Ser seguidor «red» a lo largo del último año y medio no ha sido tarea fácil. El Liverpool ha sido desde la marcha de Rafa Benítez capaz de ganar a cualquier equipo, pero también de perder contra los más inesperados. Hoy ha vuelto a demostrar ese dualismo maniqueo que les ha llevado a grandes victorias como la lograda ante el Manchester United la temporada pasada, pero que también les ha mantenido alejados de Europa durante este año.

 

Tras un inicio fulgurante, el Liverpool no fue capaz de ponerse por delante. Skrtel y Suárez enviaron sendos balones al palo, desperdiciando unas ocasiones que estaban destinadas a pasar factura. No pareció ser así cuando, en el descuento de la primera parte, un error fatal de Martin puso en bandeja el balón a Bellamy, que ni siquiera necesitó definir bien, puesto que su disparo fue desviado por Tierney y confundió a Ruddy, que no pudo evitar el 1-0.

 

A pesar del gol, ya conocemos a los «canaries». Son sin duda el equipo con más alma y moral de la categoría y volvieron a demostrar el porqué. Nada más iniciar la segunda parte, entre Morison y Pilkington (un excelente jugador que se ha hecho tristemente famoso por su clamoroso error en Old Trafford esta temporada) estuvieron a punto de empatar el encuentro, pero se encontraron con un sólido Reina. El Liverpool contrarrestó esta ocasión con otras dos, la segunda otro balón de Suárez al palo, pero no lograron materializar sus ocasiones, algo que acabarían pagando.

 

Lambert introdujo, en el minuto 56, a Grant Holt en detrimento de Bennett, hoy desaparecido. El veterano y corpulento delantero, que fue la gran estrella de los «canaries» la temporada pasada, solo necesitó cuatro minutos para igualar el encuentro. Lo hizo tras un excelente centro de Pilkington que Reina no pudo alcanzar y que Holt cabeceó con maestría al fondo de la red.

 

Del gol de Holt al final primaron los errores sobre los aciertos. Ambos equipos pudieron llevarse los tres puntos, pero entre los despropósitos de Holt, Suárez y Carroll, y las paradas de Ruddy, el marcador no volvió a moverse.

 

Este empate evidencia, una vez más, la alta competitividad de la Premier League (a pesar del artículo de Jonathan Wilson en el Guardian de esta semana), más allá de la superioridad de los dos de Manchester y el Chelsea. Este encuentro también ha mostrado que el Norwich City es un equipo a tener en cuenta, y que ha llegado a la Premier, además de para entretener a los espectadores, para quedarse en la máxima categoría inglesa. Por lo pronto, ahora mismo ocupa la séptima plaza.

 

Por su parte, al Liverpool se le vuelven a aparecer los fantasmas de la temporada pasada, en la que no fue capaz de resolver partidos que se le pusieron de cara. Además, para plantar cara al Tottenham por la cuarta plaza, no podrá regalar puntos como lo ha hecho hoy. Y el problema es que el Newcastle, por quién nadie daba un euro a principio de temporada, ya les saca cuatro puntos y no parece dispuesto a dar su brazo a torcer con facilidad.