Premier League
Manchester City |
1 |
Arsenal |
0 |
Ficha técnica |
1 – Manchester City: Joe Hart, Pablo Zabaleta, Micah Richards, Vincent Kompany, Kolo Touré, Gareth Barry, Yaya Touré (Nigel de Jong, 86), Samir Nasri (Edin Dzeko, 86), David Silva, Mario Balotelli (James Milner, 72), Sergio Agüero. |
0 – Arsenal: Wojciech Szczesny, Laurent Koscielny, Johan Djourou (Ignasi Miquel, 47), Per Mertesacker (Marouane Chamakh, 82), Thomas Vermaelen, Mikel Arteta, Theo Walcott (Andrey Arshavin, 69), Aaron Ramsey, Alexandre Song, Gervinho, Robin van Persie. |
Goles: 1-0, m.53: Silva. |
Partido enérgico el presenciado en el Etihad Stadium, de los de pierna fuerte y grandes dosis de testosterona, que relanza al Manchester City tras el fiasco de la Champions League y la derrota en Stamford Bridge del pasado lunes.
La contienda arrancó con ritmo, muy equilibrada, basada en el músculo y el juego directo, quedando ahogadas las salidas naturales de ambos equipos, especialmente la de Arteta para el Arsenal, subyugado en todo momento por Touré Yayá. Sin embargo, esta guerra de trincheras no impidió la llegada de las primeras ocasiones, en este caso para Sergio Agüero, quien antes del primer cuarto de hora ya había marrado dos.
Con Arteta bien tapado, al Arsenal no le quedó más remedio que buscar las prolongaciones y los desahogos de Van Persie, fruto de los cuales, los de Islington también se acercaron al gol por mediación de Gervinho pasado el primer cuarto de hora.
Bravamente sostenido por Song, un brillante Koscielny y un acertado Szczesny, el Arsenal aceptó de buen grado el duelo físico que propuso el equipo de Mancini a través de Touré Yayá, capaz de aplastar y arrasar con la fuerza de un búfalo y de moverse con la finura de un Nijinsky. Las bandas de los locales quedaron desiertas por la tendencia, a menudo exagerada, de Silva y Nasri a entrar por la posición de mediapunta, abandonando totalmente los carriles de los extremos.
Tras el descanso y sin goles en el marcador, el encuentro se encaminaba hacia una delicada fase donde cualquier error o detalle sería decisivo. Una simple brizna de viento a favor podía resultar más valiosa que un caballo para Ricardo III. Y en esto, el Arsenal sufrió su enésima baja defensiva. Wenger tuvo que alinear esta tarde a dos centrales, Vermaelen y Djorou, en los laterales, por las lesiones de Jenkinson, Sagna, Gibbs y Santos. Djorou sufrió una dura entrada de Barry, que debió ser expulsado, pues ya tenía una tarjeta amarilla, y fue sustituido por el español Ignasi Miquel, que se ubicó en el lateral izquierdo, desplazando a Vermaelen al centro y a Koscielny a la derecha. La inexperiencia y nerviosismo del joven formado en el Barcelona quedó patente de inmediato y el City se volcó en su lado.
Y entonces llegó ese detalle de calidad que definió el partido, acompañado de un error posicional de un hasta entonces inmaculado Koscielny, apenas cinco minutos después de la reanudación, cuando Ballotelli, en una brillante jugada personal, disparó sobre el marco gunner. El rechazo de Szczesny lo acabó por convertir Silva en el primer y único tanto del encuentro. El gol serviría de bálsamo para el centrocampista canario, inédito hasta entonces y que comenzó a desenvolverse con mayor naturalidad.
El gol serenó a los locales al mismo tiempo que desesperó a los de Arsène Wenger, que al instante se descolgaron y comenzaron a buscar el empate de una manera un tanto alocada, intentado construir antes el techo que la casa. Los «citizens» estuvieron a punto de aprovecharse de esta juvenil impaciencia en un puñado de ocasiones en las botas de Sergio Agüero y de Zabaleta, que envió un disparo a la madera.
No supo cerrar el partido el Manchester City y tuvo que acabar pidiendo la hora y encomendándose a Joe Hart y a un imperial Kompany, atento al corte y que supo leer en todo momento los desmarques de los delanteros rivales. Iniciaría a su vez Mancini la rueda de cambios, intentando con De Jong y Milner defender el resultado. Sin embargo, pudo empatar el Arsenal a última hora, con un disparo lejano de Vermaelen y una ocasión de Arshavin, que pareció pintiparada para el empate. El caso del ruso cada día gana en excepcionalidad. Más que su hipotética condición de estrella, sencillamente podría empezar a discutirse su condición de futbolista, merced a la constante y cada mayor pasividad en la que se desenvuelve.
Acabaron sufriendo los de Manchester, pero consiguieron amasar tres puntos que se antojan de oro y que además sirven para cortar las últimas hemorragias de cara al maratón de partidos navideños. Por su parte, no deberían venirse abajo los de Wenger, que se desempeñaron con grandeza en todo momento y ante un gran rival, lastrados por las lesiones y su falta de madurez.