que se pusieron manos a la obra y crearon un nuevo.
 
Casi una década después, es fácil olvidar el odio que provocó la fundación del AFC Wimbledon. Sin embargo, las cicatrices todavía no están cerradas.
 
En 2002, una comisión de la Federación inglesa formada por tres hombres votó dos contra uno a favor de permitir a los propietarios del Wimbledon FC trasladar el club fuera de Londres y llevárselo a Milton Keynes, una pequeña localidad situada a 100 kilómetros de distancia. Aficionados que desde la infancia habían apoyado al club original asistieron impotentes a la transformación de su club en el MK Dons (Milton Keynes Dons -«dons» era el apodo del Wimbledon original). Nadie les dio una opción. Tuvieron que empezar de cero.
 
Lo que más indignó a los aficionados del Wimbledon fue la conclusión de la comisión de la Federación, según la cual fundar un nuevo club «no aportaba mucho al fútbol». El actual director general del club, Erik Samuelson, que estuvo detrás del AFC Wimbledon desde su fundación, lo tiene claro: «No tuvo ningún sentido. La gente que dijo eso no entiende el fútbol. No son aficionados».
 
El AFC Wimbledon se fundó en menos de seis semanas. Se hicieron pruebas en busca de jugadores con talento. Se llegó a un acuerdo para compartir estadio con el Kingstonian para jugar en Kingsmeadow. Los primeros amistosos de pretemporada atrajeron tantos espectadores como el viejo Wimbledon cuando estaba en la Premier League. Pero el club casi muere en sus primeros días.
 

 
«Entrar en una liga fue el primer desafío», recuerda Samuelson. «Teníamos muy poco tiempo. Intentamos en la Ryman League (octava división del fútbol inglés), pero necesitábamos el 95% de los votos de los clubes y no lo logramos. Pensamos que estábamos muertos». Al final, el club logró llegar a un acuerdo con la liga Combined, la novena división del fútbol inglés.
 
«Ninguno sabíamos cómo gestionar un club», dice Samuelson. «Teníamos experiencia de empresa, así que el lado comercial no fue un problema. Lo que no sabíamos era administrar un club de fútbol o gestionar un estadio».
 
Pero el éxito fue inmediato. «En el presupuesto para el primer año, calculamos que tendríamos 1.000 aficionados», dice Samuelson. «A nuestro primer partido asistieron 4.500. Ahí es cuando pensé que podíamos lograrlo».
 
Nueve años y cinco ascensos más tarde, algunas cosas han cambiado. «Cuando el club comenzó, todos los jugadores se emborrachaban en el bar con los aficionados», dice Brown. «Eso ha cambiado, lógicamente, pero intentamos mantener la relación. Nos aseguramos que todos los jugadores se quedan al menos una hora después del partido para ir al bar y hablar con los aficionados. Otra cosa que ha cambiado es que no tratábamos con agentes, pero a este nivel, hay pocos jugadores que no tengan uno».
 
Pero el espíritu emprendedor del club no ha cambiado. Parte del personal del club no cobra (Samuelson cobra la simbólica cifra de una guinea al año, equivalente a una libra y un shilling actuales) y el presupuesto del club es mucho más bajo que la mayoría de sus rivales en la categoría. El club sigue siendo propiedad de sus 2.500 aficionados. Es la prueba viviente de que un club puede comenzar de cero y tener éxito.
 
El AFC Wimbledon es ahora propietario de Kingsmeadow, tras comprarlo al Kingstonian tuvo que ser intervenido judicialmente. Pero a largo plazo, la ambición es volver a casa. El club está negociando con el Distrito de Merton para construir un nuevo estadio en Wimbledon. Los aficionados sueñan con volver a Plough Lane, donde comenzó todo. Tal vez solo entonces el increíble viaje del AFC Wimbledon podrá darse por concluido.
 

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Ilie Oleart