“Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”, dijo Albert Einstein. Razón no le faltaba. El ser humano tiene la costumbre de obsesionarse por algo en especial y no va a parar hasta lograrlo. Sin embargo, el error es hacer siempre lo mismo y pensar que va a salir bien y se va a alcanzar la meta. Esta referencia la podremos trasladar al Reino Unido, si se precisa podemos decir Londres y si queremos concretar nos moveremos hasta el Norte de Londres. En el barrio de Holloway habita desde hace más de 100 años un equipo conocido con el apodo de Gunners y cuyo nombre es Arsenal.
El Arsenal desde hace más de una década tiene la costumbre de repetir una y otra vez los mismos errores, los mismos problemas, los mismos fallos, en definitiva. Arsène Wenger. El entrenador más longevo en la historia del equipo y el responsable de los éxitos a finales de los noventa y principios de siglo. Fue la época dorada, los conocidos Invencibles que arrasaban en cualquier estadio. Pero eso quedó atrás y el equipo entró en un espiral con el afán de salir de ella. Después de 12 años con un cambio de estadio, Wenger y sus chicos siguen dentro de esa espiral.
Esta temporada se presentó con mucha ilusión, el equipo venía de ganar dos FA Cup y para este curso se pusieron como objetivo dar un salto en sus aspiraciones e ir a por la ansiada Premier League. Chelsea, Manchester United, y Manchester City serían sus rivales. Con el trascurso de la competición se vio como solo uno permanecería en la lucha, los Citizens de Manuel Pellegrini. José Mourinho fue cesado como entrenador del Chelsea y Louis Van Gaal sigue buscándose a sí mismo en el United. Apareció la cenicienta para salir galardonada como la reina del baile, el Leicester está cerca de proclamarse campeón. Sin olvidarse del Tottenham, otra revelación de la presente liga. El equipo de Mauricio Pochettino está demostrando que pueden aspirar a todo con una buena base de trabajo.
Por primera vez en muchos años, los favoritos a ganar la competición no estaban dando la talla. Solo el Arsenal cumplía. Leicester y Tottenham le seguían. Tras la primera vuelta, los Gunners lideraban la clasificación, el equipo demostraba que por fin sería el año para volver a proclamarse campeón de la Premier League. La enfermería seguía llenándose pero no era impedimento como sucedía en otros años. Wenger era consciente de que no podía dejar escapar esta oportunidad, pero el francés fracasó en sus mismos errores. El nivel del equipo bajo, esto es clásico de cada mes de marzo. En agosto te ilusiona, en diciembres te enamora y en marzo te despierta del sueño. Otra vez Arsenal, otra vez Wenger. La misma historia, el mismo cuento interminable que cada aficionado lleva viendo en la última década.
Wenger deja escapar otra Premier, quizá la más fácil sobre el papel pero la más dura viendo el resultado final. La cara B del Arsenal volvió a escena, ese espíritu que vive en cada jugador que viste la camiseta de este equipo al Norte de Londres. Se perdió el primer puesto y desde entonces el equipo ha ido cuesta abajo, hasta llegar a la tercera plaza. En el campo se ha podido ver como se iban de los partidos, dejándose remontar como ocurrió en la última jornada ante el West Ham. Hasta que Wenger o los jugadores no erradiquen esa parte oscura que convive con ellos, el Arsenal no saldrá campeón.
Todavía quedan cinco jornadas y tienen que asegurar la tercera posición que garantiza ir de forma directa a Champions League. En verano se tomarán varias decisiones, una de ellas será qué pasará con el técnico. Veremos si Ivan Gazidis será capaz de desprenderse de Wenger y buscar un nuevo entrenador. Lo que sí está claro es que el Arsenal, el Emirates Stadium y los Gunners necesitan volver a sentirse campeones. Saborear el éxito.